Raquel Alarcón, primera catedrática de Medicina por Almería con su proyecto dedicado a pacientes con fibromialgia

Raquel Alarcón, primera catedrática de Medicina por Almería
Raquel Alarcón, primera catedrática de Medicina en Almería.


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La Universidad de Almería (UAL) ha nombrado a Raquel Alarcón Rodríguez como la primera catedrática del área de Medicina en la historia de esta institución andaluza. Con más de 20 años de trayectoria en docencia e investigación, su ascenso a la máxima categoría académica representa, en sus propias palabras, “un hito personal y profesional” que simboliza el compromiso de la universidad con la excelencia formativa en Ciencias de la Salud.

“Alcanzar este nivel supone un reconocimiento a toda una trayectoria dedicada a la docencia y la investigación, así como un símbolo de excelencia para la titulación de Medicina”, subraya la nueva catedrática. El nombramiento no solo visibiliza su carrera individual, sino también el impulso que ha vivido la Universidad de Almería en el ámbito de la formación médica en los últimos años.

Participación activa en la construcción del grado de Medicina


Raquel Alarcón ha participado activamente en la implantación del Grado en Medicina en la UAL, una aspiración largamente trabajada desde el área de conocimiento al que pertenece. Antes incluso de que el grado se hiciera realidad, la universidad impulsó el Máster Oficial en Investigación en Medicina y Ciencias de la Salud, del cual fue coordinadora durante once años. También ha formado parte desde 2015 de la Comisión Académica del Programa de Doctorado en Ciencias Médicas. “Estos estudios de posgrado han sido clave para preparar el terreno y consolidar el grado”, explica.

Además, Alarcón es la directora del Centro de Investigación en Salud (Ceinsa) de la Universidad de Almería, una estructura que articula la colaboración entre investigadores universitarios, centros hospitalarios e instituciones públicas y privadas de la provincia. “Fue un momento especial en mi carrera, porque supuso el reconocimiento a toda mi trayectoria investigadora”, reconoce sobre su nombramiento como directora del Ceinsa.

El proyecto FIBROWATCH


Uno de los proyectos más destacados que ha liderado recientemente es Fibrowatch, un smartwatch basado en inteligencia artificial diseñado para mejorar el abordaje de la fibromialgia. Esta iniciativa tecnológica fue el eje central de su defensa para alcanzar la cátedra, y parte de la experiencia acumulada en Epilsera, un proyecto previo enfocado en la detección de convulsiones en pacientes epilépticos.

“Durante el desarrollo de Epilsera construimos una base tecnológica muy sólida, incluyendo algoritmos avanzados y una infraestructura de monitorización robusta. Al analizar las necesidades no cubiertas en la fibromialgia, vimos que podíamos adaptar esa tecnología a esta enfermedad, con un enfoque de alta fiabilidad y sofisticación”, explica.

Fibrowatch permite registrar en tiempo real variables fisiológicas asociadas al dolor, la fatiga o el sueño, combinando estos datos con autoinformes del paciente a través de una aplicación móvil. Toda la información se almacenará en servidores seguros de la universidad, garantizando la privacidad mediante encriptación. A partir de estos datos, se entrenarán modelos de inteligencia artificial capaces de identificar patrones y prever crisis, ofreciendo a los profesionales herramientas objetivas para tomar decisiones clínicas más precisas.

“El objetivo es transformar el enfoque tradicional del manejo de la fibromialgia, proporcionando un sistema de atención proactiva, basado en datos objetivos y personalizados”, detalla Alarcón. Esta capacidad de monitorización continua permitirá a los pacientes ajustar su estilo de vida, controlar su medicación y anticiparse a los episodios de dolor, con un mayor grado de autonomía y menor dependencia de la atención médica presencial.

El proyecto está dividido en dos fases. La primera consiste en el diseño técnico del dispositivo, el desarrollo de la app y un estudio piloto con pacientes diagnosticados, que serán monitorizados durante dos meses. La segunda fase será un estudio observacional en el que se evaluará la eficacia del dispositivo para detectar en tiempo real los síntomas y desencadenantes más relevantes. Una vez validado, el equipo prevé un ensayo clínico comparativo con dos grupos de pacientes: uno que será monitorizado con Fibrowatch y otro que recibirá atención estándar.

“Con esta comparativa podremos evaluar de forma objetiva si el uso del smartwatch reduce la intensidad del dolor, mejora la calidad del sueño, incrementa los niveles de actividad física o disminuye la frecuencia y gravedad de los brotes”, adelanta.

La fibromialgia, un reto para el diagnóstico


La fibromialgia es una enfermedad caracterizada por una sintomatología difusa, fluctuante y de difícil cuantificación objetiva. Esto la convierte en un reto diagnóstico y terapéutico. “Hoy en día, el diagnóstico y seguimiento dependen en gran medida de la percepción subjetiva del paciente y de evaluaciones clínicas puntuales. Con Fibrowatch queremos obtener una imagen más completa y continua de la evolución de los síntomas”, defiende Alarcón.

El dispositivo permitirá registrar indicadores clave como la variabilidad de la frecuencia cardíaca, la calidad del sueño o los niveles de actividad física, elementos que muchas veces escapan a la consulta tradicional. Según la investigadora, esto podría facilitar la identificación de factores desencadenantes de los síntomas, mejorar la personalización del tratamiento y aumentar la implicación activa de los pacientes en su propia gestión.

Más allá de la fibromialgia, Alarcón considera que la tecnología de Fibrowatch es extrapolable a otras enfermedades crónicas con síntomas cambiantes. Cita como ejemplos la esclerosis múltiple, el síndrome de fatiga crónica, la artritis reumatoide o ciertos tipos de migraña, en los que los pacientes experimentan variaciones sintomáticas que son difíciles de recoger en una sola consulta.

“Este modelo de monitorización tiene un enorme potencial. Puede ofrecer una ventana sin precedentes a la realidad diaria del paciente, que es justo lo que más se nos escapa desde la práctica clínica”, concluye.
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