Decía Séneca que "el peor enemigo es el que está encubierto" y cuanta razón tenía. Siempre hemos creído que uno de nuestros males venía de considerar que la Sanidad no interesaba y quien fuera su máximo dirigente, el ministro/a, rara vez era médico. Si no recuerdo mal, en estas últimas décadas solo hemos "disfrutado" de dos ministras médicas, Ana Pastor y, ahora, Mónica García.

También hay que recordar que la Ley que más nos afecta, la que regula nuestras condiciones laborales, el Estatuto Marco, pensado para hacer el mal, viene del año 2003, siendo ministra de Sanidad Ana Pastor.

Durante mas de 20 años venimos sufriendo el Estatuto Marco, una Ley diseñada por genios del mal, una Ley que convierte a los médicos en "personal estatutario", un quiero y no puedo ser funcionario o personal laboral, en una nueva categoría de relación de personal con las Administraciones, eso a lo que llamaron “estatutarios” y que siempre digo que nos llamaron así porque llamarnos "pringados" sonaba mal.

Llegado el "gobierno de coalición progresista", vemos con cierta ilusión el nombramiento de Mónica García, no por ser una política de clara significación política, más bien porque después de años en los que quien era nombrado ministro de Sanidad era un "ocúpate de esta esto mientras te buscamos otra cosa”, ponen al frente del Ministerio a una médico de verdad, no solo una licenciada en Medicina, un médico asistencial, con años de experiencia como anestesista, conocedora del sistema, sufridora del Estatuto, significada activista y avezada en peleas que reivindicaban mejoras, una líder en la lucha contra la privatización de seis hospitales del Sermas, etc.


"Durante más de 20 años venimos sufriendo el Estatuto Marco, una Ley diseñada por genios del mal"



Se pone manos a la obra y anuncia una reforma del Estatuto Marco. Bien, todos aplaudimos la iniciativa, algo que es necesario y hay que acometer sin miedo y con ideas de reforma y adaptación a las necesidades de la organización, los profesionales y los pacientes. No es fácil el cambio, hay muchas resistencias internas, no hay un modelo claramente definido hacia el que ir, es necesario dar un paso al frente y hacer una profunda reforma.

Se inicia un proceso de "dialogo y negociación", la mesa legitimada para ello no es precisamente favorable hacia los intereses de los médicos y facultativos, los "negociadores" no nos representan, desde la legalidad si, pero la realidad es tozuda y estamos fuera de sus intereses. Los médicos y facultativos llevamos mucho tiempo pidiendo una mesa de negociación específica, no discutimos que otro personal sanitario pelee por lo que considere justo, pero no admitimos que hablen en nuestro nombre, que nos invadan el terreno competencial, que seamos tachados de privilegiados corporativistas.

El resultado de esta negociación ya lo conocemos. Estamos al margen, el nuevo articulado del Estatuto no contempla nuestras reivindicaciones, seguimos siendo claramente perjudicados. Las mejoras que cuenta la ministra solo las ve ella y su secretario de estado, Javier Padilla, no así las organizaciones representativas de médicos y facultativos, desde los sindicatos y asociaciones profesionales a la Organización Médica Colegial, los Decanos, Sociedades científicas y estudiantes.

Llegado a este punto, se convoca una huelga de médicos y facultativos, por cierto, una huelga que no se veía tan claramente respaldada desde aquella de 1995, un éxito rotundo y una muestra clara del rechazo abrumador que suscita el redactado del nuevo Estatuto Marco.


"Han pasado siete días desde la huelga y sorprende que, ni la ministra twittera no haya comentado nada"



Han pasado siete días desde la huelga y sorprende que, ni la ministra twittera ni el secretario de Estado también twittero, han salido a comentar nada de la huelga, a dar su opinión, a dar cifras de seguimiento, ni un comentario, solo silencio.

Estoy decepcionado, creía que las cosas podrían ser diferentes, que tener al frente del Ministerio a una médica podría ser un cambio después de tantos años.

La realidad es que he constatado que, como decía Séneca, el peor enemigo estaba encubierto y que, efectivamente, no hay peor enemigo que tu propio compañero.