Diccionario de enfermedades

Bulto en el cuello

¿Cómo se diagnostican los bultos en el cuello?
La aparición de un bulto o masa en el cuello es un problema médico relativamente frecuente. Algunas causas de bultos en el cuello son benignas y otras son malignas. La posibilidad de una u otra depende de la edad de la persona que los padece y de los síntomas asociados.

Los bultos en el cuello pueden deberse a:
  • Problemas congénitos (de nacimiento).
  • Enfermedades inflamatorias, generalmente infecciones.
  • Enfermedades tumorales, benignas o malignas.
En personas adultas, mayores de 30 años, siempre debe descartarse la posibilidad de un cáncer.

Los bultos del cuello pueden localizarse debajo de la mandíbula (submandibulares), detrás de la oreja (postauriculares), delante de la oreja (preauriculares), o en las zonas laterales o anteriores del cuello.

Causas y tipos de bultos en el cuello


Bultos en el cuello de causa congénita

Los bultos de causa congénita habitualmente se observan ya desde el nacimiento, si bien pueden aparecer a cualquier edad. Después de las causas inflamatorias, son el tipo de bulto en el cuello más frecuente en niños. En general se trata de quistes (como bolsas rellenas de líquido) que son siempre benignos. Suelen ser asintomáticos y detectarse por casualidad al notarse un bulto al tocarse el cuello. Sin embargo, en ocasiones, el diagnóstico se realiza tras infectarse el quiste y aumentar de tamaño, apareciendo en este caso un bulto doloroso acompañado de fiebre. Los quistes infectados a veces pueden abrirse hacia la piel y drenar pus  Los quistes congénitos más frecuentes son:
  • Quistes de la hendidura branquial (quistes branquiales). Representan el 20% de los bultos en el cuello que aparecen en niños. Suelen notarse al final de la infancia, en general al aumentar de tamaño como consecuencia de su infección. Se localizan por delante del músculo esternocleidomastoideo en la zona más alta o más baja del cuello. Se trata de restos embrionarios que no tienen ninguna relevancia para la salud. En ocasiones, se infectan repetidamente y, en ocasiones, la infección puede abrirse a la piel.
  • Quistes del conducto tirogloso. Se presentan como un bulto en la zona media, en la parte anterior y alta del cuello. Suelen diagnosticarse en la infancia aunque un número importante se diagnostican después de los 20 años. Generalmente se diagnostican al infectarse, en relación con un catarro.
  • Anomalías vasculares. Pueden ser tumorales, como el hemangioma, o malformaciones de nacimiento. Frecuentemente se observan con una coloración rojiza o azulada.
  • Laringocele. Se trata de una herniación de una zona de la laringe rellena de aire. Puede producir ronquera y tos.
  • Ránula. Consiste en un quiste relleno de moco como consecuencia de la obstrucción de unas glándulas del suelo de la boca. Son pequeños y crecen lentamente, localizándose debajo del mentón.
  • Teratoma, quiste dermoide y quiste tímico. Son otros tipos de quistes que pueden aparecer también en el área del cuello.
Bultos en el cuello de causa inflamatoria

