La adopción generalizada de la versión original del eslogan
One Health quizás tenga que ver con el estímulo a la imaginación que generan las locuciones en otras lenguas, particularmente, en inglés, puesto que la traducción literal al castellano es directa, aunque poco seductora y el significado que pretende evocar la expresión equivaldría en castellano a '
Una única salud' no muy eufónica y tal vez menos fascinante.
Un mensaje cuyas raíces más cercanas son, sin ir más lejos, la
bioética por un lado y la
ecología por otro.
La revista alemana Kosmos publicaba en 1927 el editorial 'Bioética: Un estudio de las relaciones éticas de los humanos con los animales y las plantas' de
Fritz Jahr (1895-1953), que reformulaba el
imperativo categórico de Kant, limitado a los humanos, ampliándolo a todos los seres vivos, si bien de un modo flexible.
Años más tarde, en 1971, el bioquímico
Van Rensselaer Potter (1911-2001) reivindicaba la necesidad de generar puentes sólidos integradores entre el
conocimiento tecnológico, la
biología, la
ecología, la
medicina y los
valores humanos para poder influir de forma más positiva sobre la calidad de nuestra vida.
"En la actualidad, One Health remite, pues, al reconocimiento de que nuestra vida no es independiente – ni siquiera autónoma— de las que conforman la biosfera"
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Por otro lado, según la hipótesis Gaia, formulada por el químico
James Lovelock y codesarrollada por la microbióloga
Lynn Margulis en la década de 1970, los organismos vivos interactúan con su entorno inorgánico en la Tierra para formar un sistema complejo, sinérgico y autorregulador que ayuda a mantener y perpetuar las
condiciones para la vida en el planeta.
Iniciativas precursoras de la conferencia que en 2004 organizó en
Nueva York la
Wildlife Conservation Society en la que se proclamaron los doce
Principios de Manhattan que destacaban los vínculos entre humanos, animales y el entorno y la importancia de enfoques interdisciplinares dirigidos a la prevención, educación, inversión y desarrollo de políticas. Y precedente, también, de la creación por parte de la
Asociación Médica Veterinaria Estadounidense de la Iniciativa One Health en 2006; que la
Asociación Médica Estadounidense (AMA) adoptaría en 2007.
Empeños que asumieron diversas agencias de las
Naciones Unidas, entre ellas
FAO, OMS y UNICEF que, con el
Banco Mundial, publicaron en 2008 una 'Contribución a un mundo, una salud', el marco estratégico para
reducir los riesgos epidémicos derivados de la interacción del ecosistema animal-humano, reiterando las recomendaciones para una salud mundial con este enfoque.
En la actualidad, One Health remite, pues, al reconocimiento de que nuestra vida no es independiente – ni siquiera autónoma— de las que conforman la
biosfera, como
ecosistema planetario del que forman parte los humanos, el resto de los animales y el entorno que habitamos.
Una convicción razonable y sensata, compartida por la mayoría de la
comunidad científica, que, no obstante, puede generar planteamientos utópicos ingenuos que minusvaloren, entre otras realidades, la selección natural o los conflictos de intereses.
De ahí la conveniencia de mantener la brújula de nuestras actuaciones bien centrada en las prioridades que requiere sostener y
mejorar el bienestar y calidad de vida -y con ello la salud- de la población de la manera más justa y equitativa posible.
Propósito que, ya que no es factible un mundo idílico, requiere diferenciar adecuadamente las ventajas y los beneficios que nos pueden proporcionar las intervenciones promovidas desde
One Health de aquellas que, amparadas en su divisa, nos alejen de los objetivos más encomiables de la estrategia.
Más transversalidad para One Health
La proliferación de iniciativas que, reivindican la necesidad de ampliar el marco y la transversalidad del concepto y de las estrategias de acción que inciden sobre el bienestar y calidad de vida, con referencia especial a la salud como elemento determinante, entre las cuales acompañan a One Health, como por ejemplo
Salud global o
Salud Planetaria, no deberían hacernos menospreciar algunas de las recomendaciones de la
Carta de Ottawa del primer congreso internacional de promoción de la salud en 1976 y de uno de sus frutos más lógicos, la iniciativa de la
salud en todas las políticas – que no significa la hegemonía sanitaria, más bien lo contrario.
Es imprescindible trasladar a la elaboración conceptual, y también al terreno operativo, las n
uevas necesidades de actuación que plantean la globalidad planetaria y los puentes integradores y llevar a la realidad, de una vez por todas, la evidencia de la intersectorialidad como elemento clave en la determinación del nivel de bienestar y calidad de vida individual y poblacional.
Es en esta perspectiva integradora cuando adquiere sentido el
desarrollo del concepto y estrategia One Health.