En el panorama sanitario actual, las terapias digitales (DTx, por sus siglas en inglés) se constituyen como una solución innovadora que está modificando la forma de prevenir, gestionar y tratar diversas enfermedades. Estas herramientas, basadas en programas de software clínicamente validados mediante procesos equivalentes a ensayos clínicos, tienen el potencial de evolucionar el sistema sanitario al mejorar la experiencia del paciente y optimizar los recursos disponibles. Sin embargo, en España su incorporación a la práctica clínica aún está en una fase inicial, al hacerse necesarios cambios normativos, formación especializada y una colaboración multidisciplinar.

¿Qué son las terapias digitales y cuáles son sus beneficios?


Las terapias digitales son intervenciones basadas en software diseñadas para tratar o gestionar condiciones médicas específicas, como enfermedades crónicas, trastornos mentales o dolencias musculoesqueléticas. A diferencia de otras aplicaciones de salud, cumplen con estrictos estándares regulatorios que garantizan su eficacia clínica, seguridad y privacidad de datos.

En países como Alemania, Francia y Reino Unido, estas terapias ya han sido aprobadas para tratar patologías como la depresión, el insomnio, la diabetes tipo 2 y los trastornos de ansiedad, demostrando un impacto positivo en la adherencia terapéutica y los resultados clínicos. Además de personalizar los tratamientos según las necesidades del paciente, permiten la monitorización continua y automatizada de su estado de salud.

Gracias a la inteligencia artificial y el análisis de datos en tiempo real, estas herramientas pueden detectar patrones, ajustar tratamientos y prevenir complicaciones. Su aplicación resulta especialmente relevante en enfermedades crónicas, donde la adherencia terapéutica es un factor clave. Además, pueden predecir recaídas o alertar sobre el deterioro de la salud del paciente antes de que se manifieste clínicamente.

El reto de la regulación en España


A pesar de contar con una infraestructura digital avanzada en comparación con otros países europeos, España todavía no dispone de un marco regulador específico para las terapias digitales, lo que supone una barrera para su incorporación en el Sistema Nacional de Salud (SNS).

El desarrollo normativo es prioritario. Modelos como el programa DiGA en Alemania, que ha demostrado eficacia en la evaluación rápida de terapias digitales, pueden servir de referencia. Este sistema garantiza la seguridad y eficacia de las DTx y facilita su acceso mediante el seguro de salud. En el contexto español, el Consorcio DTx ha destacado en su "White Paper" la necesidad de establecer criterios de evaluación adaptados a las particularidades del SNS.

Un aspecto nuclear es la inclusión de estas terapias en las políticas de reembolso del SNS. Sin una financiación adecuada, las DTx corren el riesgo de convertirse en un lujo accesible solo para quienes puedan pagarlas, perpetuando desigualdades en el acceso a la asistencia sanitaria. Además, es imprescindible establecer mecanismos sólidos de protección de datos para garantizar la seguridad de la información personal de los pacientes.

Beneficios potenciales para el sistema sanitario


Las terapias digitales pueden ofrecer numerosos beneficios:
  • Mejorar los resultados clínicos al proporcionar tratamientos personalizados y monitorización continua.
  • Reducir la carga asistencial en hospitales y centros de salud mediante el seguimiento remoto automatizado.
  • Facilitar el acceso a tratamientos en zonas rurales o con recursos limitados, promoviendo la equidad en salud.
  • Reducir costes a largo plazo al prevenir ingresos hospitalarios innecesarios o complicaciones graves.
  • Capacitar a los pacientes, permitiéndoles un rol más activo en su cuidado y mejorando la adherencia terapéutica.
En patologías como la diabetes, las DTx permiten registrar niveles de glucosa y recibir recomendaciones personalizadas en tiempo real. En trastornos mentales, plataformas de terapia cognitivo-conductual han demostrado ser eficaces para reducir síntomas de ansiedad y depresión, especialmente en pacientes con barreras geográficas o sociales.

El camino por delante


El impacto de las terapias digitales ya es visible en distintos países. En Alemania, desde la entrada en vigor de su regulación en 2019, se han aprobado más de 70 terapias digitales y se han realizado más de 374.000 prescripciones hasta enero de 2024. En Francia y Reino Unido, terapias digitales para la diabetes tipo 2, la ansiedad y el insomnio han sido financiadas por los sistemas de salud pública, con mejoras significativas en adherencia y resultados clínicos.

En España, se ha iniciado el camino para integrar estas terapias en el sistema sanitario. El Consorcio DTx ha identificado estrategias para evaluar su impacto clínico y económico y facilitar su implementación en el SNS. La Estrategia de Salud Digital también podría servir como plataforma para su integración, asegurando su interoperabilidad con los sistemas existentes y promoviendo su uso dentro del modelo asistencial.

No obstante, para la adopción efectiva de estas terapias, resulta imprescindible la adecuada formación de profesionales sanitarios y pacientes. Los médicos y otros profesionales deben capacitarse en el uso de DTx, su eficacia y su aplicación clínica. Asimismo, los pacientes necesitan educación para utilizarlas correctamente y garantizar su adherencia.

Es igualmente esencial sensibilizar a los gestores sanitarios sobre su valor. La alfabetización digital será un pilar esencial para acelerar su adopción y asegurar que los beneficios se materialicen de manera equitativa y efectiva.

Un futuro esperanzador


Las terapias digitales representan una oportunidad para transformar el sistema sanitario español. Aunque existen desafíos importantes, la experiencia internacional nos hace vislumbrar un futuro prometedor. Su potencial para mejorar los resultados clínicos, optimizar los recursos y empoderar a los pacientes las convierte en una prioridad para cualquier sistema que aspire a ser más eficiente y centrado en la persona.

Con la implementación de un marco regulatorio claro, el aprovechamiento de la Estrategia de Salud Digital y el fomento de la formación, España podría situarse a la vanguardia de la salud digital en Europa, aprovechando al máximo el potencial de estas herramientas para mejorar la vida de muchas personas. No debemos acumular más retrasos.