Foto de archivo de la asignación MIR 2025.
La
calidad del profesorado es uno de los pilares fundamentales en la formación de los
MIR. Así lo confirma un reciente estudio realizado en el suroeste de China, donde se analizó la percepción de los residentes sobre la evaluación del profesorado. Entre sus conclusiones destaca que el 96,3 por ciento de los encuestados considera que una
buena capacidad de comunicación es un factor clave para valorar positivamente a un docente. Casi en la misma proporción, un 95,6 por ciento otorga máxima importancia a la competencia pedagógica del
tutor.
El estudio se basa en una encuesta transversal realizada entre julio y agosto de 2024, en un hospital acreditado para la formación sanitaria especializada. De
411 residentes contactados, se obtuvieron 273 respuestas válidas tras excluir cuestionarios incompletos o con tiempos de respuesta inferiores a tres minutos. La muestra incluye residentes de primer, segundo y tercer año, pertenecientes a distintas especialidades como
Medicina Interna,
Cirugía,
Medicina General,
Pediatría y Obstetricia y
Ginecología, entre otras.
La evaluación al profesorado, percibida como importante
Casi ocho de cada diez residentes (79,1 por ciento) creen que
evaluar al profesorado clínico es una parte importante de su proceso formativo. Más de la mitad (65,6 por ciento) considera que estas evaluaciones deben realizarse de forma regular, preferentemente cada seis meses o cada trimestre.
La percepción de utilidad de la evaluación también muestra diversidad: un 43,2 por ciento de los residentes opina que el hecho de que el
profesorado conozca los resultados de las evaluaciones mejora la calidad de la formación. Sin embargo, un 38,8 por ciento cree que esta transparencia no influye en el desarrollo del proceso formativo.
Factores prioritarios para una valoración positiva
La encuesta preguntó a los residentes por los elementos que consideran más relevantes a la hora de evaluar al profesorado. El 96,3 por ciento mencionó la
capacidad de comunicación como uno de los factores clave, seguido de la competencia pedagógica (95,6 por ciento), la relación entre tutor y residente (95,2 por ciento) y el conocimiento práctico en la enseñanza (95,2 por ciento).
En el otro extremo, el factor menos valorado fue la i
ndulgencia del tutor con los residentes: solo el 71,1 por ciento lo consideró importante. Esta preferencia sugiere que los residentes priorizan la exigencia formativa siempre que venga acompañada de claridad comunicativa, empatía y planificación.
Diferencias por año de residencia y por sexo
El análisis estadístico del estudio revela diferencias significativas según el año de residencia. Los
residentes de segundo año fueron los más exigentes con la calidad docente: valoraron con mayor frecuencia tanto la habilidad para enseñar como la capacidad comunicativa del profesorado. Según los autores, este resultado puede explicarse por el momento formativo intermedio en que se encuentran, que combina experiencia clínica con necesidades aún intensas de supervisión.
También se encontraron diferencias estadísticamente significativas según el sexo. Las residentes mujeres otorgaron más importancia que sus compañeros varones a tres aspectos específicos: la
receptividad del tutor a los comentarios del residente, la
calidad de la relación personal entre tutor y residente y la
existencia de un plan de enseñanza razonable.
Estas diferencias podrían sugerir una mayor sensibilidad entre las residentes mujeres hacia entornos de aprendizaje estructurados y basados en la interacción.
Importancia de una evaluación continua y basada en evidencia
Los autores del estudio subrayan la necesidad de diseñar sistemas de evaluación del profesorado clínico que respondan a las prioridades expresadas por los residentes. Recomiendan implementar protocolos de retroalimentación estructurada, introducir micro credenciales en docencia clínica y utilizar herramientas de simulación asistidas por
inteligencia artificial como parte de los programas de formación docente.
Asimismo, proponen
sincronizar las evaluaciones del profesorado con los ciclos rotatorios de los residentes, ya que esto facilitaría una retroalimentación más pertinente y oportuna. El modelo de currículo en espiral, en el que se repiten conceptos clave a lo largo del tiempo en distintos niveles de complejidad, respalda también este enfoque periódico de evaluación.
Limitaciones del estudio y perspectivas futuras
Pese a la solidez de los datos recogidos, los autores advierten algunas limitaciones metodológicas. La encuesta se realizó
en un solo hospital, lo que puede limitar la generalización de los resultados a otros entornos. Además, la muestra presenta una sobrerrepresentación de residentes de primer año y mujeres, lo que podría introducir cierto sesgo en las preferencias recogidas.
También reconocen que la baja frecuencia de respuestas “neutras” o “poco importantes” en algunas variables impidió aplicar modelos de regresión multivariable que permitieran controlar posibles factores de confusión.
Para futuras investigaciones, proponen
estudios multicéntricos, sistemas de análisis inteligente de datos y seguimientos longitudinales que permitan evaluar la evolución de las preferencias docentes a lo largo del tiempo.
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