El presidente de la Sedar reivindica el papel del anestesiólogo como guardián de la vida en su día mundial

"Detrás de cada cirugía segura hay un anestesiólogo protegiendo una vida"
Javier García, presidente de la Sedar.


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En el Día Mundial de la Anestesiología, que se celebra este 16 de octubre, Javier García Fernández, presidente de la Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor (Sedar), reivindica la labor de los “guardianes silenciosos de la vida”. En una especialidad tan esencial como desconocida, García subraya el papel del anestesiólogo como médico que no solo “duerme” al paciente, sino que sostiene sus funciones vitales, alivia su dolor y vela por su seguridad en los momentos más críticos. “Detrás de cada cirugía segura hay un anestesiólogo protegiendo una vida”, recuerda.

La anestesiología sigue siendo una especialidad poco visible para la ciudadanía. ¿Por qué cree que aún existe tanto desconocimiento sobre el papel del anestesiólogo?

Efectivamente, la anestesiología sigue siendo una especialidad poco visible para la ciudadanía, y ese es uno de los grandes retos que afrontamos. La razón principal es que nuestro trabajo se desarrolla, casi siempre, detrás de la acción directa de un médico que les ha visto en consulta y que es el que les trata por el problema de salud que tiene. Somos los médicos que velan por la seguridad del paciente en los momentos más críticos —durante una cirugía, en una UCI quirúrgica o en situaciones de urgencia vital—, pero la mayoría de las veces el paciente no nos ve o no nos identifica como el médico especialista responsable de su seguridad integral.

Históricamente, la figura del anestesiólogo ha quedado asociada únicamente a “dormir al paciente”, cuando en realidad somos los especialistas que garantizamos que el cuerpo soporte una cirugía mayor, que el corazón y el pulmón mantengan su función, que el dolor esté controlado y que el paciente despierte sin secuelas. Además, el anestesiólogo es también un médico especialista en UCI, un experto en ventilación mecánica, en manejo del dolor, en reanimación y en cuidados perioperatorios complejos.

Por tanto, más que una especialidad invisible, diría que es una especialidad esencial para la vida del paciente, pero silenciosa, que actúa donde nadie más puede hacerlo. Nuestra labor es hacer visible esa realidad, que detrás de cada intervención quirúrgica exitosa, de cada reanimación y de cada paciente sin dolor, hay un anestesiólogo protegiendo de su vida.

Muchos pacientes creen que el anestesista “solo duerme al paciente”. ¿Qué hay detrás de esa percepción y cómo resumiría realmente la amplitud de su trabajo?

Esa percepción de que el anestesiólogo “solo duerme al paciente” tiene detrás una profunda falta de comprensión del verdadero alcance y complejidad de nuestra labor. “Dormir” suena a algo simple, rutinario o sin trascendencia, cuando en realidad estamos hablando de la administración de fármacos que, si no se manejan con precisión y conocimiento profundo, son letales. Todos los fármacos anestésicos generales inducen una situación que, fisiológicamente, es una muerte potencialmente reversible. Es decir, el anestesiólogo es el médico que lleva al paciente a un estado de inconsciencia profunda, abolición del dolor y control completo de las funciones vitales... y lo devuelve con vida.

Pero además, nuestro trabajo no se limita a la farmacología anestésica. Durante la intervención nos responsabilizamos de la seguridad integral del paciente: controlamos la función respiratoria, hemodinámica, neurológica, renal y metabólica; prevenimos y tratamos complicaciones quirúrgicas o derivadas de la patología previa; y coordinamos todo el manejo perioperatorio, desde la valoración preanestésica hasta la recuperación y el control del dolor postoperatorio.

Por eso, más que “dormir al paciente”, el anestesiólogo sostiene la vida durante el tiempo en que el cirujano puede realizar su trabajo. Nuestra función es la de un médico altamente especializado en fisiología, farmacología y soporte vital avanzado, y eso debe ser comprendido y reconocido.

Más allá del quirófano, ¿en qué otros escenarios hospitalarios es esencial la figura del anestesiólogo?

El anestesiólogo es un médico esencial no solo en el quirófano, sino en prácticamente todos los escenarios donde la vida del paciente puede estar en riesgo. Nuestra especialidad se extiende mucho más allá del acto quirúrgico: somos los responsables del soporte vital en las Unidades de Cuidados Intensivos quirúrgicos, del manejo avanzado de la ventilación mecánica, del control del dolor agudo y crónico, y del cuidado perioperatorio integral del paciente crítico.

