Vaya por delante que me merecen el máximo respeto y admiración las interesantes iniciativas que por parte de algunos grupos e instituciones se están llevando a cabo en este terreno, pero a lo que voy a referirme en el texto es a una mirada global hacia el Sistema Nacional de Salud.

Aunque algunos aún no lo consideran nos encontramos comenzando un nuevo ciclo en la historia de la humanidad: el de la Inteligencia Artificial que constituye una tecnología que será tan revolucionaria para la sociedad como lo fue en su día la electricidad. Y los sistemas de salud no pueden quedar al margen de lo que está ocurriendo en el mundo, no pueden retrasarse como lo están haciendo. Es una tecnología que nos ofrece muchísimas oportunidades para salvar vidas y mejorarlas y por ello me horroriza la idea de que el SNS siga tardando en apostar por la Inteligencia Artificial.

No hace falta más que echar un vistazo a lo que está ocurriendo en el mundo para darse cuenta que en estos momentos existe un ingente número de personas que está pensando en cómo será el futuro en los próximos 20-25 años y al mismo tiempo están cuestionándose qué pueden hacer ahora. Esto constituye un hecho fascinante y algo bueno, muy bueno para el mundo. Sin embargo, que ahora no haya un número significativo de profesionales del mundo sanitario haciendo lo mismo es algo muy preocupante.

La gran cuestión en estos momentos que debiera ocupar a todos los agentes del Sistema Nacional de Salud es ¿hasta qué punto se considera importante esta transición tecnológica para las organizaciones sanitarias y los sistemas de salud?

Soy consciente que este es un tema complejo, con muchas aristas. Hay que tener muy presente que implementar correctamente la inteligencia artificial es algo muy complicado y en el ámbito de la salud aún más dado que nos movemos en el deslizante terreno de la incertidumbre, la salud y las personas. Porque no se trata de avanzar en desarrollos de inteligencia artificial para mejorar nuestras organizaciones (que también) sino fundamentalmente dirigirlo a las personas. Porque no se me ocurre nada más apasionante que estar en un lugar que no se limite a crear y trabajar con Inteligencia Artificial para sí mismo, sino que trabaje para que personas que padecen enfermedades y discapacidades puedan aprovechar sus avances para lo que necesiten.

Hizo falta que pasaran casi tres décadas para que la electricidad revolucionara cómo funcionaba el mundo, pero el ritmo exponencial en que ocurren los cambios y avances hoy en día hace pensar que el impacto de la Inteligencia Artificial no precisará de un periodo de tiempo excesivamente largo. Al contrario, será muy rápido más de lo que muchos suponen.


"Nuestras organizaciones sanitarias parecen condenadas al dominio endogámico de las 'profesiones sanitarias'. Y esto no se parece nada al mundo real"


Ahora bien, hay que tener presente que resolver problemas de inteligencia artificial requiere una gran cantidad de ingeniería, matemáticas, álgebra y mucha más ciencias y disciplinas. El problema radica en que nuestros sistemas sanitarios y nuestras organizaciones sanitarias parecen condenados al dominio endogámico de las “profesiones sanitarias” (hasta tenemos una ley al respecto). Y esto no se parece nada al mundo real.

De repente todo el mundo habla del Big Data y en el terreno sanitario comienzan a dispararse las alarmas al darnos cuenta de lo que realmente significa y su dimensión. Y al mismo tiempo nos vemos envueltos en la vorágine de la protección de datos que nos abruma y no nos deja tener la claridad necesaria. Es como si tuviéramos una especie de obsesión de al disponer de una cantidad masiva de datos tratar de sacar algo de valor de ellos cuando nuestra verdadera obsesión debiera ser trabajar con los problemas que tienen nuestros pacientes y nuestros profesionales. Es decir, en primer lugar, debiéramos dedicarnos a buscar la solución que nos gustaría tener para esos problemas y luego ponernos a trabajar en qué tipo de análisis automatizado nos podría llevar hacia lograr ese objetivo para finalmente averiguar si existen los datos necesarios y cómo recopilarlos. Y no al revés.

La Inteligencia Artificial tiene su fundamento en la utilización de las matemáticas para que las máquinas puedan llegar a tomar decisiones realmente buenas. Pero hay que tener en cuenta que en estos momentos la tecnología no tiene nada que ver con simular la verdadera inteligencia humana. No se trata de simular, ni siquiera de emular y sólo cuando se ha entendido esto, entonces podremos empezar a pensar en cómo aplicar un conjunto de herramientas de datos (como el aprendizaje profundo y el aprendizaje automático o por ejemplo la traducción de lenguaje natural) para resolver problemas. Hemos avanzado en ello, pero estamos muy lejos de otros sectores (quizá demasiado para el tiempo tan escaso que llevamos utilizando estas herramientas). Y no encuentro una explicación plausible.

