Otros artículos de Juan Pablo Núñez

SE LEE EN 3 minutos
Hoy comienza el verdadero camino. Ese que durante años habéis soñado recorrer. Por fin dejáis de imaginar cómo sería ejercer la Medicina… para empezar a vivirla. Vuestra vocación cobra forma en cada bata, en cada historia clínica, en cada paciente al que miraréis no solo bajo los ojos de la ciencia, sino desde el lado más humano. Atrás queda una etapa de estudio y sacrificios, de exámenes y renuncias. Hoy comienza un reto real, inmenso, lleno de emociones, donde el conocimiento se combina con la humanidad para ofrecer lo mejor de uno mismo a los demás.

En vuestro primer día como Médicos Internos Residentes, empieza también vuestra verdadera relación con los valores del juramento hipocrático. Hoy, más que nunca, adquiere sentido la promesa de poner siempre al paciente en el centro, de respetar la dignidad humana, de compartir lo que sabéis y de no olvidar que la Medicina no es solo una ciencia, sino también un acto profundo de servicio. Os esperan días intensos. Algunos traerán alegría y orgullo. Otros os pondrán a prueba, os frustrarán, os harán dudar. Y sin embargo, incluso en esos momentos, cuando os sintáis al límite, descubriréis que esa misma entrega es la que os hace sentir plenos, útiles y vivos.

No olvidéis que, aunque hoy sabéis mucho, aún os queda todo por aprender. La Medicina es una carrera sin meta final. Cada paciente, cada guardia, cada charla con un compañero o cada error, os irá construyendo como los profesionales que estáis destinados a ser. No os confiéis. Mantened siempre la humildad como compañera de viaje. Porque solo los médicos que no dejan de formarse, de escuchar, de cuestionar y de evolucionar, son capaces de estar verdaderamente al servicio de los demás.

Asumiréis riesgos, tomaréis decisiones complejas y viviréis situaciones límite. Pero también podéis estar tranquilos: no estáis solos. En Uniteco llevamos más de 50 años caminando al lado de los médicos, protegiéndoles frente a lo imprevisto, acompañándolos cuando más lo necesitan. Porque cuidar de quienes cuidan es también una forma de mejorar la sociedad. Y porque sabemos que, para poder dar lo mejor a los demás, uno necesita también sentirse seguro.

Lo que hacéis es mucho más que una profesión: es un compromiso con la vida, con la salud y con el todo. Y por eso nos despertáis una profunda admiración. Porque en vuestras manos lleváis lo más valioso que tenemos: la vida. Sois el motor de nuestro estado de bienestar, pilar imprescindible de una sociedad más justa y humana.

Y al final del día, cuando cerréis los ojos con el cuerpo agotado, recordaréis una mirada agradecida, una mano estrechada o una sonrisa tras el dolor… Ahí sabréis que todo ha merecido la pena. Que nada llena más que saber que ese día habéis ayudado a alguien. A veces será evidente. Otras no tanto. Pero vuestra presencia, vuestra escucha, vuestro conocimiento y vuestra vocación marcarán la diferencia.

Gracias por elegir la profesión más valiente y más bonita del mundo.

Gracias por asumir el reto, por no rendiros, por querer estar al lado de quienes más lo necesitan.
Hoy comienza el verdadero camino y desde Uniteco os decimos: estamos con vosotros. Siempre.