He de reconocer que durante los últimos años no estuve pendiente de lo que ocurría en ninguno de los Siete Reinos, no dominaba los entresijos predominantes en Poniente ni los combates más allá del Muro. Pero llegó un momento en que me sentía fuera del planeta, los políticos hablaban de unos Tronos en Juego, mis amigos no paraban de sacar a colación unos personajes por mí ignotos y todo llegó al clímax cuando en un congreso no una, sino cinco ponencias hacían referencias a esa serie que termina y ha tenido en vilo a medio mundo.

Fue entonces que me propuse verla entera, como si de un curso intensivo de verano se tratase. Y de ello, declaro que ando aún por la séptima temporada, sólo saco una conclusión: ni en los Siete Reinos, ni más allá del Muro helado, existe la sepsis. Amén de la violencia extrema, las incongruencias de libro y otros mil despropósitos, es la sepsis la gran olvidada en esta trama de intrigas con sangre por doquier.

Perplejo me quedaba cada vez que veía heridas abiertas, suturas con hilos de dudosa esterilidad y amasijos bacterianos en cada arista de la pantalla sin que apareciese una fiebre desorbitada, los temblores y las alteraciones del nivel de consciencia que puntúan para un síndrome, potencialmente mortal, asociado a una infección, es decir, una sepsis. Esto me hace pensar que, más allá de la falta de sapiencia de los guionista está la poca popularidad de un mal que sigue azotando nuestro mundo “estéril”.


"Quizá algún 'maestre' de Invernalia dio con la solución antes que nosotros y por eso Arya no murió cuando, naturalmente, debía"  



A pesar de que Homero hablaba de ella en Ilíada e Hipócrates la introdujo en su Medicina, la sepsis sigue abofeteando nuestras caras de humanos en pleno siglo 21. De hecho, las estadísticas nos dice que, debido al envejecimiento de la población, el aumento de las intervenciones quirúrgicas y la temida resistencia de los agentes patógenos, la sepsis ha aumentado significativamente en los países desarrollados durante la última década.

Otro dato a tener en cuenta es que su incidencia y mortalidad supera a la del cáncer de mama, colon, recto, páncreas, próstata, el infarto agudo de miocardio o el ictus. Sin embargo, esta patología no ha logrado meterse en el argot popular y la prensa apenas habla de ella. Aparentemente nadie muere de sepsis, pero los datos dicen todo lo contrario. Lo cual tiene una consecuencia aún peor, los fondos que dedicamos a la investigación en este campo son mínimos por lo tanto las soluciones seguirán esperando los futuros tiempos de bonanza. 

Lo cierto es que la sepsis es compleja. Para estudiarla se intenta establecer al menos dos fases: la primera se conoce como inflamatoria y en ella se elevan una gran cantidad de citoquinas con sus efectos positivos y negativos, mientras que la segunda tiene características de inmunosupresión con una profunda falta de respuesta frente a nuevas infecciones. Mas no todo es blanco o negro, ambas etapas se pueden solapar para complicar aún más su estudio y tratamiento. Hoy seguimos tratando la sepsis con antibióticos para eliminar la infección y fluidos para estabilizar al paciente. Luego esperamos a que la inmunología trabaje sola.


"Hoy seguimos tratando la sepsis con antibióticos para eliminar la infección y fluidos para estabilizar al paciente"


La evidencia científica nos dice que los anti-inflamatorios y las bloqueos a receptores “toll like” no son efectivos. Un dato es crucial y quizá no le estemos prestando la suficiente atención: la mayor mortalidad es debida a la inmunosupresión en la que caen un importante número de pacientes.

Desde el laboratorio tenemos claro lo que sucede: se corta la comunicación entre los diferentes agentes que deben orquestar la defensa, la solución está en evitarlo. Pero vienen tiempos cargados de esperanzas. Ya son unos cuantos los grupos de investigación que sugieren, con datos, el uso de inhibidores de inmune checkpoints para reactivar la defensa durante una sepsis. Los anti-PD-L1, tan usados en algunos tipos de cáncer, se han colado en los ensayos clínicos con pacientes sépticos. Además, cada día surgen nuevas moléculas que podemos probar.

Mientras tanto, animaría a guionistas y seguidores de series a tener en cuenta la existencia de la sepsis. Sería un paso importante que la sociedad supiera de su presencia, un poco de presión mediática para solucionarla no vendría nada mal.

Yo seguiré siguiendo la pista en Juego de Tronos, quizá algún “maestre” de Invernalia dio con la solución antes que nosotros y por eso Arya no murió cuando, naturalmente, debía.