Ciencia ficción que no ayuda


También es cierto que algunos iluminados hacen un flaco favor a la incorporación normalizada de estas tecnologías lanzando mensajes acerca de las bondades de supuestos sistemas de salud donde como en algunas películas de ciencia ficción los ordenadores reemplazaran en breve los cerebros de todos los profesionales sanitarios para que pudieran gestionar automáticamente la asistencia sanitaria. Desde que estudié la carrera vengo cada cierto tiempo leyendo titulares de cómo se ha encontrado la solución para el cáncer y con la inteligencia Artificial ocurre un poco lo mismo. Semejante estupidez hace un flaco favor a la introducción y evolución de estas tecnologías. No niego que en un futuro pueda desarrollarse un escenario que pudiera parecerse (aunque dudo que sea sin ningún tipo de intervención humana para todas las cuestiones) pero aún eso es ciencia ficción.


"Los robots y los softwares de inteligencia artificial no reemplazarán a los profesionales sanitarios. Serán los profesionales sanitarios que trabajen con robots y software de inteligencia artificial los que reemplazarán a los profesionales que no trabajen con ellos"


Y no todo son ventajas obviamente. Existen retos que hemos de afrontar. El primer y gran reto consiste en este momento en trabajar para definir el camino correcto para incorporar plenamente la Inteligencia Artificial en el ámbito de la salud. Por ello constituye una prioridad organizarse de manera sistemática para asegurarnos de que los proyectos de Inteligencia Artificial eviten los muchos posibles errores éticos que la tecnología y los nuevos profesionales de fuera del ámbito de la salud vinculados a la Inteligencia Artificial podrían cometer. Es decir, necesitamos trabajar para mejorar la capacidad de los agentes de inteligencia artificial en la resolución de problemas y formar relaciones más humanas.

Tengo la impresión personal de que existe en este campo también una manifiesta desconexión entre los responsables de la sanidad pública y los profesionales. Mi experiencia me lleva a tener claro que los profesionales sanitarios sí que están dispuestos a entablar una relación con software de inteligencia artificial, mucho más de lo que mucha gente cree. Y esto, insisto, es fruto de la experiencia pues ciertamente yo era de la idea de que los profesionales sanitarios querrían mantener una cierta distancia con la inteligencia artificial, pero lo que me encontré fue justo lo contrario. Los profesionales están dispuestos a relacionarse con programas de inteligencia artificial, eso sí, con condiciones. Es decir, siempre que tengan un diseño sofisticado, estén personalizadas a sus necesidades y, sobre todo, les ofrezcan soluciones para los problemas de sus pacientes.

Y esto tiene también que ver con lo que ocurre socialmente hoy en día en nuestro mundo. En realidad, el hecho es que los dispositivos con inteligencia artificial siempre están disponibles y las personas interactúan cada vez más con ellos incluso en muchas ocasiones durante más tiempo del que dedican a sus homólogos humanos. ¿Por qué no habría de ocurrir algo semejante con los profesionales sanitarios?

Algunas tecnologías como las redes sociales han demostrado tener mucho poder para modular las creencias y el comportamiento humanos. Existe mucha industria en este campo centrada únicamente en aumentar su negocio que, entremezclando política, trivialidades y medias verdades, son capaces de generar cambios sociales masivos. Y esto, que puede hacerse también de otra manera más ética tiene un gran potencial para que las personas mejoren o cuiden su estado de salud, un potencial inmenso en el ámbito preventivo (donde la clave radica en cambiar y adoptar comportamientos saludables) como inmenso es actualmente su inútil aprovechamiento en este terreno. Porque nuestros sistemas de salud siguen anclados en lo ordinario, en lo conocido, en lo que se encuentran cómodos.

Y no, los robots y los softwares de inteligencia artificial no reemplazarán a los profesionales sanitarios. No, serán los profesionales sanitarios que trabajen con robots y software de inteligencia artificial los que reemplazarán a los profesionales que no trabajen con ellos.

Nota: Los comentarios que aquí se recogen no reflejan la opinión de SEDISA o cualquier otra organización en la que trabaje, haya trabajado o que haya representado.