Mucha gente pequeña,
en lugares pequeños,
haciendo cosas pequeñas,
puede cambiar el mundo.
                                              Eduardo Galeano


En nuestro libro recientemente publicado 'La salud ¿derecho o negocio? Una defensa de la sanidad pública' nos referíamos a como nuestro sistema sanitario antepone la medicalización y la tecnología a la prevención, promoción o educación sanitaria, dejando a un lado a los ciudadanos. Sin embargo, para garantizar una sanidad pública eficaz y eficiente resulta imprescindible combinar la participación ciudadana y la de los trabajadores del sistema, una participación con valor democrático.

Con el covid-19 queda demostrado que ni los países más desarrollados estaban preparados para una pandemia como esta.

La crisis del covid-19 no solo ha afectado a la sanidad, sino también a la cohesión social, a la confianza en las instituciones, a la misma democracia, se frenó el crecimiento económico a la vez que crecieron las desigualdades entre los ciudadanos, dando la crisis como siempre más duro a los más vulnerables.

Investigaciones realizadas años atrás en la Universidad China de Hong Kong, señalan que la amenaza de enfermedad tiene un fuerte impacto social: afecta a la conformidad en la población.

A lo largo de esta pandemia nos hemos tenido que enfrentar a varias cosas: al confinamiento, al crecimiento rápido y violento de contagios y fallecimientos entre nuestros familiares y vecinos, a la falta de tratamiento científico que frene la enfermedad, a la fuerte crisis socioeconómica que afecta a todos los sectores, a la larga espera por una vacuna que no llega y esto durante meses y meses que van pasando sin que el fin se vea próximo. Tan larga pandemia está haciendo que la población se vaya cansando y las medidas de bioseguridad básica de constante higiene personal, continuado uso de mascarillas, distanciamiento social, se vayan cumpliendo cada día menos, lo que afecta directamente a la salud pública. Los ciudadanos están desanimados sobre lo que les espera y la confianza en las estrategias políticas públicas cada día se va reduciendo. La fatiga social, como señala Gutiérrez-Rubi, puede resultar peligrosa sobre todo para las políticas públicas que en estos momentos necesitan ser aceptadas y cumplidas.

Además, en este ambiente de pandemia crece y se desarrolla cada día más la desconfianza entre los ciudadanos. Tras meses en situación de crisis que no cesa, demasiada población en nuestro país va perdiendo confianza en la aparición de solución. Y estando de tal manera las cosas es cuando resulta necesaria la participación ciudadana para combatir al covid-19


"Tras meses en situación de crisis que no cesa, demasiada población en nuestro país va perdiendo confianza en la aparición de solución"


La pandemia no fue solo una prueba para los ciudadanos, sino también para los gobiernos: la transparencia de la Sanidad Pública quedó afectada, el difícil acceso a la información sobre su funcionamiento y la comunicación de los datos epidemiológicos que no siempre logró transformarse en noticias asequibles, apaciguadoras o esperanzadoras para la población, facilitó la aparición de desconfianza.

Como estrategia para superar el Covid 19 la OMS ha convocado a todos los gobiernos del mundo a que ajusten sus sistemas sanitarios a la participación de toda la sociedad, considerando que para aminorar esta pandemia se debe coordinar a todos los sectores implicados, incluida la sociedad civil y el sector privado como concuerda con la Cámara de Comercio Internacional. También el Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas mantienen que para enfrentar al Covid 19 es necesario la responsabilidad ciudadana.

La Recomendación del Consejo de Gobierno Abierto de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señala que la confianza de la sociedad solo se logra con transparencia, responsabilidad, comunicación pública, mecanismos de participación e indicadores coordinados para comprobar el impacto.

Y es que para generar confianza en la población resulta útil la comunicación pública, sin embargo, el crecimiento continuo de cifras, de información cambiante sobre constantes nuevas situaciones que había que enfrentar, la incertidumbre presente en muchos momentos durante la pandemia, han llevado a la ciudadanía a ir perdiendo confianza en sus instituciones, aumentar sus dudas y en muchas ocasiones a comportamientos contraproducentes. Se necesita, además de información confiable, que se transmita por los canales por donde la población accede a la información, como son las redes sociales. La comunicación pública debe ser utilizada por los gobiernos para acabar con la cada vez más potente infodemia. Tenemos los ejemplos de Italia donde el Ministerio de Salud utilizaba Telegram para dar su información oficial y el gobierno de Corea que daba información dos veces al día por diferentes canales como televisión, redes sociales etc. La OCDE señala la importancia de la comunicación pública para recobrar la confianza ciudadana.

En una sociedad democrática la población se expresa, manifiesta y participa de manera periódica en las elecciones, también dando opiniones, realizando protestas, pero en ciertos momentos, como el de crisis generalizada que se está viviendo actualmente con el coronavirus, se necesita que la población se involucre y pase a la movilización. La Asociación Española para el Avance de la Ciencia se refiere a la inteligencia colectiva, constituida por la combinación entre democracia y acción ciudadana con conocimiento, algo crucial en estos momentos de pandemia en que ciencia y participación ciudadana deben ir unidas como lo viene haciendo en otros temas como medio ambiente o derecho a una muerta digna.

