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25 feb. 2020 14:10H
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Una de las características de los tiempos actuales se refiere a la gran transformación digital a la que estamos asistiendo y que está modificando de manera disruptiva la forma de organizar las empresas y muchos de los aspectos de nuestra vida cotidiana.

Puede afirmarse que estamos ante una revolución que transforma ya y transformará en el futuro inmediato numerosos procedimientos arraigados durante muchos y muchos años, haciendo surgir nuevas formas de organización, nuevas formas de diagnóstico, nuevas formas de mejora en la calidad y en los procesos formativos e, incluso, nuevas posibilidades para ganar en accesibilidad, en eficiencia y en equidad.

Veamos algunas de las cuestiones a tener en cuenta. Por ejemplo, el potencial que ofrece la digitalización nos abre nuevas opciones para la búsqueda de eficiencia, al poder abordar una reingenieria de procesos que permitiría hacer mucho más y con mejores resultados con iguales o menores recursos.

No es este asunto un tema menor dados los desafíos de sostenibilidad del Estado de Bienestar en España y Europa ante el envejecimiento poblacional y las mayores necesidades que ello conlleva, por ejemplo, en salud, atención social o pensiones.

Por otra parte, la digitalización abre la puerta a otra forma de abordar la gestión de la información (big data) y ello, junto a la aplicación de la inteligencia artificial, anticipa un cambio disruptivo en numerosas áreas de la práctica clínica que ofrece un potencial de mejora en la calidad de nuestra prevención y en la calidad de nuestra asistencia.


"La digitalización abre la puerta a otra forma de abordar la gestión de la información (big data) y ello, junto a la aplicación de la inteligencia artificial, anticipa un cambio disruptivo en numerosas áreas de la práctica clínica"


Este quizás sea uno de los espacios donde podamos asistir en un futuro inmediato a mayores cambios y, en la medida que ello sea así, conllevará la necesidad de redefinir los procesos formativos (incluyendo los procedimientos y las metodologías de formación) y las guías de práctica clínica al aparecer nuevas evidencias de calidad. Esto tiene un impacto evidente en la capacitación de nuestros profesionales.

De igual forma, la digitalización aumenta la capacidad de mejorar el acceso de los pacientes y de los ciudadanos a los servicios y la capacidad de adaptar la oferta a sus necesidades; ello hace imprescindible un impulso urgente de líneas de acción que hagan real y universal las nuevas formas de acceso que la digitalización permite ya desde el punto de vista técnico.

Pero, además, desde el punto de vista de la equidad, la digitalización basada en la evidencia debería impulsarse con una mirada intensa hacia la mejora de la equidad. Equidad en el acceso, equidad en los procesos y equidad en los resultados en salud. Este es un campo que ya por si mismo justificaría la necesidad de un impulso estratégico con un fuerte liderazgo desde la máxima autoridad sanitaria en colaboración estrecha con las empresas y, por supuesto, con los departamentos del Gobierno encargados de la innovación, la economía y la industria.

El desarrollo de la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial que impulsa el Gobierno de España es una buena percha de la que colgar una iniciativa estratégica para el impulso de la digitalización y la inteligencia artificial en el Sistema Nacional de Salud. Liderar este espacio estratégico puede ser de vital importancia y trascendencia para la sanidad pública.