Ana Entrala Bueso, alergóloga; y Marta Bergón, dermatóloga, ambas del Hospital General Universitario Gregorio Marañón.
"La urticaria crónica es una enfermedad autoinmune caracterizada por la liberación exagerada de histamina, lo que produce las manifestaciones clínicas: abones que aparecen y desaparecen en menos de 24 horas y que van acompañados de un intenso prurito", explica Marta Bergón, dermatóloga del Hospital General Universitario Gregorio Marañón. A su vez, Ana Entrala, alergóloga pediátrica en el mismo hospital, precisa que para diferenciarla de otras dermatosis hay tres claves:
"la evanescencia de las lesiones, el picor intenso que a veces incluso se convierte en dolor o ardor, y la ausencia de lesión residual".
Bergón añade un matiz fundamental:
"La urticaria no tiene descamación ni escoriaciones; es una lesión dérmica, profunda, pero la piel está íntegra. Cuando desaparece, ni el paciente ni el médico pueden señalar dónde estaba el abón". Y ambas recuerdan que la enfermedad puede presentarse de forma espontánea, sin desencadenante claro, o bien ser inducible. En este último caso, explica la dermatóloga, "el desencadenante debe estar siempre presente cuando aparecen las lesiones y ausente cuando no aparecen".
El abordaje clínico implica a alergólogos y dermatólogos, y ahí la coordinación es clave. Entrala subraya que
"lo importante siempre es que el paciente esté en el centro, con un buen trato y cercanía. Muchas veces pedimos una segunda opinión o valoramos hacer una biopsia, y cuatro ojos ven más que dos". Para Bergón, "el trabajo multidisciplinar es la clave. Aunque el manejo es muy protocolizado, podemos complementarnos: en casos de angioedema, el alergólogo tiene un mejor manejo, mientras que en lesiones atípicas el dermatólogo aporta experiencia en diagnóstico diferencial.
Ese complemento es muy útil para ofrecer un abordaje integral".
Marta Bergón, dermatóloga del Hospital General Universitario Gregorio Marañón.
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La prevalencia es mayor en mujeres jóvenes, algo que Bergón atribuye a la propia naturaleza autoinmune de la enfermedad.
"Aunque también la vemos en la infancia y en personas mayores", señala. Entrala puntualiza que "en niños es más predominante en varones, pero en general los casos más recalcitrantes, que más quebraderos de cabeza dan a los médicos,
suelen ser mujeres entre 30 y 50 años".
Ana Entrala Bueso durante su participación en el diálogo.
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El impacto emocional y social es profundo y, en opinión de Entrala, muy infravalorado. "
Aunque no tiene mortalidad, no es una enfermedad leve: provoca ansiedad, depresión, vergüenza e incertidumbre. Hay estudios que muestran un mayor impacto emocional en la urticaria que en psoriasis o dermatitis atópica, e incluso comparado con pacientes que han sufrido un infarto". Bergón coincide: "Las enfermedades de la piel son estigmatizantes y la aparición súbita de ronchas es muy impactante. Se infraestima la carga del picor, que interfiere en el sueño y genera incomprensión en el entorno. Al contrario que con el dolor, con el picor no se empatiza. Los pacientes acaban escondiéndose para rascarse, lo que empeora su carga emocional".
En los servicios de urgencias, la identificación de la enfermedad aún presenta retos. "La urticaria sigue estando sobrediagnosticada en urgencias, pero hemos avanzado con formación en primaria y urgencias para mejorar tanto el diagnóstico como el manejo y la derivación", apunta Bergón. Entrala añade que "con frecuencia, si el paciente dice ‘he comido algo’,
se etiqueta como reacción alérgica y se retiran alimentos, cuando no es así. Es habitual que lleguen con dietas restrictivas injustificadas". En la misma línea, Bergón confirma que "muchos pacientes, buscando un culpable, hacen por su cuenta dietas que no aportan beneficios y pueden ser perjudiciales".
Las especialistas coinciden en que los protocolos, la teleconsulta y la formación de profesionales son herramientas fundamentales para agilizar la atención. Entrala recuerda que
"con tres datos (evanescencia, picor sin lesiones residuales y duración superior a seis semanas) se puede derivar al paciente sin abandonarle, iniciando tratamiento. Además, las e-consultas agilizan mucho la valoración por el especialista". Bergón añade que "la teleconsulta permite derivar rápido a unidades monográficas para ofrecer las siguientes líneas terapéuticas. Los protocolos son útiles, pero necesitamos más formación a primaria y urgencias, también desde dentro de los propios equipos, para que haya un
diagnóstico y derivación adecuados desde el primer contacto".
Ana Entrala Bueso, alergóloga del Hospital General Universitario Gregorio Marañón.
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En cuanto al control de la enfermedad, Bergón asegura que "cuando la urticaria no está controlada es evidente: el paciente sigue con prurito y lesiones. Aunque no se usen escalas validadas, si persisten los síntomas debemos actuar". Entrala coincide:
"Es muy fácil verlo, los pacientes se presentan con ronchas por todo el cuerpo. Además, el uso de medicación de rescate o automedicación con corticoides indica actividad y la necesidad de replantear el tratamiento".
Ambas especialistas coinciden en la importancia de la investigación.
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Marta Bergón explica su postura como dermatóloga.
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En la misma línea, Bergón apunta que "la investigación actual busca marcadores pronósticos para personalizar al máximo el tratamiento". Entrala, por su parte, reclama más apoyo psicológico:
"Necesitamos más psicólogos clínicos en hospitales. La urticaria tiene un gran impacto emocional y debería haber una derivación más sencilla para los pacientes". Y Bergón confirma que "ya existen circuitos de canalización a psicología clínica en algunas enfermedades de la piel, y son de gran ayuda para tolerar mejor la carga emocional".
El mensaje final de ambas especialistas es claro: no resignarse. "Existen muchos tratamientos y cada vez habrá más.
Es necesario acudir a especialistas para mejorar la calidad de vida", afirma Bergón. Entrala coincide: "Que busquen ayuda, que no se acostumbren a vivir con picor y estigmatización. Es importante llevar un calendario de síntomas para personalizar el tratamiento, y si necesitan apoyo psicológico, que lo pidan".
También hay un recordatorio para los profesionales.
"Aunque no todos tengan consultas monográficas, deben reconocer cuándo un paciente no está controlado y derivarlo a centros de referencia", recomienda Bergón. Entrala concluye que "con herramientas validadas como el UAS7 o el UCT, una escalada adecuada de dosis y evitando combinaciones incorrectas, se puede ayudar mucho al paciente. Y, si no, pedir ayuda a un compañero con más opciones terapéuticas".
Un instante del diálogo entre ambas facultativas especialistas.
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