Además, el anestesiólogo participa de forma activa en todos los procedimientos intervencionistas que requieren actos anestésicos —lo que muchos identifican como “dormir al paciente”— en áreas como cardiología, digestivo, radiología, urología o neumología, entre muchas otras especialidades médicas que realizan técnicas complejas. En todos estos contextos, la presencia del anestesiólogo es sinónimo de seguridad, control fisiológico y manejo experto de la sedación, la analgesia y el soporte vital.

En la reanimación postquirúrgica somos quienes garantizamos que el enfermo despierte de manera segura y con estabilidad hemodinámica y respiratoria. En las UCIs quirúrgicas, también llamadas reanimaciones quirúrgicas, nos encargamos del posoperatorio de pacientes muy graves, sometidos a cirugías que comprometen la vida, controlando su equilibrio hemodinámico, oxigenación, perfusión tisular y recuperación orgánica tras la agresión quirúrgica o el trauma.

"Esa percepción de que el anestesiólogo “solo duerme al paciente” tiene detrás una profunda falta de comprensión del verdadero alcance y complejidad de nuestra labor"


Asimismo, desempeñamos un papel fundamental en las unidades de dolor agudo, donde tratamos el dolor posoperatorio, y en las unidades de dolor crónico, donde abordamos dolores irreversibles que no han respondido a los tratamientos convencionales mediante técnicas intervencionistas avanzadas y estrategias multimodales. También lideramos los equipos de reanimación y respuesta rápida hospitalaria, que actúan ante cualquier parada cardiorrespiratoria o emergencia vital.

En definitiva, el anestesiólogo es un médico de cuidados críticos, experto en fisiología aplicada, que actúa en cualquier lugar del hospital donde la vida del paciente dependa del control preciso de sus funciones vitales. Es una de las especialidades más transversales, versátiles y determinantes para la seguridad del paciente hospitalizado.

En el quirófano, los cirujanos suelen destacar la importancia del anestesista para que una operación salga bien. ¿Cómo definiría esa relación de trabajo en equipo?

La relación entre anestesiólogos y cirujanos es, ante todo, una relación de interdependencia profesional absoluta. Ninguno de los dos puede trabajar sin el otro, y el éxito de una intervención depende tanto de la precisión técnica del cirujano como de la seguridad fisiológica que garantiza el anestesiólogo.

Sin embargo, no siempre esa relación se percibe igual. Los cirujanos que trabajan con pacientes más frágiles y procedimientos de alto riesgo —como los de cirugía cardíaca, torácica, vascular o pediátrica— son plenamente conscientes del valor que aporta el anestesiólogo. Saben que detrás de cada cirugía exitosa hay un control fino de la hemodinamia, de la ventilación, de la perfusión y de la respuesta orgánica del paciente, sin los cuales ninguna técnica quirúrgica sería posible.

En cambio, en procedimientos más mecánicos o rutinarios, donde el riesgo vital parece menor, a veces se pierde esa percepción de complejidad y de corresponsabilidad. Pero la realidad es que toda cirugía, por pequeña que sea, requiere del anestesiólogo para garantizar la seguridad integral del paciente.

Existe un dicho muy extendido entre los anestesiólogos veteranos: “Un buen cirujano se merece y pide un buen anestesista; un mal cirujano lo necesita para que el paciente sobreviva.” Es una forma irónica, pero cierta, de expresar que nuestro trabajo es lo que convierte una cirugía técnicamente posible en una cirugía humanamente segura.

En definitiva, la relación entre anestesiólogo y cirujano debe basarse siempre en el respeto mutuo y en un objetivo compartido: la seguridad y el bienestar del paciente, por encima de cualquier protagonismo individual.

La anestesiología también tiene un papel destacado en la medicina del dolor y los cuidados críticos. ¿Cree que la sociedad es consciente de esa faceta?

Sí, indudablemente los médicos anestesiólogos son quienes lideran las Unidades de Dolor Agudo y de Dolor Crónico, dos estructuras asistenciales imprescindibles dentro del sistema sanitario moderno. En las unidades de dolor agudo, nuestra labor es garantizar que los pacientes intervenidos de cirugías complejas y dolorosas puedan tener un posoperatorio sin sufrimiento, controlando el dolor con técnicas avanzadas que permiten una recuperación más rápida, segura y humana.

