La salud emocional se ha convertido en uno de los grandes retos sanitarios y sociales de nuestro tiempo, pasando de ser un concepto periférico a ocupar un papel central en el ámbito sanitario. Vivimos en un contexto creciente de incertidumbre, precariedad, sobreinformación y aislamiento, donde el malestar emocional emerge con fuerza en las consultas de Atención Primaria. Sin embargo, no siempre disponemos de los recursos necesarios para abordarlo desde una perspectiva preventiva, comunitaria y no medicalizadora.

Pero ¿qué entendemos exactamente por salud emocional? No se trata de estar permanentemente felices ni de evitar cualquier malestar, sino de la capacidad de identificar, comprender y regular nuestras emociones, así como de interactuar con nuestro entorno de manera adaptativa. La salud emocional puede ser dinámica y fluctuante a lo largo de nuestra vida y, aunque está estrechamente relacionada con la salud mental, esta última incorpora también factores cognitivos, conductuales, sociales, psicológicos... y la posibilidad de aparición de trastornos mentales o de discapacidad psicosocial.

La Atención Primaria, y especialmente la Medicina de Familia, presta especial atención a la salud emocional y mental y está alerta ante signos de malestar que podrían evolucionar hacia enfermedades mentales. Sin embargo, nuestra potencialidad en prevención sigue siendo un desafío en un Sistema Nacional de Salud (SNS) predominantemente reactivo, centrado en el tratamiento de problemas ya instaurados más que en su prevención. Es fundamental cambiar este enfoque, fortaleciendo la Atención Primaria como eje de promoción de hábitos saludables y de abordaje de malestares emocionales antes de que se conviertan en enfermedades.

Nuestro colectivo médico enfrenta un reto paralelo. La salud emocional de los profesionales de Atención Primaria muestra un aumento de problemas como ansiedad, insomnio, depresión y burnout1-2, con cifras preocupantes en relación al suicidio. Aunque los médicos estamos entrenados para detectar y abordar malestares emocionales en nuestros pacientes, identificar señales de alarma en nosotros mismos es otro asunto. El saber “parar” para reflexionar y hacer introspección, así como el apoyo entre compañeros se convierten en herramientas esenciales para mantener una buena salud emocional, protegiendo tanto al profesional como a la calidad de la atención que prestamos.

La detección precoz en consulta también desempeña un papel clave, así como la longitudinalidad de la Atención Primaria, que nos permite observar la evolución emocional de los pacientes a lo largo del tiempo, incluso cuando inicialmente no se muestran abiertos a hablar de sus problemas. La vigilancia activa junto con la observación de síntomas físicos que pueden ser somatizaciones de malestar emocional —como insomnio, fatiga o dolor— y la entrevista clínica, facilitan una actuación temprana y adecuada. Esta labor de “filtro” nos convierte a los médicos de familia en piezas fundamentales para el cuidado de la salud emocional de la población.

En este contexto, la tecnología emerge como un aliado potencial tanto para los profesionales como para la población. Cuestionarios digitales o herramientas de mapeo poblacional pueden facilitarnos la detección de áreas de vulnerabilidad para promover hábitos saludables, prevenir enfermedades mentales y para detectarlas tempranamente y actuar. Para los pacientes, aplicaciones de apoyo de hábitos saludables o herramientas facilitadoras de contacto social para minimizar esa soledad no deseada cada vez más presente. Sin embargo, no está exento de riesgos para la población, ya que se está observando un mayor autodiagnóstico de enfermedades mentales, muchas veces erróneo, y un aumento de la medicalización. 

Ante el riesgo creciente de medicalizar los problemas de la vida, desde la Medicina de Familia conocemos bien tanto el principio de “no maleficiencia”3 como la “prevención cuaternaria”4-5, ambos conceptos claramente relacionados que, en el ámbito de la salud emocional y la salud mental, se traduce en no etiquetar como patología lo que es una respuesta normal ante una pérdida, un conflicto o una etapa vital difícil. “Es la vida, no la medicalices” no es una llamada a la pasividad, sino a la prudencia clínica y al acompañamiento adecuado.


"La salud emocional es un pilar, tanto para los personas a las que atendemos como para los profesionales de Atención Primaria"



Desde la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) se están desarrollando iniciativas estratégicas para abordar la salud emocional de manera integral. Entre ellas destacan la Pirámide del Sueño6, una guía educativa presentada en mayo de 2025 junto a la Alianza por el Sueño, cuyo objetivo es organizar jerárquicamente los hábitos diarios para combatir el insomnio y mejorar el descanso sin necesidad inicial de fármacos. Además, el Proyecto de Salud Emocional de la SEMG permitirá sondear el estado emocional tanto de la población general como de los profesionales sanitarios de la SEMG mediante encuestas específicas, proporcionando datos que orienten intervenciones y políticas. Estas acciones se complementan con formación continuada en congresos y jornadas regionales, reforzando la innovación y la investigación como ejes estratégicos.

La salud emocional es un pilar, tanto para los personas a las que atendemos como para los profesionales de Atención Primaria. Apostar por un enfoque preventivo y de detección precoz, apoyado en la longitudinalidad de la atención, la actualización y la investigación, así como el uso prudente de la tecnología, contribuye a evitar la medicalización innecesaria y a favorecer hábitos de vida saludables. Es decir, prevenir antes que curar mediante una revolución silenciosa en salud emocional. Este es el enfoque estratégico que proponemos desde SEMG para proteger a los individuos y fortalecer nuestro sistema sanitario, recordándonos que invertir en salud emocional es invertir en bienestar colectivo, en calidad de vida, en salud física y mental y en un SNS más resiliente y sostenible. 


BIBLIOGRAFÍA

(1) Estefanía Beltrán Gómez, Antonio Pujol de Castro, Pablo Vaquero Cepeda y Ferrán Catalá López. Prevalencia de burnout en profesionales de atención primaria del Sistema Nacional de Salud: revisión sistemática y metaanálisis.Gaceta Sanitaria, Vol. 39 (2025), 102526.
https://doi.org/10.1016/j.gaceta.2025.102526
(2) Pujol-de Castro A, Valerio-Rao G, Vaquero-Cepeda P, Catalá-López F. Prevalencia del síndrome de burnout en médicos que trabajan en España: revisión sistemática y metaanálisis. Gac Sanit. 2024;38:102384. doi:10.1016/j.gaceta.2024.102384.
(3) Siurana Aparisi JC. Los principios de la bioética y el surgimiento de una bioética intercultural. Veritas. 2010;(22):121-157. doi:10.4067/S0718-92732010000100006.
(4) Prevención cuaternaria: de la medicina clínica a la medicina social. Rev Cubana Salud Pública. 2019;45(4). Publicado 29 jun 2020.
(5) Bentzen N, editor. Wonca Dictionary of General/Family Practice. Copenhagen: Maanedsskrift for Praktisk Laegegerning; 2003.
(6) Alianza por el Sueño / Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Pirámide del Sueño: herramienta educativa para la promoción de hábitos saludables de descanso. Madrid: SEMG; 2025. https://www.semg.es/index.php/noticias/item/1295-noticia-202505013-2