Un reciente estudio de Eurostat analiza el estado de bienestar y la morbilidad crónica en Europa

La brecha de género en cronicidad, un desafío europeo aún mayor en España
Un informe de Eurostat explica cómo afectan las desigualdades sociales a la autopercepción de la salud.


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La salud autopercibida, que refleja cómo las personas valoran su estado general de bienestar; y la morbilidad crónica, que mide la presencia de enfermedades de larga duración, muestran en 2024 importantes diferencias en Europa. Según datos de Eurostat, el 68,4 por ciento de la población europea mayor de 16 años considera que goza de buena o muy buena salud, aunque esta percepción varía según distintos parámetros, como el sexo. Un condicionante que también se ve reflejado en una clara brecha de género en la prevalencia de enfermedades crónicas. Según los datos del organismo europeo, el 37,4 por ciento de las mujeres europeas mayores de 16 años reportan tener una dolencia o problema de salud de larga duración, una cifra notablemente superior al 33,1 por ciento de los hombres. Esta diferencia de 4,3 puntos porcentuales marca la pauta de la situación sanitaria del continente.

En la UE, un 35,3 por ciento de la población de 16 años o más padece una enfermedad o problema de larga duración, porcentaje que en España asciende al 36 por ciento. El 38,3 por ciento de las mujeres españolas sufren enfermedades crónicas, frente al 33,5 por ciento de los hombres. La diferencia de 4,8 puntos porcentuales en España es ligeramente superior a la media de la UE, lo que intensifica la necesidad de impulsar políticas de salud pública destinadas al abordaje de la cronicidad en España, y más concretamente en las mujeres. 


Brecha de género y disparidades en la percepción de la salud


En toda la Unión Europea, los hombres tienden a percibir su salud mejor que las mujeres. En 2024, el 71 por ciento de los hombres calificó su salud como buena o muy buena, frente al 66 por ciento de las mujeres. Esta diferencia de cinco puntos porcentuales se observa en todos los países miembros, aunque con variaciones notables.

Lituania presenta la mayor brecha, con casi diez puntos porcentuales, mientras que Irlanda y Luxemburgo muestran diferencias casi insignificantes. En España, las cifras medias están por encima de la media europea, y es que el 73,2 por ciento de hombres perciben su salud de forma positiva y un 67,4 por ciento de mujeres se sienten saludables.

En Malta e Irlanda, los índices de percepción positiva de salud son los más altos tanto para hombres como para mujeres, superando el 79 por ciento en ambos casos. Por otro lado, países como Lituania y Letonia se sitúan a la cola, con menos de la mitad de la población femenina considerando que goza de buena salud. 44,8 y 45,9 por ciento respectivamente. En el caso de los hombres los porcentajes son de 54,5 y 53,3.


La edad y la percepción de la salud en Europa


Por otra parte, la percepción negativa de la salud aumenta con la edad, al igual que la diferencia entre hombres y mujeres. En general, menos personas mayores califican su salud como buena o muy buena, mientras que aumenta el porcentaje que la considera mala o muy mala. En la Unión Europea, el diferencial de género en salud positiva es más estrecho en jóvenes adultos (1,3 puntos entre 25 y 34 años) y se amplía considerablemente en mayores de 85 años, alcanzando 5,5 puntos.


Educación e ingresos, claves para una mejor percepción de la salud


La relación entre el nivel educativo y la salud autopercibida es clara. En la UE, el 79,9 por ciento de las personas con educación terciaria califican su salud como buena o muy buena, frente al 56,7 por ciento con educación secundaria inferior o menos. Esta tendencia se repite en la mayoría de los países, con excepciones puntuales como Letonia y Chequia.

El nivel de ingresos también impacta en la percepción de salud. En el quintil más alto de ingresos, casi el 80 por ciento valora su salud positivamente, mientras que en el quintil más bajo esta cifra cae al 57,9 por ciento. Países como Lituania y Croacia muestran grandes diferencias de hasta 45 puntos porcentuales entre los extremos de renta, mientras que en Italia y Eslovaquia la brecha es mucho menor.

Calidad de empleo y enfermedades crónicas


De igual forma, el empleo se relaciona con un menor reporte de enfermedades crónicas. En 2024, solo el 25,5 por ciento de los trabajadores en la UE afirmaron tener un problema de salud de larga duración, cifra que se eleva al 41,7 por ciento entre los desempleados. Esta diferencia se mantiene en todos los países con datos disponibles, con especial relevancia en Países Bajos, donde la diferencia entre empleados y desempleados supera los 37 puntos porcentuales.
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