Silvia Monsalvo, secretaria del Grupo Español de Aféresis (GEA) de la SEHH y María Eva Mingot, vicepresidenta del GEA.
Imaginen ir a una clínica y pagar por un
recambio plasmático pensando que va a ser beneficioso para desintoxicar su cuerpo y retrasar el envejecimiento, tal y como han hecho famosos como
Bryan Johnson y Orlando Bloom. Se trata, de hecho, de una práctica que realizan personas con altos ingresos, sobre todo en Estados Unidos, aunque también en algunos países de Reino Unido y Europa, a pesar de no contar con evidencia científica sobre sus beneficios hematológicos.
Así lo afirma Silvia Monsalvo, secretaria del Grupo Español de
Aféresis (GEA) de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), que junto a María Eva Mingot, vicepresidenta del GEA, ha desgranado en
Redacción Médica en qué consiste este procedimiento. Las dos coinciden en que
"no sirve" como método "détox" para limpiar el cuerpo y mucho menos para mantenerse más joven.
No retrasa el envejecimiento
Para realizar un recambio plasmático, "a los pacientes se les retira su plasma lleno de toxinas y se le sustituye utilizando una máquina de aféresis por una solución llamada albúmina que es la que adsorbe las toxinas que queremos eliminar", explica Monsalvo. Un procedimiento que "requiere personal médico y Enfermería altamente cualificados y con experiencia" y que, según detalla Mingot,
puede costar entre 1.500 y 3.000 euros.
Como muchos procedimientos que se ponen de moda, detrás del recambio plasmático
"no hay ninguna evidencia relacionada con desintoxicar el cuerpo ni con retrasar el envejecimiento", asegura Mingot. "No hay indicación alguna. Ni está recogido en las guías, ni se utiliza para eso", continúa,
Una cuestión moral y ética
Un aspecto a tener en cuenta a la hora de pensar en este tipo de procedimientos es que
en España y en Europa "tenemos una baja disponibilidad de albúmina, que es un producto que procede de donantes de sangre que en nuestro país todos son altruistas y no remunerados" revela Monsalvo. Por esta razón, señala que "no puede considerarse ético que personas con altos ingresos utilicen albúmina, que procede de donantes altruistas, para un tratamiento con escasa evidencia y que realmente no se considera una patología.". "Hay pacientes con
enfermedades neurológicas o autoinmunes que si precisan de estos tratamientos y tenemos ocasionalmente limitaciones de abastecimiento de albúmina en nuestro país que requieren importarla de otros países, principalmente de Estados Unidos", insiste.
Como método de regulación de este tipo de prácticas, Monsalvo cree que las autoridades sanitarias "deberían establecer
marcos regulatorios claros que limiten el uso del recambio plasmático únicamente a indicaciones médicas avaladas por evidencia científica, garantizando la seguridad del paciente y el uso responsable de recursos como la albúmina". En este sentido, señala que sería obligatorio exigir que cualquier procedimiento en personas sanas "cuente con información clara sobre evidencia de eficacia y riesgos asociados al procedimiento, y que sea realizado únicamente en centros con personal médico cualificado". Además, "dada la escasez de albúmina y otros hemoderivados", asegura que también resulta clave "
definir criterios de prioridad de acceso para pacientes con patologías graves que dependen de estos productos".
Tratamiento contra el alzhéimer
Mingot reconoce que el único aspecto al que puede estar vinculada esta práctica es al
alzhéimer: "Cada vez hay algo más de evidencia en referencia a una posible
terapia del alzhéimer con aféresis retirando el plasma del paciente y sustituyéndolo por uno limpio, ya que hay algunos datos que nos dicen que se
podría retrasar su desarrollo".
Sin embargo, recalca que la aféresis "no es un procedimiento banal", ya que es "un procedimiento por el que se conecta como si fueras a donar sangre" y tiene
unos riesgos mínimos asociados, como "hematomas en la zona de punción" o una "bajada de tensión". Por otro lado, menciona otras complicaciones derivadas del anticoagulante que se utiliza en el procedimiento, llamado citrato, que "retira el calcio" del cuerpo, y que puede "hormigueos y calambres". En definitiva, un procedimiento que "no tiene sentido" realizarse como terapia "détox" porque "a los pocos días
el plasma, los anticuerpos y resto de sustancias de la sangre" vuelven a restaurarse automáticamente.
Aféresis: en qué casos sí está indicada
Hay varios casos concretos en los que la aféresis sí está indicada en la práctica clínica. Por ejemplo, "sirve para trasplantes de progenitores hematopoyéticos para el tratamiento de leucemia, de linfomas y de enfermedades oncológicas", asegura Mingot Castellano. Tabmién
se utiliza para las terapias CAR-T: "Lo que se hace es coger los linfocitos de una persona, modificarlos, y volvérselos a infundir para que le defienda de
tumores y de enfermedades autoinmunes". Además, está las "aféeresis para donación", por la que "los donantes de sangre habituales donan por aféresis y se recolecta directamente el plasma o los hematíes o el producto concreto que se necesita para donar".
Este tercer tipo de aféresis son las "terapéuticas". Mingot explica que en pacientes "que tienen determinadas enfermedades, muchas de ellas autoinmunes, se retira el plasma, los anticuerpos y las sustancias que generan ese problema autoinmune, y lo reponemos con un líquido sano". Un caso concreto que permite tratar la aféresis es la
púrpura trombótica trombocitopénica (PPT), "una enfermedad tiene una mortalidad del 90 por ciento si no la tratas". Gracias a la plasmaféresis, que es cuando "los donantes de sangre que donan solo plasma", los pacientes tienen "una supervivencia del 95 por ciento". En definitiva, dice Mingot, es "un procedimiento súper seguro" en estas situaciones.
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