Los especialistas reclaman más inversión, tiempo y reconocimiento para investigar



3 mar. 2016 17:43H
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Sandra Melgarejo. Guía de Isora (Tenerife)
En 2016 se cumplen 40 años desde que Andreas Gruentzig comunicase su técnica de angioplastia coronaria, hito que marca el nacimiento de la Cardiología Intervencionista moderna. Armando Pérez de Prado, coordinador de Cardiología Intervencionista del Servicio de Cardiología del Hospital de León, considera que se trata de una especialidad “realmente joven, en la que los hallazgos, mejoras e innovaciones se han sucedido a un ritmo de vértigo. Hemos pasado de tratar algunas situaciones clínicas a ser la técnica de elección en muchos cuadros clínicos de patología coronaria. Y la expansión hacia el tratamiento de otras patologías cardiacas (valvular, insuficiencia cardiaca, etc.) es imparable”.
 

Armando Pérez de Prado.

Así, este especialista sostiene que “la Cardiología Intervencionista lleva impreso en su código genético la necesidad de I+D+i para existir”, como ha recalcado durante la III Reunión de Innovación en Cardiología Intervencionista de Cardiva, que se está celebrando estos días en Guía de Isora (Tenerife). “Los profesionales médicos tenemos un papel clave en el desarrollo de las técnicas hasta su puesta en práctica y, necesariamente, en la comprobación de su eficacia y seguridad: en colaboración con ingenieros y diseñadores, en el análisis de su factibilidad en bancos de pruebas y simuladores, en conjunto con especialistas en investigación experimental, y, finalmente, como investigadores clínicos en los ensayos pioneros y en los grandes estudios de comprobación de la eficacia y seguridad. La investigación traslacional, con múltiples nodos entre todos estos pasos, necesita de profesionales sanitarios que sirvan de elemento común en cada fase”, ha indicado.
 
No obstante, Pérez de Prado ha lamentado que las oportunidades de realizar I+D+i que tienen los médicos de nuestro país son reducidas. “Sin un apoyo decidido desde la Administración pública, que dedica menos del 1,5 por ciento del PIB a I+D+i cuando la cifra objetivo para 2020 en Europa es un 3 por ciento, la posibilidad de realizar esta actividad pasa por el apoyo de la industria privada. Y la gran mayoría de estas compañías tienen base en Estados Unidos, con sus propios recursos para realizar las primeras fases de la investigación. Así que, aunque cada vez es más frecuente participar en los grandes estudios clínicos, es muy difícil acceder a realizar la investigación básica y experimental”, ha comentado.
 
Sin embargo, el coordinador de Cardiología Intervencionista del Hospital de León ha destacado que “compañías españolas como iVascular y Cardiva mantienen, afortunadamente, una decidida apuesta por la investigación y la innovación. Y para llevarlas a cabo, en todas las fases de su desarrollo, cuentan con los especialistas de nuestro país. Solo apuestas de este tipo permiten mantener un tejido suficiente en investigación”.
 
Tiempo más allá de la carga asistencial
 
Otra de las dificultades a las que tienen que hacer frente los profesionales sanitarios interesados en la I+D+i es encontrar tiempo para dedicarse a ello, debido a la carga asistencial y burocrática del trabajo cotidiano. Según Pérez de Prado, “se debe poner en valor este trabajo, como parte ineludible del ejercicio de nuestra profesión, porque en muchos ambientes se considera el tiempo dedicado a estas actividades como un tiempo ‘robado’ a la asistencia. Desde los órganos directivos del sistema debe reconocerse y promoverse esta actividad, que generará sin duda mucha mejor calidad asistencial en el futuro”.
 
Finalmente, el especialista ha hecho referencia a la reciente alarma social generada por los fallecimientos relacionados con un ensayo clínico en Francia: “Aunque nunca es posible excluir totalmente estos riesgos al realizar un ensayo clínico, los mecanismos de seguridad de los que disponemos actualmente hacen este fenómeno muy improbable. Somos los profesionales sanitarios los que debemos estar seguros de ello y transmitírselo así a nuestros pacientes. Siempre hay que recordarle al paciente que, aunque individualmente no deba esperar un beneficio por participar en un estudio, con los resultados obtenidos ayudará a otros a conseguir el mejor tratamiento posible, como el que se le aplica gracias a que otros pacientes participaron en ensayos previos”.


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