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18 oct. 2015 20:51H
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Una tras otra el sector sanitario estaba viendo como el ministro que vino con tantas ganas y prometía tanto se acercaba más a los problemas de las altas esferas del Partido Popular que a los de la sanidad. En concreto a reflotar el PP vasco, del que será presidente al mismo tiempo que compagina su tarea como ministro de Sanidad. Un giro preocupante, que no ayuda precisamente al cariz negativo que ha tomado la relación del Gobierno con los médicos y con los enfermeros. Los dos pilares del Sistema Nacional de Salud que ahora sí están de acuerdo en algo: en cabrearse con el Ministerio de Sanidad. En la cuenta atrás para las elecciones generales, ambos colectivos van a salir a la calle a protestar, si el ministro-presidente del PP vasco no logra evitarlo.

Hay incluso atisbos de huelga, lo casi nunca visto en la sanidad española. Y todo porque se les ha prometido mucho y se les ha dado poco. Los médicos, ilusionados por tratar cara a cara todas sus reivindicaciones, se sienten toreados y los enfermeros ya tienen un plan de acción por si hacen lo mismo con ellos. Mientras, el Ministerio de Sanidad ha visto muy de cerca sus limitaciones. Las transferencias le dejan poco margen de maniobra al ministro, muestra de ello su ‘fracaso’ con la atención sanitaria a los inmigrantes irregulares: buena voluntad para coordinar que se ha dado de bruces con un escenario beligerante en las autonomías con nuevos gobiernos.

Alonso no quiere o no puede dejarse ver entre los sanitarios en el último mes, ni parece que lo vaya hacer mucho en los siguientes, perdiendo el Ministerio una de sus mejores bazas: la dialéctica y el carisma del ministro. El resultado de esa ausencia es que todavía no esté aprobado el RD de prescripción enfermera, ni los precios de referencia, ni un RD de gestión clínica que satisfaga a todos. ¿Qué está pasando con el ministro? Con lo bien que empezó con la hepatitis C, la varicela, el meningococo… ¿es más importante el PP vasco que el Sistema Nacional de Salud? Para Rajoy y para Soraya Saénz de Santamaría parece que sí, porque Alonso no está fuera de juego en la sanidad por voluntad propia, o eso queremos creer.

Pero la mano de Presidencia y Vicepresidencia no se nota solo en la ausencia de Alonso, va más allá. Es desde ahí desde dónde se está frenando todo lo frenable, desde la oficina económica. Es allí donde está el foco de buena parte de las insatisfacciones de los profesionales sanitarios y donde se están perdiendo fuelle dentro de un caladero de más de un millón de votos. Un millón de profesionales que ya viene ‘caliente’ de una legislatura muy dura para ellos, y que solo esperan una chispa para dar un puñetazo sobre la mesa y decantar la balanza hacia la izquierda o el nuevo centro derecha.

Queda poco margen para todo, el 20 de diciembre está ahí, y no hay visos de un último Interterritorial o de aprobaciones de última hora, porque la boca del embudo es más pequeña cada día que pasa. ¿A qué se enfrenta el Gobierno? A dejar de ser Gobierno y dar paso a la oposición, que por lo pronto promete más recursos, restablecer los derechos perdidos con la crisis y derogar todo lo derogable. El ministro mientras está fuera de juego, corriendo el riesgo de perder todo lo ganado en una sanidad que estaba como el paciente del vídeo promocional del PP tras el tratamiento aplicado por el dueto Mato-Farjas. Los Moreno, Rivero y Castrodeza pueden trabajar mucho y muy bien, pero sin el ministro al frente y con Presidencia apretando no pueden ser resolutivos. Lástima que la sensación sea la de que con su papel vasco estemos diciendo hasta luego al ministro, porque prometía, pero la sanidad no vive solo de promesas.

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