Carlos Yair Durán y César Dilú, médicos de Familia.
La aplicación de
la Inteligencia Artificial (IA) en Medicina no es una idea nueva, sino una herramienta que ya se solicita para instalarse en las consultas. Por eso, dos médicos de Familia, Carlos Yair Durán y César Dilú, comparten su visión en
Redacción Médica sobre las oportunidades y amenazas que puede aportar esta tecnología. Ambos coindicen que la IA podría
liberar a los profesionales de la carga burocrática de la profesión y les otorgaría más tiempo para estar con sus pacientes.
Más tiempo y mejores decisiones clínicas
Y es que, si le preguntas a Durán qué pediría a la IA, lo tiene claro: "Que nos devuelva tiempo, un recurso de gran valor y cada vez más escaso”. Y es que el facultativo asegura que podría "liberar a los médicos de Familia de gran
parte de la carga burocrática y de procesos repetitivos que nos restan tiempo de calidad con los pacientes". De esta forma, señala, podría "ayudarnos a procesar la información más rápido, detectar riesgos de manera anticipada y organizar mejor las consultas". Entre las funciones que podría tener esta tecnología, destaca la redacción de informes, la codificación de diagnóstico, la gestión de agendas e incluso que "nos ayude a priorizar a los pacientes más vulnerables o de mayor riesgo".
"Sería de gran utilidad contar con alertas tempranas sobre riesgos de complicaciones, análisis automáticos que identifiquen patrones en pacientes crónicos, o recordatorios de seguimiento basados en las guías clínicas más recientes", asegura. Así, este apoyo mejoraría "la seguridad y
calidad de la atención al tomar decisiones con mayor precisión". Dilú coincide, pero añade otra dimensión: la capacidad para procesar información científica a gran velocidad. “Puede
revisar en segundos artículos, guías o historiales de pacientes que a nosotros nos llevarían horas”, explica. Esto no solo ahorra tiempo a los médicos, sino que "incluso pueden actuar como un segundo par de ojos en la interpretación de analíticas o imágenes", detectando detalles que a veces se escapan.
Entre las áreas de seguimiento de pacientes donde la IA podría ser más útil, Durán señala los "pacientes crónicos y frágiles, "donde el volumen de datos es cada vez mayor y el control debe de ser continuo". Por ejemplo, señala a aquellas personas con patologías como "
diabetes, hipertensión, insuficiencia cardiaca, EPOC, salud mental", donde
la IA ayudaría a "detectar el cumplimiento terapéutico, monitorizar la evolución, predecir exacerbaciones y priorizar la atención". Dilú, por otro lado, afirma que sería de ayuda "con los pacientes pluripatológicos y polimedicados". En estos casos, la IA podría "revisar interacciones, duplicidades o recordarnos si un paciente lleva demasiado tiempo sin un control analítico".
Los riesgos: sesgos y burocracia
Aunque las ventajas son estudiadas con optimismo, existen riesgos que preocupan en igual medida. Durán advierte de que la IA también puede introducir
sesgos en las decisiones clínicas "si no está bien diseñada" o incluso "añadir más trabajo en lugar de simplificar". Dilú lo confirma, añadiendo que también puede cometer "errores de interpretación o una falsa sensación de seguridad", de manera que apoyarse "demasiado en una máquina" podría relajar el "espíritu crítico" del médico.
Otro obstáculo que observan es el de
los propios sistemas informáticos. Durán afirma que "no siempre son interoperables" y, además, añade que otra barrera es la "normativa legal y ética sobre el uso de los datos, aún en desarrollo". En la misma línea, Dilú suma "la falta de inversión". "Si no dotamos a los centros de servidores potentes, conectividad segura y equipos adecuados, será imposible correr modelos en local que garanticen
la protección de datos", advierte.
También surgen dilemas éticos. "¿Qué hacemos cuando una decisión sugerida por la IA entra en conflicto con nuestra intuición o con la preferencia del paciente?", se pregunta Dilú. Y es que la formación es otro punto crítico, ya que
muchos profesionales no se sienten preparados para usar estas herramientas. "Por eso lo primero es formación crítica, no solo técnica. No basta con enseñar a usar un programa, hay que enseñar a desconfiar de él cuando sea necesario. A parte, señala un riesgo organizativo: "Si los sistemas no se integran bien en las historias clínicas, lo que debería ahorrar tiempo puede acabar generando más burocracia."
La IA como aliada
Lejos de posicionar a la IA como una herramienta que deshumanice la consulta, ambos médicos coinciden en que se debe mantener en segundo plano. Dilú asegura que "es
capaz de complementar, pero no de reemplazar" a los médicos, mientras que Durán lo calificaría como un "apoyo silencioso que actúe en segundo plano, procesando datos o redactando", ya que, para el facultativo, "si la IA hace el trabajo de fondo, el médico puede escuchar sin interrupciones y construir una
relación médico-paciente más humana".
Esto se traduciría en pacientes mejor atendidos y satisfechos. Por lo tanto, la petición desde Medicina de Familia es simple: liberar tiempo y simplificar el día a día para ofrecer una atención de calidad. "Más eficiencia técnica para mayor calidad humana, es un círculo virtuoso en el que el progreso tecnológico solo tiene sentido si se convierte en progreso humano", resume Durán. Por otro lado, los médicos "tendremos que reinventarnos y aprender a enseñar, programar y convivir con estas máquinas", dice Dilú, que concluye que, aun así, "la relación médico-paciente se basa en la confianza y eso no lo puede reemplazar ninguna máquina".
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