Manuel Cascos, presidente de Satse
Sanidad, presente y futuro
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3 oct. 2018 10:40H
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María Luisa Carcedo es desde hace escasas fechas la ministra de Sanidad. A ella le antecedieron Carmen Montón, Dolors Montserrat, Alfonso Alonso, Ana Mato, Leire Pajín, Trinidad Jiménez… Gestores de distinto signo político que han coincidido en manifestar públicamente la importancia de la labor que desarrollan las enfermeras y enfermeros dentro del Sistema Nacional de Salud.

Todos ellos aseguraron ante los micrófonos de televisiones, radios y periódicos que la profesión enfermera debe jugar un papel más relevante en el presente y, sobre todo, en el futuro de nuestra sanidad y todos ellos se comprometieron a poner de su parte para que las necesidades de cuidados de enfermería de los ciudadanos estuviesen plenamente satisfechas con un número suficiente de profesionales.

Este listado de autoridades sanitarias lo podemos completar con los nombres y apellidos de los consejeros y consejeras de Sanidad de los últimos años en las distintas comunidades autónomas porque seguiremos sin encontrar voces discrepantes sobre la importancia y necesidad incuestionable de las enfermeras y enfermeros.
A tenor, por tanto, de las cientos de declaraciones de todos ellos alguien podría concluir que en los últimos años se ha producido un aumento del número de profesionales y que nuestro país, admirado por otros muchos por la cualificación y conocimiento de sus enfermeras y enfermeros, habría “escalado” puestos, situándose ya a la cabeza de Europa.

Lamentablemente, ese alguien está muy equivocado porque seguimos “a años luz” de otros países de nuestro entorno y bastante lejos de la media europea. Los datos no dejan lugar a dudas.


"En ratios enfermeros, seguimos a años luz de otros países de nuestro entorno"


Si en Europa la media es tener 8,8 enfermeras por 1.000 habitantes, en España es de solo el 5,3. Estamos en el puesto 24 de 28 países. Según un reciente estudio, elaborado por un prestigioso equipo de expertos, nuestro país necesita más de 130.000 enfermeras y enfermeros, es decir, un 34 por ciento más para alcanzar sólo la media europea. Ya no hablamos de alcanzar a los países que están a la cabeza.

Y son necesarios porque numerosos organismos y asociaciones científicas concluyen que un déficit de enfermeras y enfermeros repercute directamente en la salud de los ciudadanos, incrementando también la morbilidad y mortalidad de los pacientes. Tan claro como grave. A menos enfermeras, más complicaciones y más posibilidades de fallecimientos.

Estos datos, como otros muchos con las mismas conclusiones, han sido presentados a ministros y consejeros de sucesivas legislaturas. Ahora los tiene sobre la mesa María Luisa Carcedo y el resto de representantes autonómicos en el  Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. Está en su mano cambiar las cosas y así se lo hemos pedido.

No obstante, y dado que experiencias pasadas no hacen ser muy optimistas al respecto, en SATSE tenemos previsto reclamar en próximas fechas el apoyo de toda la sociedad para garantizar un número suficiente de enfermeras y enfermeros y, con ello, una atención sanitaria más segura y de mayor calidad para todos. Si los gestores sanitarios no mueven ficha, lo haremos nosotros.