Una de las causas más frecuentes de bultos en el cuello son  los ganglios aumentados de tamaño. Estos ganglios pueden aumentar como consecuencia de procesos inflamatorios, frecuentemente infecciones, o cancerosos. Las enfermedades de causa inflamatoria que pueden producir ganglios aumentados de tamaño son:
  • Infecciosas.
  • Infecciones bacterianas. Pueden producir ganglios locales, que solo aparecen en el cuello, (por infección de zonas cercanas, como anginas, faringitis, flemones dentarios, difteria, enfermedades de la piel) o pueden producir ganglios generalizados, por todo el cuerpo (fiebre tifoidea, brucelosis, tuberculosis, sífilis, enfermedad por arañazo de gato, etc.). En ocasiones, muy raramente, los ganglios pueden supurar y abrirse hacia la piel. Son una causa muy frecuente de bultos en el cuello, en ocasiones dolorosos.
  • Infecciones por virus. Pueden ser ganglios por infecciones localizadas en la zona (por adenovirus o rinovirus causantes de catarros) o por infecciones generalizadas, como la infección aguda por el VIH, mononucleosis infecciosa, sarampión, rubeola, etc. Se asocian a fiebre, tos, dolor de garganta u otra sintomatología. Es la causa más frecuente de bultos en el cuello en niños y jóvenes. Los ganglios suelen localizarse debajo de la mandíbula y son dolorosos, desapareciendo de una a dos semanas después del catarro.
  • Otras causas infecciosas (leishmaniasis, toxoplasmosis, etc.).
  • Otras causas inflamatorias no infecciosas que raramente pueden producir ganglios en el cuello son:
  • Reacciones a medicamentos (fenitoina).
  • Sarcoidosis.
  • Enfermedades autoinmunes (lupus, artritis reumatoide, dermatomiositis, vasculitis, etc.).
Bultos en el cuello de causa tumoral

Aunque son más infrecuentes que los bultos de causa inflamatoria, dada su gravedad, son la primera causa que debe ser descartada en personas adultas. Muchas veces no presentan ningún síntoma y son un hallazgo casual por el propio paciente. Puede tratarse de:
  • Lipomas. Son tumores benignos del tejido graso de debajo de la piel. No producen síntomas.
  • Cánceres de amígdalas o lengua. Pueden presentarse como un quiste y parecer que son benignos.
  • Cánceres de tiroides. A veces se trata de nódulos benignos de gran crecimiento que no son cancerosos. Pueden también tener la apariencia de un quiste.
  • Cánceres de glándulas salivares, fundamentalmente la glándula parótida. Si bien algunos tumores son benignos, la mayoría de tumores que afectan a las glándulas salivares son malignos.
  • Paragangliomas.
  • Linfomas.
  • Metástasis en los ganglios de cánceres procedentes de estructuras cercanas, como los cánceres de cabeza y cuello, cánceres de tiroides, cánceres de esófago, etc.


¿Cómo se diagnostican los bultos en el cuello?


El diagnóstico depende de la sospecha clínica. Con frecuencia no se realizan pruebas adicionales dado que el diagnóstico es evidente de acuerdo con otros datos clínicos. Cuando el diagnóstico no está claro puede ser necesario realizar:
  • Análisis de sangre para descartar determinadas causas infecciosas.
  • Pruebas radiológicas como ecografías o un TAC de la zona.
  • Una punción con aguja fina del bulto (PAAF).
  • Una biopsia ganglionar.
  • Endoscopias para investigar el interior de la boca, la faringe, la laringe o la parte alta del esófago.

Tratamiento de las masas en el cuello


Dependen de la causa:
  • Los bultos de causa congénita habitualmente requieren de cirugía. Si estuvieran infectados se debe poner primero tratamiento antibiótico, y operar únicamente cuando la infección hubiera desaparecido. Los hemangiomas a veces desaparecen solos, por lo que se suele hacer un seguimiento cercano sin operar. Si crecen mucho se pueden operar con láser. Las malformaciones vasculares se operan si producen problemas estéticos, si comprimen estructuras vecinas o si sangran o se infectan. Puede hacerse con láser, con embolización o con cirugía.
  • Los bultos como consecuencia de ganglios inflamatorios se tratan en función de la causa que los produzca. En muchas ocasiones se tratará únicamente del crecimiento de un ganglio en relación con una infección local, una flemón, una faringitis, unas anginas, etc. el cual puede tardar unas semanas en desaparecer tras curarse la infección.
  • Los bultos como consecuencia de un cáncer se tratan de acuerdo a las indicaciones del tratamiento del cáncer en cuestión.

¿Cuándo se debe acudir al médico?


La aparición de cualquier bulto en el cuello debe motivar una consulta con el médico excepto si la causa del ganglio es muy obvia, como una infección en un diente o muela, unas anginas, una faringitis, etc. En cualquier otra situación, sobre todo en personas adultas, se requiere una valoración por parte del médico de atención primaria.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.