Estudiar Medicina en Sudán es un reto por el conflicto bélico.
Un estudio reciente publicado en
BMC Medical Education ha revelado cómo los
estudiantes de medicina en
Sudán han enfrentado la difícil tarea de continuar su formación en medio del conflicto armado que asola el país.
La investigación, titulada “Satisfacción de los estudiantes de medicina sudaneses con el aprendizaje en línea y su asociación con el malestar psicológico: un estudio transversal”, ofrece una visión clara del
impacto psicológico y académico que ha supuesto para estos jóvenes adaptarse a una modalidad educativa que, lejos de ser una elección, se convirtió en una necesidad impuesta por las circunstancias.
El conflicto en Sudán obligó a cerrar aulas y suspender clases presenciales, empujando a miles de estudiantes a depender de recursos digitales para mantener su formación. Sin embargo, la transición no fue fácil. La falta de
dispositivos adecuados, las conexiones inestables y la ausencia de un entorno propicio para el estudio se sumaron a las preocupaciones propias de una
sociedad afectada por la guerra. Para muchos, la imposibilidad de concentrarse se convirtió en una constante, mientras que otros se vieron aislados de sus compañeros y docentes, perdiendo el apoyo emocional que ofrece la interacción diaria.
Depresión, ansiedad y estrés entre los futuros médicos
El estudio, que recopiló información entre diciembre de 2024 y abril de 2025, analizó las respuestas de
1.891 estudiantes de medicina, revelando que, en promedio, estos jóvenes calificaron su satisfacción con la educación recibida en este periodo con un puntaje medio de
26,2 sobre 40. Pero más allá de las cifras, los testimonios de los participantes muestran una realidad marcada por la incertidumbre y la
ansiedad.
Los investigadores identificaron que una
proporción significativa de los estudiantes presentó síntomas de
depresión, ansiedad y estrés. Estas condiciones, lejos de ser una excepción, se convirtieron en una constante entre quienes intentaban mantenerse al día con sus estudios en un contexto marcado por el miedo y la violencia. Para muchos, el aprendizaje dejó de ser una fuente de crecimiento y se transformó en una
carga más que soportar.
La investigación subraya que la pérdida de contacto directo con profesores y compañeros, sumada a la limitada interacción en las plataformas educativas, agravó el sentimiento de aislamiento. Los estudiantes no solo se vieron
privados del apoyo académico, sino también de una red social fundamental para sobrellevar las dificultades. En un entorno donde la conexión a internet es inestable y las interrupciones son frecuentes, cada clase se convertía en una prueba de paciencia.
Recomendaciones para una educación resiliente
A pesar de las dificultades, muchos estudiantes intentaron adaptarse. Algunos buscaron apoyo entre sus compañeros, creando
grupos de estudio virtuales que, aunque no reemplazaban la interacción presencial, ofrecían un espacio para compartir inquietudes y consejos. Otros recurrieron a estrategias individuales, como organizar horarios estrictos para estudiar o desconectarse temporalmente de las noticias para reducir el estrés.
Sin embargo, el estudio advierte que estas soluciones individuales
no son suficientes. Los autores señalan la necesidad de adoptar medidas a nivel institucional para garantizar una formación de calidad y proteger la salud mental de los futuros profesionales de la salud. Entre las recomendaciones, destacan la mejora del acceso a
recursos digitales, el establecimiento de
apoyo psicológico específico y la capacitación de los docentes para ofrecer una enseñanza adaptada a las circunstancias.
El caso de los estudiantes de medicina en Sudán pone de relieve un problema que no se limita a este país. En un mundo donde los conflictos y las crisis humanitarias son cada vez más frecuentes, garantizar el
derecho a la educación se convierte en un desafío global. Para estos jóvenes, la
Medicina no es solo una carrera, sino una vocación que, incluso en medio de la guerra, siguen persiguiendo con determinación.
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