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13 sept. 2018 11:05H
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Iniciamos un nuevo curso político con cambios en el Ministerio de Sanidad, tras el relevo de María Luisa Carcedo a Carmen Montón, y con algo poco frecuente en la vida pública de nuestro país. El acuerdo reinó hace unos días en el Congreso de los Diputados y permitió la ratificación del Real Decreto-ley 7/2018, que volverá a hacer posible el acceso universal al Sistema Nacional de Salud.

Se dejan así atrás unos años en los que no todo el mundo tenía la posibilidad de ser atendido con todas las garantías en nuestro sistema sanitario público, lo que suponía una clara medida de exclusión social que Satse criticó desde el primer momento.

Valoramos positivamente, por ello, que se haya dado este paso pero vamos más allá, porque si bien queremos que todas las personas sean atendidas y cuidadas en nuestro sistema sanitario público, también queremos que esa atención y cuidados sean los mejores posibles.

Así, en este inicio de nuevo curso político traslado a todos los responsables públicos y políticos los tres grandes retos a afrontar si queremos que nuestro sistema sanitario público, gravemente deteriorado tras los años de crisis, sea realmente, como suelen reiterar unos y otros desde la tribuna de oradores y en los medios de comunicación, “uno de los mejores del mundo”.

El primero de ellos es adecuar el gasto público a las necesidades reales del sistema sanitario. Para ello, es absolutamente imprescindible aumentar el porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) destinado a sanidad hasta, al menos, el 7 por ciento.

Después de años de descenso, nos encontramos en un muy preocupante 5,8 por ciento que solo puede alegrar a aquellos que hacen negocio, y cada vez más, a cuenta de la salud de los españoles. Sanidad privada sí, pero complementaria y nunca sustituta.

El segundo gran reto a afrontar es dotar a nuestro sistema sanitario público de los profesionales necesarios, ni más pero tampoco menos, para hacer realidad aquella máxima de una atención eficiente, cercana y de calidad. Los recortes se han cebado especialmente en ellas y ellos y ha llegado el momento de cambiar esta situación.

Seguimos esperando que el reiterado compromiso del Ministerio de Sanidad de contar con un Registro de Profesionales del SNS nos ofrezca una radiografía exacta de la realidad actual pero lo que es incuestionable, se mire como se mire, es el gran déficit existente de enfermeras, enfermeros y fisioterapeutas en todos los servicios de salud, sin excepción.

Por último, hay que dar una respuesta satisfactoria desde el ámbito sanitario, y también social, a una España cada vez más envejecida, crónica y dependiente. Para ello, hay que reorientar el modelo de atención sanitaria y apostar de manera efectiva y real por la Atención Primaria, la prevención y los cuidados.

Un sistema sanitario no solo debe dar una respuesta, más o menos satisfactoria, cuando la enfermedad aparece y hay que tratar de acabar con ella, sino a lo largo de la vida de la persona, para evitar que ésta aparezca, fomentar hábitos de vida saludables, el autocuidado…

En definitiva, más recursos materiales y humanos para un sistema sanitario que debe "reiventarse" para adaptarse a las necesidades futuras de una sociedad cambiante. ¿Serán capaces nuestros responsables públicos de mantener el consenso en temas sanitarios a lo largo de los próximos meses y caminar juntos para afrontar estos retos con garantías de éxito? Pronto obtendremos la respuesta.

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