Andrés Reyes Valdivia, cirujano vascular experto en esta patología, explica sus claves diferenciales y tratamientos

Andrés Reyes Valdivia, jefe de la Unidad de Lipedema del Hospital Universitario San Francisco de Asís
Andrés Reyes Valdivia, jefe de la Unidad de Lipedema del Hospital Universitario San Francisco de Asís


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El lipedema, una enfermedad reconocida oficialmente por la OMS en 2018 tras décadas de invisibilidad clínica, sigue siendo un reto diagnóstico y terapéutico en la práctica médica. Andrés Reyes Valdivia, jefe de la Unidad de Lipedema del Hospital Universitario San Francisco de Asís y referente internacional en cirugía vascular, explica en esta entrevista las claves diferenciales de esta patología, su profundo impacto físico y emocional en las pacientes y los avances quirúrgicos e investigacionales que marcan el futuro de su abordaje

¿Por qué cree que el lipedema ha sido históricamente poco reconocido y qué factores han retrasado su identificación como enfermedad oficial?

El lipedema es una enfermedad reconocida por la OMS tan sólo desde el año 2018, reflejando por tanto muchos años de invisibilidad clínica. Su frecuente confusión con obesidad, celulitis dolorosa o linfedema retrasó su reconocimiento y diagnóstico, así como la aceptación como entidad propia. Durante mucho tiempo se atribuyó casi exclusivamente a un problema de exceso de peso, y esto no hizo mas que dificultar el reconocimiento de sus particularidades clínicas.

En la práctica clínica, ¿cuáles son los signos diferenciales más sólidos que permiten discriminar el lipedema de otras formas de exceso graso o linfedema?

Existen criterios clínicos característicos en lipedema, entre ellos; la simetría en la distribución del tejido graso, afectando principalmente a las extremidades inferiores, y en un 20-30% afectando también los brazos; sin embargo, las manos y los pies no suelen estar afectados. Destacan el dolor espontáneo o a la palpación superficial, tendencia a hematomas con mucha facilidad, varículas, o varices y la ausencia de fóvea a la presión, lo que lo diferencia del linfedema. Este tejido graso afectado, además, es muy reticente a disminuir con dieta o ejercicio.

Las pacientes frecuentemente reportan dolor, pesadez, inflamación y también efectos psicológicos. ¿Cuál suele ser el impacto funcional y emocional más frecuente, y cómo se aborda desde la consulta vascular?

Esta enfermedad desafortunadamente ocasiona en muchas ocasiones un alto grado de frustración y conlleva un alto componente emocional y psicógeno. Puede a su vez, cursar con limitación funcional en las actividades cotidianas, mermando a estas pacientes en su día a día y por tanto en su calidad de vida. Desde la consulta vascular la abordamos con una visión integral: educación sobre la enfermedad, apoyo psicológico, medidas conservadoras como compresión y fisioterapia, y planteamiento quirúrgico como una opción de tratamiento válido.

En cuanto a innovación quirúrgica: usted incorpora la técnica WAL (water-assisted liposuction) como una opción de baja agresión para el lipedema. ¿Podría explicar en qué consiste esa técnica comparada con una liposucción convencional y qué ventajas aporta en el contexto específico del lipedema?

La técnica WAL está ampliamente respaldada por la evidencia científica para el tratamiento quirúrgico de lipedema. Se utiliza un chorro de agua a presión controlada para desprender el tejido adiposo fibrótico de manera suave y selectiva, de esta manera, se minimiza el daño vascular y linfático. En comparación con otras técnicas, resulta menos traumática, reduce el sangrado y el dolor postoperatorio, y favorece una recuperación más rápida. En el contexto del lipedema, su principal ventaja está dada por la preservación de las estructuras linfáticas, que son relevantes para el éxito del tratamiento a largo plazo.

Más allá de la cirugía, existen técnicas como mesoterapia, carboxiterapia, ultrasonidos, radiofrecuencia, crioterapia, presoterapia, etc., aunque con poca evidencia actualmente. ¿Hay alguna línea innovadora en investigación o ensayos clínicos (por ejemplo terapia génica, células madre, nuevas modalidades de ultrasonidos, drenajes mecánicos de última generación, etc.) que le parezca prometedora para el futuro tratamiento del lipedema?

Es necesario comprender el origen de un problema para abordarlo correctamente. Actualmente existen líneas de investigación orientadas al entendimiento genético, celular y metabólico de esta enfermedad. Otras líneas de trabajo, en la vertiente terapéutica, buscan vías de modulación de la inflamación crónica del tejido adiposo. La tecnología o aparatología sirve como ayuda y control de síntomas, aunque la implementación terapéutica en lipedema necesita de evidencia científica robusta que apoye su uso.
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