"La relación entre anestesiólogos y cirujanos es, ante todo, una relación de interdependencia profesional absoluta"


Por otro lado, las unidades de dolor crónico representan quizá uno de los mayores desafíos clínicos actuales. A ellas llegan pacientes que ya han sido tratados sin éxito por múltiples especialistas y que, en muchos casos, viven sin esperanza de encontrar alivio. En estas unidades, los anestesiólogos aplicamos técnicas intervencionistas de alta complejidad, bloqueos nerviosos, neuromodulación, radiofrecuencia o infusiones espinales, entre otras, con el objetivo de modular, paliar e incluso, en algunos casos, curar un dolor que parecía irreversible.

Sin embargo, la sociedad en general no es plenamente consciente de esta faceta de la anestesiología. Se desconoce que detrás del control del dolor —uno de los grandes retos de la medicina moderna— están los anestesiólogos, médicos expertos en fisiología, farmacología y técnicas mínimamente invasivas. Nuestro papel no es solo dormir o despertar pacientes, sino aliviar su sufrimiento y devolverles calidad de vida, tanto en el quirófano como mucho más allá de él.

La tecnología y la monitorización avanzada han transformado la especialidad. ¿Cómo ha cambiado el trabajo del anestesiólogo en los últimos años?

Efectivamente, uno de los grandes avances de nuestra especialidad en las dos últimas décadas ha sido el desarrollo de sistemas de monitorización avanzada de la función cerebral, cardíaca y pulmonar, que han permitido alcanzar niveles de control y vigilancia fisiológica nunca vistos en la historia de la medicina.

Esto ha transformado profundamente nuestro trabajo. Lo que antes era una práctica basada en la observación clínica y la experiencia, hoy se ha convertido en una medicina altamente tecnológica y basada en datos en tiempo real. La comparación es clara: hemos pasado de pilotar un Seat Panda a pilotar un Boeing 747. La complejidad técnica y científica del trabajo del anestesiólogo actual exige un nivel de formación, destreza e interpretación fisiológica extraordinariamente alto.

Cada monitor ofrece información de enorme valor, pero también de gran complejidad. Interpretar correctamente esas señales —saber cuándo una variación significa un riesgo vital o una respuesta adaptativa— requiere médicos altamente cualificados, con capacidad analítica, criterio clínico y un conocimiento profundo de la fisiología humana.

Por eso, la seguridad del paciente no depende del aparato, sino del anestesiólogo que lo interpreta y toma decisiones en tiempo real. La tecnología ha elevado nuestra especialidad a un nivel de precisión y seguridad sin precedentes, pero también ha incrementado enormemente la responsabilidad y la exigencia de competencia técnica y científica. Hoy más que nunca, el anestesiólogo es un médico que combina la ciencia más avanzada con el juicio clínico más fino.

"Uno de los grandes avances de nuestra especialidad en las dos últimas décadas ha sido el desarrollo de sistemas de monitorización avanzada de la función cerebral, cardíaca y pulmonar"


¿Qué retos afronta actualmente la anestesiología española en términos de recursos humanos, carga asistencial o envejecimiento de la población?

Los retos que afronta actualmente la anestesiología española son profundos y estratégicos, y afectan directamente a la seguridad del paciente y al futuro de la asistencia sanitaria en nuestro país.

El primero, y más urgente, es la aprobación definitiva del nuevo programa formativo de la especialidad, que amplía la formación a cinco años, equiparándonos al resto de Europa. Este cambio no es una cuestión corporativa, sino una exigencia de seguridad clínica. La medicina moderna requiere anestesiólogos con competencias avanzadas en cuidados críticos, ventilación mecánica, monitorización cerebral y hemodinámica, manejo del dolor y técnicas intervencionistas. Limitar la formación a cuatro años —como ocurre todavía en España— supone condenar a nuestros especialistas a una formación inferior a la de sus homólogos europeos, lo que repercute directamente en la calidad asistencial. Ahora mismo este programa está en fase de votación por parte de las Comunidades Autónomas, y su aprobación es un paso imprescindible para situar a España al nivel que le corresponde.

El segundo gran reto es el riesgo de degradación del modelo médico de la anestesiología. Mientras desde la Sedar y la Comisión Nacional trabajamos para alcanzar los estándares más altos de competencia y seguridad, algunos planteamientos políticos o económicos pretenden sustituir a médicos especialistas en anestesiología por profesionales sin la formación ni las competencias necesarias para administrar fármacos anestésicos generales, como el propofol, en procedimientos intervencionistas o sedaciones complejas.

