Ahora que estamos inmersos en la resaca de las elecciones norteamericanas, me atrevo a remedar aquí el famoso slogan ideado por James Carville, asesor del entonces candidato a la presidencia Bill Clinton (“La economía, estúpido”), que marcaría una estrategia con la que derrotó a George Bush padre en 1992, pese a todos los éxitos de éste en política exterior y a haber alcanzado un grado de aceptación que llegó a ser del 90%, antes de perder las elecciones.

La pandemia del Covid-19 ha impregnado toda la sanidad, relegando a un segundo plano cualquier otro tema, pese a que a veces implica la vida o la salud de muchas personas. Como muy bien habría dicho el genial Quino a través de Mafalda: “Lo urgente no deja tiempo para lo importante”.  En un reciente trabajo publicado en el JAMA dirigido a calcular los costes de la pandemia Covid-19 para la economía norteamericana, se estimaba que los fallecidos a causa de daños colaterales por colapso del sistema podían llegar hasta un 40% de las víctimas directas del virus, lo que da una idea de la magnitud del problema.

De hecho, es un tema del que cada vez se habla más, a medida que la duración de la pandemia y por tanto sus efectos sobre otro tipo de pacientes se alarga sine die. Se ha insistido sobre todo desde las sociedades científicas (y ahí están los ejemplos de las de cardiología, neurología u oncología), pero no son muchas las soluciones estructuradas se han dado hasta ahora. Una de ellas, de carácter transversal y con resultado francamente exitoso es el desarrollado por la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) desde los primeros momentos de la pandemia.


"Poco o nada se puede hacer por materializar una donación o un trasplante si la UCI está mayoritariamente ocupada por pacientes Covid"


Ya expusimos en estas mismas páginas la lógica repercusión muy negativa de la pandemia sobre la donación y el trasplante al ser actividades muy condicionadas por el grado de presión asistencial sobre las UCI hasta el punto de llegar a constituir un termómetro bastante fiel de la misma. Poco o nada se puede hacer por materializar una donación o un trasplante si la UCI está mayoritariamente ocupada por pacientes Covid. De hecho, los descensos experimentados en casi toda España, a excepción de algunas comunidades del norte, menos afectadas en los primeros momentos de la pandemia, fueron espectaculares. Se pasó de una media pre - crisis de 7,2 donantes y 16 trasplantes /día a un mínimo de 0,3 y 0,4/día (¡2 donaciones y 3 trasplantes en una semana!) a principios de abril.

Desde los primeros casos de Covid 19 registrados en Europa se emitieron instrucciones claras de la ONT sobre el despistaje de la infección en los donantes de órganos. En el mes de abril se había distribuido un Plan de Actuación Post Covid, que después se ha ido actualizando de manera continua. Su objetivo claro: reducir al máximo los daños producidos por la pandemia en el sistema español de donación y trasplantes. Elaborado con la colaboración y el consenso de todas las sociedades científicas involucradas, así como de las CCAA, básicamente se centra en la optimización de las donaciones y trasplantes reactivando los programas necesariamente ralentizados en el momento álgido de la pandemia, al tiempo que se garantiza al máximo la seguridad de los pacientes trasplantados. Se priorizaron los pacientes en estado crítico, así como los más difíciles de trasplantar para los que surgiera una oportunidad. Se han seguido escrupulosamente los sistemas de control y seguridad, con cribados sistemáticos y amplios periodos de cuarentena de acuerdo con la Sociedad de Infecciosas y Microbiología, y además se han evitado al máximo los desplazamientos de los equipos potenciando las extracciones locales para los distintos órganos, siempre en circuitos libres de Covid.

Datos de donación y trasplante de órganos en España durante la pandemia


Con todas estas medidas, la donación y el trasplante se fueron recuperando hasta alcanzar ya en octubre cifras similares a las del mismo mes de 2019, algo impensable durante los meses álgidos de la pandemia. En su conjunto se ha producido una caída de la donación y el trasplante entre un 20-25% para este año, que no obstante sigue muy por encima de las de cualquier otro país y simplemente nos retrotraerían temporalmente a cifras de 2014 - 2015 que entonces valoramos como francamente buenas. Es un pequeño paso atrás, pero manteniendo una altísima actividad que garantiza que los enfermos españoles sigan teniendo las máximas posibilidades del mundo de conseguir el trasplante.

De todo este proceso, descrito muy someramente, hay que destacar varios puntos que ponen de manifiesto cuales son las características de una buena gestión que bien podría haberse aplicado a otros aspectos de la pandemia o mejor a la pandemia en su conjunto:
  1. Celeridad en emitir las primeras recomendaciones preventivas.
  2. Disponer de un sistema estadístico y de recogida de datos que ha permitido seguir en tiempo real la evolución del problema y tomar por tanto las decisiones más adecuadas en cada momento.
  3. Colaboración desde el primer momento y mantenida en el tiempo con todas las sociedades científicas con algo que decir en el tema.
  4. Estrecha y continua colaboración con y entre las Comunidades Autónomas que han ido adaptando las normas generales a sus características locales
  5. Preparación desde etapas iniciales de la pandemia de un plan estructurado y consensuado por todos con la hoja de ruta que han ido siguiendo los coordinadores y los equipos de trasplante de toda España, sin barreras autonómicas.
  6. Actualización del plan conforme se han ido produciendo cambios relevantes

Y por último, y no menos importante, haber recogido con la máxima celeridad y rigor la información derivada de la afectación por Covid-19 entre los trasplantados españoles de todo tipo y haberla publicado ya en el American Journal of Transplantation, la revista especializada de mayor prestigio en este campo. La serie de 778 trasplantados de riñón, hígado, corazón, pulmón, mutivisceral y de progenitores hemopoyéticos, infectados por Covid-19 hasta el 13 de julio es la mayor del mundo publicada hasta ahora y aporta a la literatura médica datos de gran interés como una incidencia doble que la población general y una mortalidad global muy elevada, de un 27%, así como la descripción de las distintas pautas terapéuticas seguidas en estos enfermos. Una experiencia de gran utilidad no solo para España sino para todo el mundo.

Las cosas en sanidad no ocurren por casualidad. En las dificilísimas condiciones por las que ha pasado y pasa nuestro Sistema Nacional de Salud, la forma de trabajar y el buen hacer de la ONT y toda la red de coordinación y trasplantes, con la colaboración de todos los implicados ha permitido reducir de forma muy significativa los daños de la pandemia en este campo y en consecuencia, aún en tiempos difíciles ha conseguido salvar muchas vidas. ¿Cómo no pensar que podríamos haber gestionado con este estilo la totalidad de la pandemia?