El director académico de Medicina de CTO, Fernando de Teresa.
El tiempo es limitado. También para estudiar. Los días parecen escasos para los candidatos que preparan el
examen MIR en comparación con el tamaño del saber médico. Sin duda, este es prácticamente inabarcable en los meses de preparación previos a la prueba. Motivo por el que los aspirantes deben de contar con estrategias para
abordar el ejercicio con la mayor garantía de éxito posible. Para ello, hay que saber dosificar la energía empleada para la asimilación de conocimientos. Y es que
no todas las asignaturas requieren de un acercamiento exhaustivo para enfrentar el reto que dará paso a Formación Sanitaria Especializada (FSE).
En este sentido, los centros que ayudan a los candidatos a superar la prueba recomiendan focalizar los esfuerzos en aquellas asignaturas que, independientemente de
su complejidad, acostumbran a protagonizar varias de las 200 preguntas -más de 10 de reserva- del examen. Este es el caso de materias como
Cardiología, Nefrología, Neurología o
Endocrinología y Nutrición, además de los capítulos dedicados a las patologías infecciosas. "Pese a su complejidad, las cuestiones que versan sobre estas aparecen con frecuencia, lo que las hace muy rentables de estudiar", ha puntualizado el director académico de Medicina de
CTO, Fernando de Teresa, a
Redacción Médica.
Precisamente, el tiempo dedicado por los estudiantes hace que las mencionadas materias, pese a su complejidad,
se tornen en sencillas. En parte, por el alto grado de contenidos que logran asimilar en el proceso de
entrenamiento para el MIR.
¿Vale la pena preparar las asignaturas más complicadas del temario?
Todas las asignaturas deben estar presentes en el calendario de los aspirantes. Eso sí, el abordaje de cada materia vendrá determinado por
el porcentaje de aparición de cuestiones relativas a esta en el ejercicio. Por ello, se recomienda un método particular para las disciplinas médicas que menos presencia tienen en el examen de acceso a la plaza de especialista.
Este es el caso de ramas como
Anatomía Patológica, Bioquímica Clínica e
Inmunología. De Teresa ha recomendado aplicar un
enfoque selectivo para dichas materias. "Desde la academia nos encargamos de identificar los conceptos con mayor probabilidad de ser preguntados y de trabajar con preguntas concretas, evitando invertir semanas en manuales extensos", ha puntualizado el experto. "El objetivo es que el alumno se familiarice con la asignatura y, al enfrentarse al examen, sienta que puede ‘pelear’ esas preguntas con una base sólida, aunque no sea su foco principal de estudio", ha agregado.
Comprensión antes que memorización
Eso sí, hay asignaturas de alta complejidad que acostumbran a aportan varias preguntas al cuestionario MIR. Se trata de aquellas con
una alta carga fisiopatológica, como pueden ser Cardiología o Neurología. Estas requieren de una metodología de estudio basada en la comprensión más que en la memorización.
"Hay que comprender por qué se producen las alteraciones, cómo funciona el sistema en condiciones normales (por ejemplo, el corazón y el sistema circulatorio) y, a partir de ahí, entender con más facilidad los signos de una patología", ha explicado el director académico de CTO. De ahí,
la importancia de estructurar los contenidos y aprovechar la relación existente entre las diferentes partes del temario.
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"Hay que comprender por qué se producen las alteraciones, cómo funciona el órgano y, a partir de ahí, entender con más facilidad la patología"
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Contar con unos buenos mecanismos de aprendizaje ayudará a una retención más favorable del conocimiento y, por ende, afrontar con mayor seguridad la prueba, fijada para
el 24 de enero de 2026. En juego, una de las
9.276 plazas ofertadas para médicos en la presente convocatoria.
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