En estos días de pausa profesional, he podido curiosear con algo más de calma uno de los informes internacionales más relevantes sobre el futuro del empleo: el Future of Jobs Report 2025 del Foro Económico Mundial. Su mirada a medio plazo sobre el impacto de los grandes cambios económicos, tecnológicos y demográficos en el trabajo ofrece no solo proyecciones cuantitativas, sino también una orientación para quienes gestionamos instituciones, lideramos equipos o enseñamos a los profesionales de la salud del futuro.

Aunque el informe aborda tendencias globales y sectoriales de forma amplia, resulta imposible no detenerse en las múltiples pistas que ofrece para el mundo sanitario. Porque sí: el empleo en salud no solo crecerá en volumen, sino que se transformará en profundidad. Y lo hará al ritmo de tres grandes transiciones que el informe entrelaza con claridad: la digital, la ecológica y la humana.


El auge del empleo en sanidad: cuidar será aún más central


Según las estimaciones recogidas por el informe, profesiones como la Enfermería, el Trabajo social y la atención a la salud mental figuran entre las que más crecerán de aquí a 2030. Este crecimiento responde a factores ya conocidos pero ahora acelerados: el envejecimiento de la población en los países de renta alta, la expansión de los grupos en edad laboral en países de renta baja y media, y una creciente preocupación social por el bienestar psíquico, la soledad y la dependencia.

Que el empleo sanitario se expanda no es, sin embargo, una novedad. La verdadera pregunta es en qué dirección se transformará ese empleo. Y aquí el informe aporta pistas muy consistentes.


Habilidades del futuro: pensar, adaptarse, conectar


El informe identifica una serie de competencias profesionales clave, cuya demanda crecerá de forma notable en el horizonte 2025-2030. Entre ellas, destacan:
  • Pensamiento analítico y crítico
  • Resiliencia emocional y adaptabilidad
  • Alfabetización tecnológica
  • Liderazgo e influencia social
  • Aprendizaje continuo y curiosidad intelectual
Lo que sorprende (y entusiasma, para que negarlo) es que estas competencias no son exclusivas de ingenieros de software o estrategas corporativos: son perfectamente aplicables —y cada vez más necesarias— en el ejercicio cotidiano de las profesiones sanitarias. Una enfermera que gestiona una unidad, un técnico que opera una tecnología compleja o un médico de Familia que acompaña a pacientes en contextos de alta vulnerabilidad necesitan, más que nunca, combinar conocimiento técnico con sensibilidad relacional y capacidad de adaptación.

En otras palabras: la salud del futuro no será solo una cuestión de conocimientos clínicos, sino de competencias humanas reforzadas.


La revolución verde también pasa por la salud


Uno de los apartados más significativos del informe es el dedicado a la 'green transition'. Y aquí, el sector sanitario no queda al margen. Profesiones como Ingeniería Medioambiental, especialistas en sostenibilidad o técnicos en Salud Pública con enfoque ambiental aparecen como perfiles en crecimiento.

Pero más allá de nuevos roles, lo que se dibuja es la necesidad de integrar la conciencia ecológica en el ADN del sistema sanitario: desde la reducción de emisiones hospitalarias hasta la planificación de infraestructuras resilientes ante crisis climáticas, pasando por la formación en salud ambiental o la inclusión de criterios de sostenibilidad en las compras públicas.

En este sentido, el informe sitúa por primera vez la “custodia medioambiental” (environmental stewardship) entre las diez competencias de mayor crecimiento. Y esto interpela, directamente, a nuestros sistemas de salud.


Tecnología: entre el miedo a la sustitución y la promesa de la colaboración


Uno de los aspectos más debatidos en cualquier informe sobre el futuro del trabajo es el papel de la inteligencia artificial y la automatización. El Future of Jobs Report 2025 no cae en el alarmismo, pero advierte de una reconfiguración clara del reparto de tareas entre humanos, máquinas y sistemas híbridos.

El mensaje es nítido: la sanidad no será de los sectores más automatizables, pero sí verá cómo muchas funciones administrativas, repetitivas o técnicas se transforman. Y más importante aún: el informe propone abandonar el marco de “sustitución” y pensar en clave de “complementariedad”.

La IA generativa, por ejemplo, no reemplazará la entrevista clínica, pero puede ayudar a sistematizar historiales, optimizar agendas o detectar patrones de riesgo. El reto será formar a los profesionales para trabajar con la tecnología sin perder su humanidad.


Cuidar al cuidador: salud laboral como estrategia de futuro


El informe incide en señalar que la salud y el bienestar del trabajador se han convertido en una prioridad estratégica para la atracción y fidelización del talento. Un 64 por ciento de las organizaciones encuestadas lo reconocen ya como un eje fundamental de su política de personal.

Esto no puede ser irrelevante para un sector como el sanitario, marcado por el agotamiento crónico, la sobrecarga y la desafección laboral. Incorporar estrategias de bienestar emocional, flexibilidad horaria, desarrollo profesional y reconocimiento simbólico no es solo una cuestión ética sino una necesidad estructural.


Una sanidad en tránsito: más humana que nunca


Como colofón, creo importante señalar que si algo deja claro este informe es que el futuro del trabajo en sanidad no será una prolongación del presente. Será más complejo, más híbrido, más conectado con otras transiciones sociales y ecológicas. Pero también será una oportunidad para recentrar el cuidado como eje de sentido, reivindicar la inteligencia emocional y el trabajo relacional, y apostar por una innovación que ponga a las personas —profesionales y pacientes— en el centro.

Decía Ivan Illich que la salud no es solo la ausencia de enfermedad, sino la capacidad de las personas para vivir con dignidad en su contexto. Quizás el futuro del empleo sanitario pase por recuperar, en clave contemporánea, esta mirada profundamente humana.