Durante décadas, la fisioterapia respiratoria ha ocupado un lugar secundario en el abordaje de las enfermedades pulmonares. Asociada en muchos casos a fases avanzadas de la enfermedad o a la hospitalización, su potencial ha estado claramente infravalorado. Sin embargo, la evidencia científica acumulada en los últimos años —y de forma muy visible tras la pandemia— obliga a repensar su papel: la fisioterapia respiratoria no es un complemento, es una herramienta clínica con impacto directo en resultados en salud.

Los datos son consistentes. En patologías tan prevalentes como la EPOC, la rehabilitación respiratoria ha demostrado reducir la disnea, mejorar la capacidad funcional y, lo que es especialmente relevante desde una perspectiva de sistema sanitario, disminuir reingresos hospitalarios tras una exacerbación. Metaanálisis recientes muestran que los programas de rehabilitación iniciados tras el alta reducen de forma significativa la probabilidad de nuevas hospitalizaciones y mejoran la supervivencia funcional del paciente. En un contexto de presión asistencial y envejecimiento poblacional, estos resultados no son menores.

En asma, tradicionalmente abordada casi en exclusiva desde la farmacología, los estudios sobre ejercicios respiratorios han abierto una vía complementaria con evidencia creciente. Técnicas como el método Buteyko, Papworth o el reentrenamiento diafragmático han demostrado mejorar el control de síntomas, reducir la hiperventilación disfuncional y disminuir la necesidad de medicación de rescate, especialmente en pacientes con asma mal controlada a pesar de tratamiento inhalado óptimo. No se trata de sustituir fármacos, sino de optimizar su efecto mediante un mejor control del patrón ventilatorio.

La fisioterapia respiratoria es especialmente crítica en enfermedades con producción crónica de secreciones, como la fibrosis quística o las bronquiectasias. En estos pacientes, la acumulación de moco no solo empeora la función pulmonar, sino que perpetúa la inflamación y favorece las infecciones recurrentes. Las técnicas de higiene bronquial —drenaje postural, ciclo activo de respiración, dispositivos de presión espiratoria positiva y oscilatorios— han demostrado mejorar la eliminación de secreciones y reducir la frecuencia de exacerbaciones. Aunque los cambios espirométricos pueden ser discretos, el beneficio clínico es claro: menos infecciones, menos ingresos y mejor calidad de vida.


"La fisioterapia respiratoria es especialmente crítica en enfermedades como la fibrosis quística o las bronquiectasias"



La pandemia de Covid-19 marcó un punto de inflexión. Miles de pacientes, incluso con cuadros iniciales leves, desarrollaron síntomas respiratorios persistentes: disnea, fatiga, intolerancia al esfuerzo o sensación de opresión torácica. La evidencia publicada en revistas internacionales de referencia muestra que los programas estructurados de rehabilitación respiratoria mejoran de forma significativa la capacidad de ejercicio, la función pulmonar y la calidad de vida en pacientes con covid persistente. En muchos casos, la fisioterapia respiratoria ha sido la diferencia entre una recuperación incompleta y la vuelta real a la vida cotidiana.

Conviene subrayar que la fisioterapia respiratoria no se limita a “técnicas”. Su valor diferencial reside en la personalización, la educación terapéutica y el acompañamiento continuado. El fisioterapeuta respiratorio evalúa el patrón ventilatorio, adapta las intervenciones a cada fase de la enfermedad y capacita al paciente para gestionar su patología en el día a día. Este enfoque, centrado en la autonomía y la adherencia, tiene un efecto directo tanto en resultados clínicos como en eficiencia del sistema sanitario.

En un momento en el que el sistema de salud busca modelos más sostenibles, basados en la prevención, la atención domiciliaria y la cronicidad bien controlada, la fisioterapia respiratoria encaja de forma natural. Su integración precoz en circuitos asistenciales —hospitalarios, ambulatorios y domiciliarios— no solo mejora la calidad asistencial, sino que reduce costes asociados a exacerbaciones evitables.


"La fisioterapia respiratoria no se limita a técnicas"



La pregunta, por tanto, ya no es si la fisioterapia respiratoria es útil, sino por qué sigue llegando tarde a tantos pacientes. Reconocer su valor, integrar al fisioterapeuta respiratorio en los equipos multidisciplinares y apostar por programas estructurados de rehabilitación respiratoria es una decisión clínica, científica y estratégica. En definitiva, una decisión basada en datos.

Desde Linde Médica trabajamos para que esta visión deje de ser excepcional y se convierta en práctica clínica habitual. Porque mejorar la respiración no es solo aliviar síntomas: es devolver funcionalidad, autonomía y calidad de vida a miles de personas.