La reciente decisión de la Comisión Europea de
congelar más de 600 millones de euros destinados a España
por no atajar la temporalidad en de los interinos no es solo un revés económico. Es, sobre todo,
una llamada de atención definitiva sobre un problema estructural que lleva años deteriorando nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS) y minando la dignidad profesional de quienes lo sostienen: sus trabajadores.
Desde la Organización Médica Colegial (OMC) llevamos años alertando de esta situación. Hemos denunciado reiteradamente que
la precariedad laboral en el ámbito sanitario no es una anomalía puntual, sino una práctica sistemática que ha convertido la interinidad en norma. Hoy, más del 50 % del personal sanitario en la administración pública se encuentra en situación de temporalidad,
una cifra que supera con creces los límites tolerables establecidos por la Unión Europea.
Este modelo de gestión de recursos humanos
no solo vulnera derechos laborales básicos, sino que compromete la calidad asistencial, la continuidad de los cuidados y la planificación estratégica del sistema. Un profesional sanitario que encadena contratos temporales durante años no puede desarrollar su labor con la estabilidad, la motivación ni la perspectiva de futuro que requiere una atención sanitaria de calidad. Y
un sistema que se apoya en esa precariedad está condenado a la ineficiencia y al desgaste.
La congelación de estos fondos europeos
no es un castigo caprichoso. Es la consecuencia directa del
incumplimiento de compromisos adquiridos, entre ellos, la necesidad de reducir la temporalidad en el empleo público. La Comisión ya había advertido que la reforma emprendida en su momento era insuficiente, y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea lo confirmó en 2024. Aun así, las medidas correctoras no han llegado en su justa medida.
"No se trata solo de convocar procesos selectivos sino de cambiar el modelo de contratación"
|
Este revés financiero debería ser la última señal de alarma. No podemos permitirnos seguir ignorando el problema. No solo porque está en juego la recepción de fondos vitales para la recuperación económica, sino porque
está en juego la sostenibilidad misma del SNS. La pandemia ya nos mostró, con crudeza, que un sistema sanitario fuerte necesita profesionales protegidos, reconocidos y estables. No podemos volver a fallar.
Desde la OMC insistimos:
es urgente un plan de estabilización real, ambicioso y transparente. No se trata solo de convocar procesos selectivos, sino de cambiar el modelo de contratación, garantizar la igualdad de oportunidades y ofrecer a los profesionales sanitarios un horizonte laboral con condiciones dignas que permitan hacer su trabajo de la mejor manera posible porque los ciudadanos y los pacientes merecen eso, la mejor atención posible. Es también
una cuestión de justicia intergeneracional: no podemos seguir empujando a las nuevas generaciones de médicos y médicas a un futuro de incertidumbre y frustración.
La salud de la ciudadanía depende, en gran medida, de la salud de quienes la cuidan. Y hoy,
nuestros profesionales están agotados, desmotivados y, en muchos casos, al borde del abandono. No podemos permitir que el talento se fugue, que la vocación se apague o que la excelencia se resienta por culpa de una gestión miope. No hay más tiempo que perder.