Cristina Ruiz de Pablo, titular de una farmacia en Gómara, habla del proceso de apertura y de los trámites burocráticos

El reto de abrir una farmacia rural con apenas 28 años: "Pedí una hipoteca"
Cristina Ruiz de Pablo, titular de farmacia en Gómara, Soria


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Las farmacias comunitarias son, para muchos pacientes, el primer contacto con la Sanidad, sobre todo en zonas rurales, donde los hospitales pueden encontrarse a kilómetros de distancia. En provincias como la de Soria, uno de los principales exponentes de la “España vaciada”, se hace aún más necesario que haya farmacéuticos que apuesten por abrir y mantener oficinas de farmacia. Ese es el caso de Cristina Ruiz de Pablo, una farmacéutica de 28 años que ha decidido volver a Gómara, su pueblo en la provincia de Soria de menos de 300 habitantes, y emprender: “A las personas del pueblo tener una farmacia abierta les da tranquilidad. Saber que, si el médico no puede atenderles por cualquier motivo, yo voy a estar para solucionar sus problemas”, afirma.

La farmacia del pueblo reabrió sus puertas en julio de este año, ahora, a manos de Ruiz de Pablo. El proceso burocrático fue largo ya que, aunque la primera visita la realizó en febrero, los trámites se complicaron por el fallecimiento del anterior propietario. “La cuestión es que llevaba en venta un tiempo, pero no habían encontrado ningún comprador y realmente no había ningún otro candidato”, cuenta la farmacéutica, que insiste en que la decisión de volver al entorno rural y la conexión directa con los pacientes son el motor de su proyecto.

Las complicaciones del proceso de adquisición


La farmacéutica explica cómo fue el proceso de adquisición, que no era una apertura nueva, sino la reapertura de un cierre temporal: "Tuve que hacer una serie de trámites a nivel de colegiada, porque claro, necesitas tener estar colegiada en el colegio de la provincia. Luego también a nivel de sanidad, pues que me dieran la apertura provisional...", recuerda. En lo relativo al proceso de la venta, tanto la parte vendedora como la farmacéutica estuvieron asesoradas por un abogado experto en la transmisión de farmacias.

Cuando se le pregunta por el capital que hay que invertir, Ruiz de Pablo explica que es, más o menos, como adquirir cualquier propiedad: si el precio es muy elevado, normalmente tienes que dar una entrada. “Como las farmacias rurales no tienen un coste o precio tan elevado, todo el precio de la farmacia lo he cubierto con una hipoteca, y la parte vendedora lo ha adquirido directamente”, concreta.

Una cosa a tener en cuenta es la separación entre el precio de la licencia y el stock: “Se acuerda que tienes que quedarte con todo el stock que tiene la farmacia y lo compras al precio PVL (Precio de Venta al Laboratorio). También hay que revisarlo, en nuestro caso, retirando los productos caducados”, especifica. La emprendedora destaca una ventaja de emprender en el medio rural: “Necesitas muy poco capital para empezar, a diferencia de lo que cuesta una farmacia en cualquier capital de provincia, como Madrid, Barcelona o similar”. A día de hoy, Ruiz de Pablo no tiene ningún empleado y dice "estar muy lejos de tenerlo".

Las ayudas económicas, un gran impulso para emprender


Aunque, como afirma Ruiz de Pablo, adquirir una oficina de farmacia en el entorno rural es más fácil a nivel económico, es importante garantizar la viabilidad del servicio. Para ello, la farmacia recibe ayudas económicas como la de Viabilidad Económica Comprometida (VEC), un apoyo estatal para farmacias que facturan menos de 200.000 euros anuales. “Es una ayuda que es a nivel del Ministerio de Sanidad, pero se delega en las comunidades autónomas, por lo que puede tener pequeñas variaciones a nivel autonómico”, explica. También ha solicitado otras ayudas autonómicas, o por ser emprendedora de menos de 30 años y por abrir un negocio en un pueblo de menos de 1.000 habitantes.


"Mi trabajo tiene un impacto directo y soy parte activa de la comunidad"



A pesar de los desafíos, la farmacéutica se mantiene activa en la comunidad. Este verano ya ha ofrecido varias charlas de divulgación sanitaria sobre temas como el botiquín y el cuidado de la piel, y su próximo proyecto es la implantación del Sistema Personalizado de Dosificación (SPD) para mejorar la adherencia a los tratamientos en personas mayores. “A mí me gusta mucho la farmacia comunitaria. Lo tenía clarísimo desde el principio que me iba a dedicar a ello y, como soy joven, quería probar. Con cada paciente, puedo hacer un seguimiento real de la salud y ver que mi trabajo tiene un impacto directo, sentirme útil y ser parte activa de la comunidad”, concluye.
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