Sala de espera
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5 mar. 2013 11:02H
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Reconforta leer de vez en cuando noticias positivas, que nos hacen olvidar, aunque sea por unos instantes, la crisis recurrente. La prensa abre hoy una ventanita a una de estas píldoras que nos revitalizan y entusiasman, y que nos permiten creer que es posible seguir adelante, pese a las dificultades.

El protagonista es el sida, una enfermedad cada vez más acorralada por los avances científicos y que ya no despierta el temor de hace décadas porque es posible tratarla y reducir su alcance, aunque de momento, todavía no haya una cura descubierta. Sin embargo, la comunidad científica anda revuelta y sobresaltada por la posible curación de una niña de dos años y medio que nació con el VIH y que ahora no muestra rastro alguno del virus, cuando lleva más de un año sin medicarse.

El País, en su balcón de sumarios, reserva uno a la noticia: Una esperanza contra el sida. Expectación por la posible cura de un bebé. El Mundo personifica el éxito aunque le da similar tratamiento de espacio: La doctora Hannah Gay vence al sida infantil en una clínica de EEUU. El Progreso de Lugo recupera el tono positivo global: Una cura de esperanza. La comunidad acoge con prudencia y alegría el anuncio de que médicos de EEUU curaron por primera vez a un bebé con VIH.

Hay más periódicos que apuestan hoy por un futuro mejor. El Correo (Esperanza para los enfermos de sida), El Diario Montañés (Esperanza contra el sida) o El Periódico de Aragón (Los médicos ‘curan’ el sida a doce infectados al ser tratados a las pocas horas del contagio). Las comitas del ‘curan’ obligan a ser prudentes, muy prudentes, antes de certificar que por fin, el sida tiene una cura reconocida y efectiva. Pero el camino por el que transita desde hace años la humanidad no puede tener otro final.


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