Es una contradicción difícil de entender: mientras la comunidad científica española busca alcanzar la excelencia y los máximos niveles de seguridad, algunos modelos asistenciales empujan hacia una reducción de calidad y de garantías clínicas por motivos puramente economicistas. La anestesiología no es un acto técnico, es un acto médico de altísima responsabilidad, que implica el dominio de la fisiología, la farmacología y la capacidad de respuesta ante cualquier eventualidad vital.

Por todo ello, nuestros esfuerzos como sociedad científica se centran en garantizar que la anestesiología española siga siendo una especialidad médica de máximo nivel, plenamente alineada con los estándares europeos y siempre al servicio de la seguridad del paciente.

Desde la Sedar, ¿qué iniciativas impulsan para dar visibilidad a la especialidad y atraer a nuevos profesionales jóvenes?

Desde hace ya cinco años, la Sedar puso en marcha un plan estratégico muy claro, centrado en dos grandes ejes: aumentar la visibilidad de la anestesiología ante la sociedad y fortalecer el liderazgo de las nuevas generaciones de anestesiólogos.

En cuanto a la visibilidad, hemos desarrollado un amplio abanico de iniciativas de comunicación en televisión, radio, prensa nacional y medios especializados. Hemos lanzado campañas emblemáticas como “¿Dónde está mi médico anestesista? Quiero conocerle”, que buscaba acercar la figura del anestesiólogo al paciente, y otras acciones de sensibilización como la nueva campaña de “Testimonios en anestesiología” o el programa de “Embajadores Sedar”, con el objetivo de mostrar la relevancia humana y científica de nuestro trabajo. Todas ellas comparten un propósito común: poner en valor el papel del anestesiólogo y hacer visible su aportación directa a la seguridad, el bienestar y la vida de los pacientes.

"Los retos que afronta actualmente la anestesiología española son profundos y estratégicos, y afectan directamente a la seguridad del paciente"


El segundo gran eje estratégico ha sido apostar decididamente por los anestesiólogos más jóvenes, nuestros médicos residentes y adjuntos de nueva generación. Así nació Sedar Joven, que se ha convertido en uno de los motores más importantes de la nueva Sedar. En apenas cinco años, hemos pasado de 3.700 socios a más de 6.700, un crecimiento sin precedentes impulsado en gran medida por los residentes y adjuntos jóvenes, que han revitalizado y proyectado la sociedad hacia el futuro.

Para ellos hemos desarrollado programas específicos como MIRestesia, un congreso anual prácticamente gratuito, R1estesia, de bienvenida para los nuevos residentes, o el curso nacional de simulación clínica, además de otros proyectos en marcha. También hemos modificado los estatutos de la Sedar para darles plena representatividad, incluyendo el derecho a voto en las elecciones de la sociedad, porque creemos que el futuro de la anestesiología española debe construirse con ellos y desde ellos.

El resultado de todo este trabajo es una Sedar más abierta, dinámica y participativa, donde la experiencia de los mayores y la energía de los jóvenes se combinan para seguir defendiendo lo que somos: médicos anestesiólogos al servicio de la seguridad del paciente y del progreso científico de nuestra especialidad.

Por último, si tuviera que resumir en una frase qué significa ser anestesiólogo, ¿cuál sería su mensaje en este Día Mundial de la Anestesia?

En este Día Mundial de la Anestesia quiero rendir homenaje a todos los médicos anestesiólogos, verdaderos guardianes silenciosos de la vida. Nuestra labor combina ciencia, tecnología y humanidad en uno de los actos más complejos de la medicina: mantener la vida bajo control cuando el cuerpo es llevado al límite.

Ser anestesiólogo es asumir la responsabilidad de que un corazón siga latiendo, unos pulmones sigan ventilando y un cerebro despierte intacto tras una cirugía. Es acompañar al paciente en sus momentos de mayor vulnerabilidad, protegiéndolo de la incertidumbre, el dolor y el miedo.

Hoy la anestesiología española vive un momento de madurez, de crecimiento y de renovación. Desde la Sedar seguiremos trabajando para que nuestra especialidad sea cada vez más visible, más reconocida y más valorada por la sociedad. Porque detrás de cada cirugía segura, de cada paciente sin dolor y de cada vida recuperada, hay un médico anestesiólogo protegiendo a cada uno de todos vosotros. Por eso, asegúrate que quien “te duerme” sea siempre un médico especialista en anestesiología.
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