En estos tiempos de nuevo crecimiento de las cifras -España ha superado los 400.000 contagios convirtiéndose en el país europeo con mayor número de contagiados y los fallecimientos siguen sumándose, 28.924 ciudadanos desde inicios de la pandemia- y a poco de reiniciarse las actividades laborales y académicas en el país, se hace necesaria la participación ciudadana. Se necesita precisamente de la confianza de los ciudadanos para que cumplan las medidas necesarias para reducir de nuevo las cifras, se necesita que la población tenga confianza en los planes del gobierno para la recuperación de la pandemia del Covid 19.

Y es que una de las mayores limitaciones de la emergencia sanitaria del Covid 19 fue la falta de recursos humanos, el personal sanitario resultaba insuficiente. Ante esto resulta importante establecer cuál es el papel de la ciudadanía, elemento primordial en la salud pública. Los ciudadanos como asociaciones civiles, de pacientes, de familiares, de redes sociales, fueron desarrollando acciones beneficiosas para todos los usuarios de la sanidad pública.

El Gobierno de España, en concreto el Ministerio de Sanidad, durante esta pandemia elaboró un documento con el objetivo de informar de manera práctica como desarrollar Redes Comunitarias Locales para enfrentar al covid-19. Estas redes podrían estar compuestas por profesionales, técnicos, administradores y ciudadanía y su fortaleza sería precisamente la inclusividad de diferentes profesionales, sectores y grupos sociales, y la flexibilidad en la actuación. Las Redes se ocuparían de dar información, rastrear necesidades, dar apoyo emocional y cuidados, identificar personas vulnerables y necesidad de recursos para la salud y bienestar, así como funciones de prevención.

La ciudadanía ha resultado ser también un agente de control sanitario durante el confinamiento, acatando las normas establecidas por la situación de emergencia y preocupándose de que también lo hicieran sus conciudadanos. El periodista alemán Sebastián Le Belzic mostro en un reportaje como en China las juntas vecinales eran quienes controlaban la cuarentena en sus ciudades, encargándose de revisar la documentación, del control de la temperatura corporal, de traslado de pacientes etc.


"Para tal participación necesitamos ciudadanos formados, con información, sin intereses particulares, comprometidos con la defensa del sistema sanitario público y se necesitan profesionales implicados con el sector público y sin intereses corporativos"


Se necesita que la población reflexione de manera crítica sobre la realidad y vaya aumentando su conocimiento sobre tal. Para tal participación necesitamos ciudadanos formados, con información, sin intereses particulares, comprometidos con la defensa del sistema sanitario público y se necesitan profesionales implicados con el sector público y sin intereses corporativos. Se precisan códigos éticos en los que puedan basarse ciudadanos y profesionales para eliminar conflictos de intereses. Se necesita de ciudadanos que interactúen, que formen parte de las decisiones que afecten a todos, que se organicen y planifiquen, actuando, movilizándose de manera transparente y colaborativa. Pero para poder participar la población también necesita de mucha transparencia por parte de las instituciones y gobiernos y también necesita acceder a la información veraz y completa de la que se disponga.

Mas esta necesaria participación comunitaria para enfrentar al Covid 19 necesita leyes que la sustenten, se necesita analizar el marco legal de la participación ciudadana en la salud pública para que los ciudadanos gestionen con los gobiernos cómo reducir y acabar con el contagio de este coronavirus. Se necesita que la participación profesional y ciudadana sea normada tanto a nivel internacional como nacional. España ya cuenta con la Ley 41/2002 que reconoce las organizaciones que representan a los pacientes o la Ley de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud, en su Ley 16/2003, que se refiere a la participación social. Por otro lado, también se dispone de documentos donde los pacientes manifiestan interés de participar, como la Declaración de la Alianza Internacional de Organizaciones de Pacientes, la Declaración de Barcelona de las Asociaciones de Pacientes, entre otros.

Sin embargo, el desarrollo de la participación en nuestro país ha sido mínimo y solo en algunas comunidades autónomas se ha desarrollado por asociaciones de pacientes, pero se ha ido generando una política sanitaria que ha marginado la participación a meras estructuras de consulta, haciéndose necesario un seguimiento sobre sus resultados.

Inmersos en la crisis de Covid 19 vemos necesario que se haga ahora lo que se fue retrasando: un sistema de salud público que aborde a la población sin discriminación y de manera interdisciplinar implique a profesionales sanitarios y sociales, considerando la salud como información al acceso de todos y como responsabilidad de cada ciudadano. Ante el nuevo crecimiento de las cifras de contagios se necesita desarrollar estrategias de participación en todos los niveles del sistema sanitario público, con representantes con capacidad de decisión, gestión, desarrollo, control y consolidación de las políticas, participes de las acciones de promoción de la salud, protección y prevención de la enfermedad, restauración y tratamiento de la salud, así como de la enseñanza e investigación sobre la salud tanto en la atención primaria como en la hospitalaria y rehabilitación. Para progresar en participación se deben potenciar programas de formación a los ciudadanos en salud y sanidad para que haya una mayor autogestión de la propia salud. Este sistema de salud pública debe garantizar la transparencia ofreciendo su información de manera actualizada a una población desarrollada en la participación. Ahora, en estos momentos de pandemia con fatiga social, se hace más dificultosa la participación ciudadana, mayor el reto de movilización ciudadana para enfrentar y superar este severo coronavirus.