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27 nov. 2018 11:00H
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A lo largo de una dilatada trayectoria laboral, cualquier profesional constata que hay problemas que, tarde o temprano, se solucionan, otros que, sin llegar a resolverse, experimentan avances en positivo y otros que, lamentablemente, lejos de mejorar, empeoran con el transcurso del tiempo.

Si hablamos de los profesionales de Enfermería, uno de estos últimos es el de las agresiones, tanto físicas como verbales, que sufren en su lugar de trabajo, ya sea un hospital, un centro de salud o sociosanitario, e, incluso, en el hogar de aquellas personas a las que atienden.

Ha empeorado porque en los últimos años son más numerosas las denuncias que llegan a nuestra organización de este tipo de ataques hacia la integridad física y psíquica de las enfermeras o  enfermeros.

Seguimos sin un registro oficial del número y tipología de casos denunciados a nivel estatal, pero hables con cualquier profesional que hables así te lo confirma en base a su experiencia personal y la de sus compañeros de centro. 


"Conocemos la enfermedad y las causas, y hay un diagnóstico. Entonces, ¿por qué no ponemos un tratamiento que cure o palíe el sufrimiento?"


Aumenta la insatisfacción


Y han aumentado los casos porque la insatisfacción general hacia nuestro sistema sanitario público también lo ha hecho en los últimos años. Si sumamos uno más uno siempre nos dará dos. Menos recursos humanos y materiales han propiciado más esperas y una peor atención no achacable al profesional y, como consecuencia, más pacientes y familiares enfadados y contrariados.

Conocemos la enfermedad y sus causas y tenemos un diagnóstico claro de la misma. Entonces, ¿por qué no hay un tratamiento general que si no la cura por completo, al menos palíe lo máximo posible sus negativas consecuencias en la salud de los afectados?

Una cuestión planteada de manera reiterada desde SATSE a nuestros responsables sanitarios públicos, tanto a nivel estatal como autonómico, y que aún sigue en la columna de “asuntos pendientes”. Cierto es que hay ‘tratamientos’ por comunidades autónomas que dan una respuesta parcial e incompleta al problema, pero sigue sin ponerse sobre la mesa una solución integral, homogénea y coordinada.

Es necesaria una ley


Una respuesta que desde nuestra organización entendemos que debe tener rango de Ley para que obligue a todos, Ministerio y consejerías de Sanidad de las comunidades autónomas, a trabajar en una misma dirección  con los mismos objetivos a todos los niveles (prevención, información, asesoramiento, atención, sanción…)

No solo lo entiende así el Sindicato de Enfermería sino que en recientes fechas elaboró un proyecto normativo al respecto que trasladó al Gobierno para que lo hiciese suyo y pudiese hacerse realidad. Hasta el momento, desde Sanidad no se ha movido ficha y se siguen sucediendo los titulares en los medios de comunicación con el último caso de agresión acontecido en cualquier lugar de nuestro país.

La principal razón, lo reconozcan o no, la conocemos todos. No se deciden a destinar los recursos humanos y materiales necesarios para evitar un descontento general que al final pagan los que menos se lo merecen.

Todos aquellos profesionales que sufren, al igual que los ciudadanos, las consecuencias de los recortes en su día a día y que, además, son tratados en ocasiones de la peor manera posible, con insultos, amenazas y hasta empujones, puñetazos y otro tipo de agresiones físicas.

¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar para que una Ley proteja real y eficazmente a nuestros profesionales? ¿Cuántas enfermeras y enfermeros más tendrán que ser agredidos?, ¿Cuantas noticias más tendremos que escuchar en los medios de comunicación? La respuesta no la tenemos nosotros, sino los que tienen en sus manos la posibilidad de cambiar las cosas. Respondan, señores, respondan.