Este artículo lo inicio con esta fábula de Esopo: “Los hijos de un labrador vivían en discordia y desunión. Sus exhortaciones eran inútiles para hacerles mudar de sentimientos, por lo cual resolvió darles una lección con la experiencia. Les llamó y les dijo que le llevaran una gavilla de varas. Cumplida la orden, les dio las varas en haz y les dijo que las rompieran; más a pesar de todos sus esfuerzos, no lo consiguieron. Entonces deshizo el haz y les dio las varas una a una; los hijos las rompieron fácilmente. - ¡Ahí tienen! les dijo el padre-. Si también ustedes, hijos míos, permanecen unidos, serán invencibles ante sus enemigos; pero estando divididos serán vencidos uno a uno con facilidad. Nunca olvides que en la unión se encuentra la fortaleza".

Pues en esto estamos los médicos y sus “representantes”, desunidos, peleando por lo mismo y cada uno a lo suyo, sin unidad y con mucho ombliguismo y exceso de protagonismo. Consecuencia, el ministerio se frota las manos, ayuda a la desunión, juega con nosotros, nos ve débiles. También otros profesionales que quieren darnos un buen empujón para hacerse fuertes y lograr gran parte de sus aspiraciones a nuestra costa.

La “negociación” de un nuevo Estatuto Marco ha puesto de manifiesto que los profesionales de la sanidad y sus representantes formales e informales están cada día más débiles. Las grandes leyes se negocian a nivel nacional, nuestro interlocutor es el Ministerio de Sanidad, solo hay una mesa oficial de negociación, el “ámbito”, una mesa pequeña con poca capacidad de negociación, una mesa en la que comen todos lo mismo, todos a la vez, en la que la representación no es precisamente proporcional ni representativa de todos los colectivos y sus diferentes competencias. En esta mesa de negociación hay una evidente falta de representación de los médicos/facultativos, somos una pequeña parte que se sienta en una pequeña silla en una esquina y que no es bien querida por el resto de los participantes.



"Dejaremos pasar una gran oportunidad y, de nuevo, un Estatuto Marco, un estatuto del mal, será impuesto y nos cerrarán la puerta de en posible cambio durante otras décadas"




Nos estamos jugando nuestro futuro como profesionales, nuestras condiciones de trabajo, nuestras retribuciones, horarios, guardias, reconocimiento profesional, nuestras competencias, en definitiva, nuestro peso dentro de un sistema en el que somos los principales, aunque no únicos, protagonistas. En estas condiciones, por un lado, el Ministerio de Sanidad y, por otro, el resto de las organizaciones sindicales que “representan” mas bien poco al médico y mucho a los demás profesionales, nos ningunean, nos quieren igualar, no admiten nuestras claras diferencias, no quieren dejarnos separarnos del marco general y permitirnos dotarnos de un Estatuto propio del médicos y demás facultativos. En estas condiciones estamos “negociando” la nada, solo veo más de lo mismo.

A unos días de una huelga de médicos y facultativos que preveo será un fracaso, incluso dudo que se mantenga, nuestras expectativas de solucionar los problemas laborales de la profesión son escasas, más con una división de nuestras organizaciones representativas que nos hace muy débiles. Auguro que el sueño del A1+, el fin de las guardias de 24 horas, la mejora de nuestras exigentes jornadas laborales, que todo nuestro trabajo cuente a efectos de la jubilación, la posibilidad de una jubilación anticipada, que las retribuciones de las guardias tengan un tratamiento diferente a efectos del IRPF, que el acceso a las plazas sea por un concurso único, que los traslados sean efectivos, que la carrera profesional se implemente sin trabas en todos los servicios de salud, que la organización de los servicios sea autogestionada por los mismos, etc., seguirán siendo un sueño, dejaremos pasar una gran oportunidad y, de nuevo, un Estatuto Marco, un estatuto del mal, será impuesto y nos cerrarán la puerta de en posible cambio durante otras décadas.

No aprendemos, se ríen de nosotros, creemos que somos fuertes e importantes y solo somos unas simples varas de una gavilla que quiebran sin problema y sin ninguna dificultad.