Diccionario de enfermedades

Trastorno de ansiedad generalizada

¿Cómo se diagnostica el trastorno de ansiedad generalizado?
Muchas personas se encuentran nerviosas o “ansiosas” en determinadas circunstancias a lo largo de su vida; ante un problema familiar o laboral, antes de un examen, cuando tienen que tomar una decisión importante, etc. Sin embargo, los trastornos de ansiedad se refieren a una situación mantenida en el tiempo que puede alterar la capacidad para llevar a cabo una vida normal. La situación de desasosiego o temor les sobrepasa.

El trastorno de ansiedad generalizado suele iniciarse antes de los 20 años de edad pudiendo existir una historia previa de temores infantiles y exclusión o inhibición social.

Es una alteración frecuente que afecta a 5 o 6 de cada 100 personas a lo largo de la vida.

Ocho de cada 10 personas con trastorno de ansiedad generalizado padecen también depresión, distimia, fobias, ataques de pánico, o trastornos obsesivo-compulsivos. Es frecuente también en estas personas el consumo de alcohol y de sedantes.

Causas del trastorno de ansiedad generalizado 


Las causas de la ansiedad son desconocidas. En general suele existir un componente genético que puede manifestarse tras determinadas situaciones precipitantes o tras el consumo de diferentes drogas. Sin embargo, en muchas ocasiones, no se reconoce ningún factor ambiental precipitante obvio.

Síntomas del trastorno de ansiedad generalizado 


Los pacientes con un trastorno de ansiedad generalizada presentan una preocupación persistente, excesiva e irreal sobre múltiples aspectos del día a día, como el dinero, la salud, el trabajo, los estudios, la familia, etc. Esto les lleva a estar continuamente preocupados sin motivo.

Como consecuencia de todo ello pueden padecer irritabilidad, dolores musculares, imposibilidad para concentrarse, insomnio, sudoración, dolor de cabeza, mareos, cansancio, etc.

¿Cómo se diagnostica la enfermedad?


Los pacientes con trastorno de ansiedad generalizado se preocupan exageradamente por cosas menores que les impiden llevar una vida normal.

Existen una serie de criterios para su diagnóstico:
  • Ansiedad (nerviosismo) y preocupación excesivas sobre una amplia gama de acontecimientos o actividades (como el rendimiento laboral o escolar), que están presentes la mayoría de los días y se prolongan durante más de 6 meses.
  • Al individuo le resulta difícil controlar este estado de constante preocupación.
  • La ansiedad y preocupación se asocian al menos a tres de los siguientes síntomas (en niños basta con uno de ellos), algunos de los cuales han persistido más de 6 meses:
  1. Inquietud o impaciencia.
  2. Fatigabilidad fácil.
  3. Dificultad para concentrarse o tener la mente en blanco.
  4. Irritabilidad.
  5. Tensión muscular.
  6. Alteraciones del sueño (dificultad para conciliar o mantener el sueño, o sensación de sueño no reparador al despertar).
  • La ansiedad o la preocupación no se limitan a un único aspecto. Si se limitaran a un único aspecto podría tratarse de otro trastorno de ansiedad distinto. Por ejemplo, la ansiedad o la preocupación no hacen referencia a la posibilidad de presentar una crisis de angustia (como ocurre en el trastorno de angustia), pasarlo mal en público (como en la fobia social), contraer una enfermedad (como en el trastorno obsesivo-compulsivo), estar lejos de casa o de los seres queridos (como en el trastorno de ansiedad por separación), engordar (como en la anorexia nerviosa), tener quejas de múltiples síntomas físicos (como en el trastorno de somatización) o padecer una enfermedad grave (como en la hipocondría), y la ansiedad y la preocupación no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno por estrés postraumático.
  • La ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
  • Estas alteraciones no se deben a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (drogas, fármacos) ni a una enfermedad médica (hipertiroidismo) y no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno del estado de ánimo, un trastorno psicótico o un trastorno generalizado del desarrollo.
Existen una serie de enfermedades o situaciones que pueden producir síntomas que sugieren ansiedad o que pueden agravar la ansiedad. Entre estas enfermedades se encuentran:
  • Enfermedades endocrinológicas: Hipertiroidismo, enfermedad de Addison, feocromocitoma, etc.
  • Enfermedades cardiológicas: Arritmias (palpitaciones), insuficiencia cardiaca, prolapso mitral, etc.
  • Enfermedades respiratorias: asma, etc.
  • Alteraciones metabólicas: menopausia, diabetes, hiperpotasemia, hiponatremia, etc.
  • Alteraciones neurológicas: Epilepsia, etc.
  • Alteraciones hematológicas: anemia, etc.
  • Síndrome de fatiga crónica.
  • Consumo excesivo de cafeína, cocaína o alcohol.
  • Consumo de medicamentos: antidepresivos, antiepilépticos, etc.

¿Es hereditario?


El trastorno de ansiedad generalizado es más frecuente entre miembros directos de una misma familia, por lo que debe existir un componente hereditario aún no identificado.

¿Puede prevenirse?


El trastorno de ansiedad generalizado no puede ser prevenido. Sin embargo para reducir los episodios es conveniente:
  • Disminuir el consumo de bebidas ricas en cafeína.
  • Buscar apoyo familiar o social ante cualquier situación traumática o estresante.
  • Evitar consumir productos de herbolario que no hayan sido recomendados por un profesional de la salud.

Tratamiento del trastorno de ansiedad generalizado


Par el tratamiento del trastorno de ansiedad generalizado suelen combinarse tratamiento farmacológico y psicoterapia. 

Tratamiento farmacológico 

Suelen utilizarse benzodiacepinas (tranquilizantes) como tratamiento de entrada, generalmente a dosis bajas y a demanda por parte del paciente, es decir que las tome cuando se encuentre nervioso. No deben prolongarse más de 4 a 6 semanas porque producen tolerancia (el cuerpo se acostumbra y ya no hacen efecto) y dependencia.

Las benzodiacepinas están contraindicadas o deben tomarse con precaución (según lo recomiende el médico) en personas con miastenia gravis, glaucoma, insuficiencia respiratoria grave, síndrome de apnea del sueño, insuficiencia renal grave, problemas de hígado, alcoholismo, embarazo y lactancia.

Su suspensión brusca después de ser tomadas durante un tiempo, puede producir un síndrome de abstinencia a benzodiacepinas consistente en nerviosismo, insomnio, irritabilidad, dolor de cabeza y ansiedad generalizada. Por este motivo su retirada debe realizarse de forma lenta. Otros medicamentos que pueden utilizarse para tratar la ansiedad son la buspirona, diversos antidepresivos y algunos antiepilépticos.

Psicoterapia y tratamiento de relajación

La Psicoterapia se basa en estrategias utilizadas por profesionales para explicar y ayudar a enfrentarse con el problema.

Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.