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3 abr. 2020 17:10H
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Viene a mi memoria en estos graves momentos el conocido pasaje de la universal obra de Miguel de Cervantes en el que Don Quijote se enzarza en un fiero combate contra los que él está seguro son feroces gigantes mientras que Sancho Panza le insiste en que solo son molinos de viento.

Paradójica y lamentablemente, en la crisis sanitaria mundial provocada por el  coronavirus se ha constatado que son realmente feroces gigantes los que en un principio nos aseguraban desde las administraciones públicas que eran solo molinos de viento, y también que los profesionales sanitarios están luchando contra ellos con un gran sacrificio y compromiso pero, a diferencia del ingenioso hidalgo, sin armadura que les proteja.

Muchas serán las conclusiones que podremos extraer sobre el funcionamiento del Sistema Nacional de Salud, una vez finalice la crisis, pero si una ya ha quedado muy clara es la falta de previsión, diligencia y coordinación de cara a articular las actuaciones necesarias para que todos los profesionales sanitarios puedan atender y cuidar a sus pacientes con las necesarias condiciones de protección y seguridad.


"No es comprensible que se haya tardado tanto en empezar a dar respuesta al gravísimo problema de falta de material de protección para los profesionales"


A lo largo de muchos días hemos visto y escuchado tremendos testimonios en primera persona de cientos de compañeros y compañeras denunciando su lógica angustia y desasosiego por tener que trabajar sin los equipos de protección individual necesarios.

En nuestros hospitales, centros de salud y otros centros sanitarios y sociosanitarios no se disponía antes de las crisis, como es entendible, del suficiente material de protección para una pandemia de esta envergadura, pero lo que no es comprensible es que se haya tardado tanto en empezar a dar respuesta a este gravísimo problema, que aún cuando escribo estos líneas, y después de contagiarse a finales de enero la primera persona en nuestro país, no está solucionado.

Pese a las experiencias conocidas en otros países, a los que la pandemia llegó varias semanas antes, las autoridades que nos gobiernan en nuestro país no consideraron prioritario y relevante hacer acopio del suficiente material para proteger a los sanitarios y, de esta manera, a pacientes, ciudadanos y otras
personas de su entorno, como su familia y seres más queridos.

Grave vulneración de la seguridad en el trabajo


Esta inacción gubernamental ha conllevado, sin lugar a dudas, una grave vulneración de importantes derechos fundamentales de las personas que reconocen todas las instituciones y normativas, tanto a nivel nacional como internacional, como son el derecho a la salud, a la vida o a la seguridad en el trabajo.

Así lo hemos denunciado ya desde el Sindicato de Enfermería, SATSE, ante la Unión Europea y las Naciones Unidas y lo seguiremos haciendo hasta que no haya ni un solo profesional sanitario en nuestro país que combata sin la protección necesaria y reglamentaria contra este feroz enemigo a batir que es el coronavirus. No queremos medallas, queremos trabajar protegidos.

Cuando acabe la crisis sanitaria, al menos en esta primera fase inicial, empezaremos a oír a unos responsables políticos y otros echar balones fuera, responsabilizándose mutuamente de la falta del suficiente material de
protección. Será un debate inútil y vacuo que también llegará tarde porque el daño ya está hecho.

La pandemia está dejando a su paso miles de víctimas. En estos momentos, ya son más de 10.000 las personas que han perdido la vida en nuestro país y más de 16.000 los profesionales sanitarios que han resultado contagiados, de los que varios de ellos también han fallecido.

¿Aprenderemos de los errores cometidos de cara a futuras situaciones de crisis sanitaria? ¿Seremos conscientes de la importancia de propiciar a nuestros profesionales de todos los recursos materiales imprescindibles para trabajar con las suficientes garantías de seguridad?

La historia nos enseña que pocas son las lecciones aprendidas en situaciones de grave crisis que se tienen en cuenta en un futuro que tiende a olvidarlas o a no darles la suficiente importancia. Esperemos que no sea así y sepamos avanzar y mejorar por la seguridad y salud de todos.