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26 dic. 2013 15:05H
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Llega a su fin 2013. Un nuevo año marcado irremediablemente por las consecuencias de una crisis que ha cambiado la vida de todos, o casi todos.

365 días a lo largo de los cuales muchas personas han tenido que recurrir a su servicio de salud y han vuelto a comprobar que la atención prestada, con respecto a no hace mucho tiempo, ha empeorado.

Un año en el que también se han deteriorado más las condiciones de trabajo de los profesionales que atienden a todas esas personas. Paro, emigración, falta de reconocimiento, desmotivación… son los principales síntomas de una enfermedad que está afectando a todos, pero de manera especialmente virulenta, al colectivo de enfermería.

Acabará el año con más de 21.000 profesionales que quieren trabajar y no pueden, y con un paro que se ha incrementado en un 400 por cien en los últimos años.

Además, las perspectivas de futuro no son nada buenas. En menos de cinco años, la cifra de desempleados podría llegar a 75.000, casi uno de cada tres enfermeros, si no se generan puestos de trabajo y sigue sin hacerse una correcta adecuación entre la oferta de plazas formativas para la titulación de Enfermería y la demanda del mercado laboral.

Una situación, la actual, que lleva a un cada vez mayor número de profesionales a emigrar en busca de trabajo. No ven otra salida que hacer las maletas y buscarse la vida en otros países que, a diferencia de lo que ocurre en el nuestro, saben aprovecharse de su buena formación y cualificación en beneficio de la salud de sus ciudadanos.

Se trata de una emigración forzosa que es más ilógica, si cabe, si vemos que España sigue estando a la cola europea en número de enfermeras por 1.000 habitantes. Otros países tienen más enfermeras y quieren más porque reconocen su importancia, y nosotros tenemos menos y encima despedimos y no contratamos.

Y esto ocurre cuando cada vez son más los estudios, el último publicado recientemente por la Organización Mundial de la Salud, que concluyen que los profesionales de enfermería deberían tener una mayor presencia y protagonismo en los servicios de salud, al demostrarse que son más eficientes que los médicos en algunas áreas y que pueden ofrecer un mejor servicio al ciudadano.

Una realidad, en definitiva, que hay que cambiar, no solo por los profesionales, sino por la supervivencia futura de nuestro Sistema Nacional de Salud.

Con este claro objetivo, 2013 también trajo la firma de un acuerdo entre los representantes de los profesionales sanitarios y el Gobierno con medidas concretas de actuación para cambiar las cosas. Se trata de compromisos puestos en un papel que deben empezar a hacerse realidad cuanto antes

En el colectivo enfermero tenemos claro que no supone un cheque en blanco para nadie y actuará en consecuencia si ve que lo pactado no se va cumpliendo en un plazo razonable de tiempo.

2013 se llevó a muchos profesionales fuera de nuestras fronteras y también el convencimiento de otros muchos de que las cosas aquí, en España, pueden mejorar.

Afrontemos 2014 con la confianza de que el cambio aún es posible. Por ello, seguiremos trabajando y luchando todos los profesionales que creemos que mantener un sistema sanitario universal, público y de calidad no solo es posible, sino muy necesario.


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