Jens Rudolf Schmit, estudiante de primero de Medicina.
El ruido de fondo de la cafetería de la Universidad de Valencia obliga a
Jens Rudolf Schmit a buscar una zona algo más apartada para sincerarse con
Redacción Médica. Es una persona reservada, pero también
constante, ambiciosa y resiliente. Sobre todo, esto último, ya que ha tenido que superar un sinfín de adversidades desde bien pequeño:
migrar a un país del que desconoce su lengua, afrontar la falta de empatía de los docentes españoles y
sobrevivir a un centro de menores, entre otras. Pero, mientras algunos "tocan fondo" y no consiguen remontar, este actual estudiante de
primero de Medicina consiguió "ver la luz" cuando todo estaba oscuro y se aferró a un deseo que, hoy por hoy, está en camino de cumplir:
convertirse en médico. "El propósito de entrar a Medicina
me ayudó a salir de un centro de menores”, ha afirmado.
Schmit nació en
Bélgica y siempre tuvo claro que quería hacer Medicina. Recuerda cómo veía a los médicos tratar a su padre, quien tenía soriasis, y la función tan importante que tienen en la sociedad le llamaba mucho la atención. "Sentía que quería formar parte de eso”, ha reconocido a este periódico.
Esa patología dermatológica no mejoró y sus padres tomaron la radical decisión de marcharse a vivir a España con el objetivo de mejorar su calidad de vida. Un cambio difícil para un adolescente de
tan solo 13 años, quien vio como toda la vida que había construido -colegio, amigos y familia- se quedaba atrás-. "Cuando esto ocurrió
yo no sabía nada de español", ha lamentado.
Migrar a España sin conocer el idioma
Ese
desconocimiento del idioma y la frustración que todo ello acarreaba en su vida social fueron los
detonantes de los problemas que arrastraría durante años. En el instituto tampoco sentía ningún apoyo por parte de sus profesores, y eso derivó en una serie de encontronazos que empeoraron su situación. De hecho, todavía recuerda como, tras
aprobar todas las asignaturas de la ESO, la dirección del centro educativo
se negó a que pasase a Bachillerato porque, según él, no dominaba lo suficiente el español
En casa las cosas tampoco iban mejor. El idioma fue un cambio muy difícil para Schmit, quien, para
evitar verse solo, empezó a tener malas influencias.
"Me estaba adentrando en un mundo que no era bueno. Tenía conflictos con mis padres y conmigo mismo. Llegó un punto en que en casa no se podía estar”, ha detallado.
Ingresar a un centro de menores teniendo 15 años
La situación llegó a tal extremo que sus padres decidieron que la única solución para enderezar el comportamiento de su hijo era i
nternándolo en un centro de menores. Así, desde los 15 hasta los 18 estuvo allí. "
Primero estuve nueve meses en uno de recepción, donde hay personas de todo tipo y pasas los días en el patio. Luego me trasladaron al centro de menores”, ha explicado.
El centro de menores fue el principio del fin. Allí se dio cuenta de que había "tocado fondo" y que no podía seguir por ese camino. "Eso de no contar ni con familia ni amigos fue horrible. Y, de alguna forma,
me hizo ver la luz y recapacitar. Cuando no te queda nada más yo me aferré a un deseo: lograr ser médico”, ha escrito.
El propósito de entrar a Medicina
De hecho, Schmit tiene claro que el propósito de querer entrar a Medicina le ayudó a salir del centro de menores. Aunque no consiguió su meta de inmediato, durante el tiempo que estuvo en el centro de menores comenzó a estudiar el grado medio de Técnico de Cuidados Auxiliares de Enfermería (
TCAE) y, cuando logró salir, ya con 18 años,
cursó la FP superior de Anatomía Patológica para poder presentarse a la PAU -ya que no tenía Bachilleraro- y lograr
entrar Medicina.
Y este año, tras tanto esfuerzo, ha conseguido cumplir parte de su sueño y es
estudiante de primero de Medicina en la Universidad de Valencia. "
Tengo mucha ilusión por esta nueva etapa", ha incidido.
Cuando salió del centro de menores, la relación con sus progenitores mejoró, pero, lamentablemente, su padre falleció el año pasado y no ha podido ver cómo su hijo va alcanzando poco a poco sus metas y reconduce su vida. "De alguna forma, aunque él ya no esté aquí,
quiero pensar que se sentiría orgulloso de mí", ha concluido.
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