Con el paso de la vida, donde los sueños se juntan con la realidad, surge en mí la convicción de que el liderazgo, más que una posición, es un reclamo a la empatía y la comprensión. En la responsabilidad por guiar un equipo, la esencia de lo humano es un pilar fundamental que me guía sobre cada decisión, cada gesto y cada palabra. Me gustaría expresar que, desde el epicentro de mí mismo, puedo compartir esta mezcla de valores con la profesión más hermosa y noble que conocemos: la medicina.

Aprendí, desde los primeros pasos de mi existencia, que el liderazgo exitoso no se basa en la autoridad, sino en el impacto que somos capaces de generar en la vida de otros. Y en mi toma de contacto con el mundo de la medicina, vislumbré la magnitud de la entrega y el sacrificio que define a estos guardianes de la salud. Su labor va más allá de la ciencia y las normas. Se nutre del corazón, ese motor latente que impulsa cada diagnóstico, cada tratamiento y cada gesto de consuelo.

La medicina no es una profesión, es una vocación que demanda el don de sí mismo por aliviar el sufrimiento ajeno. Es un juramento sellado con el valor de la empatía y un compromiso perpetuo por velar por el bienestar del prójimo. En Uniteco, honramos este juramento basándonos en el Humanismo como guía y pilar fundamental de nuestro quehacer diario. Reconocemos que, al igual que los médicos, nosotros también somos guardianes, pero de un tipo distinto: custodiamos su seguridad y somos el escudo que les permiten enfrentar su labor con la certeza de estar protegidos.

Cada póliza que diseñamos, cada palabra que pronunciamos, lleva impregnada la esencia del respeto y la consideración por aquellos que dedican sus vidas a salvar las nuestras. No hay mayor honor que poder corresponder a su entrega con la misma dedicación y esmero. Cada gesto de atención, cada solución brindada, es un tributo a su noble labor. Y no es un acto de caridad, es un acto de reciprocidad; es tratar a los demás como deseamos ser tratados, es reconocer en el otro la misma humanidad que compartimos.

Guiar Uniteco en su misión de seguir siendo la correduría de seguros líder en el sector sanitario es un privilegio que asumo con orgullo y humildad. Es la responsabilidad de tender un puente entre el riesgo y la protección, de ser el bastión que resguarda a quienes día a día se enfrentan al desafío de curar al enfermo.

En mi familia, este legado de humanismo y compromiso ha recorrido los años tejiendo un hilo de valores que conforma el espíritu Uniteco y que ha guiado mi camino hasta aquí. Más de cinco décadas transmitiendo este mensaje de respeto y solidaridad, de empatía y consideración, han convergido en el momento más dulce de Uniteco. Y al observar el equipo que me rodea, vislumbro un futuro prometedor, donde cada miembro se erige como un pilar de esta filosofía, llevando consigo la antorcha del humanismo por la protección del médico.

En la esencia de Uniteco late un compromiso inquebrantable. En cada rincón de nuestra labor, en cada contrato que suscribimos, en cada palabra que pronunciamos, yace el eco de un respeto profundo hacia la profesión médica. Así, con el mismo paso de la vida, en Uniteco, en cada uno de nosotros, late el pulso de humanismo que nos guía nuestros pasos y que nos impulsa a honrar, cada día, el inmenso regalo de cuidar y ser cuidados.