En España el rol de ser “adanista” o “creacionista” es una actividad profesional, social e histórica. Aparece gente que se arroga campos y formas de hacer las cosas que ya hicieron otras personas anteriormente. Si esas personas son mujeres la función “adanista” es mucho más sencilla y se las silencia por el mero hecho de ser mujeres, con la pretendida esperanza que nadie dirá nada. El paso del tiempo y las muchas circunstancias vividas en ese tiempo y las nuevas perspectivas de futuro han hecho que me decidiera a escribir este artículo con plena consciencia de su contenido y de la necesidad de hacerlo en este momento.

La Psiquiatría infantil ha sido reconocida en España como especialidad médica en 2022 y desde entonces existe la tentación de hacer laudatio de “los que la hicieron posible”, pero se parte de premisas falsas y/o falseadas, limitadas y sesgadas: esos sujetos de cacareado laudatio han silenciado, de forma activa por acción y omisión, todo lo precedente. Es el momento de resituar las cosas en su sitio, aunque solo sea por coherencia personal.

La información sobre Flora Prieto se encuentra algo desperdigada en la Historia Hispánica de la Real Academia de la Historia, en la Biblioteca Digital de Chile y en la Biblioteca Digital de la Comunidad de Madrid, a lo que se ha unido mis recuerdos y vivencias personales con Flora como MIR en la Clínica Infantil La Paz.

Flora Prieto nace en Madrid el día 23 de diciembre de 1909, siendo sus padres, también madrileños, Manuel Prieto Salcedo (1868-1913), bombero, y María Huesca Jiménez (n. 1878). Flora fue la penúltima de seis hermanos y hacia 1910 vivían en la calle Tribulete, 9, y posteriormente siguió residiendo en Madrid. Se graduó en Medicina en 1946. Supo compaginar sus publicaciones y actividades en varios campos de la ciencia y de las artes. Como médico, publicó el estudio titulado La alergia en la Medicina psicosomática (1968) y Sexualidad, afectividad, represión: una grave responsabilidad (1971), sobre el papel de los padres en la educación sexual de los hijos, realizado desde una óptica clínica real de su experiencia profesional. Desarrolló su actividad profesional en la Cátedra de Pediatría del Hospital Clínico de San Carlos (Madrid) y en el Instituto de Puericultura. Se jubiló como jefa de sección de Paidopsiquiatría en la Clínica Infantil La Paz (Madrid). Fue nombrada como miembro de Honor de la Asociación Española de Pediatría, a propuesta de la Sección de Psiquiatría Infantil de dicha Asociación, a la que yo había elevado la solicitud sin que Flora lo supiese; cuando se lo notificaron, me llamó por teléfono para darme las gracias porque “esto es cosa tuya” y para decirme “ya sabes que a mí no me van estas cosas”.

La doctora Flora Prieto Huesca destacó profesionalmente inicialmente como pediatra y luego, tras una estancia de perfeccionamiento de estudios en Alemania, en el campo de la medicina psicosomática y, finalmente, derivó al psicoanálisis llegando a conocer a Melanie Klein, asumiendo, hasta su jubilación en 1979, unos 15 días antes de finalizar mi etapa de MIR con ella, el cargo de Jefa de Sección de Paidopsiquiatría en la Clínica Infantil de La Paz en Madrid. Flora fue una profesional de amplia formación humanística y técnica. Trabajó e investigó, sobre todo, en la clínica psicosomática infantil y en las relaciones precoces madre-hijo desde una perspectiva psicoanalítica, con la técnica de observación de bebés de Esther Bick, siendo una de las pioneras en su campo en nuestro país. Desarrolló su actividad profesional en la Cátedra de Pediatría del Hospital Clínico de San Carlos de Madrid y en el Instituto de Puericultura, hasta que el Prof. Enrique Jaso Roldán, tras su rehabilitación política y profesional, la reclamó para la Clínica Infantil «La Paz», de Madrid, donde desarrolló su actividad profesional desde su apertura hasta su jubilación y constituyendo la primera consulta de Paido-psiquiatría de la Seguridad Social española (Fig. 1), única mujer entre tantos hombres.

Entre los campos de investigación de Flora se encontraba la psicosomática infantil, siendo los componentes mentales y emocionales de los procesos alérgicos un campo de gran interés, escribiendo un texto relevante, publicado en 1968, como ha quedado referenciado con anterioridad. Algo más de 30 años después tuve el placer de codirigir, con el Prof. Jaime Rodríguez Sacristán, una tesis doctoral sobre los componentes emocionales del asma infantil presentada en la Universidad de Sevilla y que tuvo un contenido de claro homenaje a Flora Prieto.

Fig.1


Ya en 1958 había impartido una conferencia en el Aula Pequeña del Ateneo de Madrid, auspiciada por el aula de Medicina, sobre la “Psicología de la adolescencia femenina”, una verdadera pionera en tratar los temas comprometidos con claridad teórica y compromiso personal y social.

En el año 1971 publica Sexualidad, afectividad, represión: una grave responsabilidad, un texto pionero de nuevo sobre la necesidad de la educación afectivo-sexual de la infancia y a cuya actividad asigna el grado de responsabilidad de padres y educadores. Tiene una gran repercusión y publica un artículo sobre el tema en la mítica revista Triunfo (año XXIV, nº 472) con el título más directo de “Una grave responsabilidad” (Fig. 2). Sin duda que los contenidos actuales de sexualidad, internet e infancia se abordarían de otra forma si se hubiera hecho caso, en su momento, de las reflexiones y recomendaciones de Flora Prieto.

Flora era una persona de gran vitalidad y especial sentido del humor, unido a una ironía peculiar, que la hacían, en ocasiones, de difícil comprensión y trato, según decían, pero del tiempo en que yo me formé con ella sólo quedan gratos recuerdos y un estímulo permanente al estudio y a la (in)satisfacción intelectual. Además, Flora era una persona comprometida ideológicamente, a su manera, pero era fiel con ese compromiso. Su capacidad de trabajar con niñas y niños era inenarrable, había que estar a su lado para observar su capacidad de saber hacer, de contener y elaborar ese sufrimiento infantil. Se acercaba a los niños y niñas con sensibilidad y hablaba con ellos con gran respeto y sutileza que justificaba que las entrevistas clínicas son mitad ciencia y mitad arte.

Fig.2


Fig.3


Pero paralelamente a su brillante historial médico, ya desde muy joven, cultivó su amor por la literatura y por la música, publicando varias obras poéticas y teatrales, con representación escénica de algunas de ellas. También hizo adaptaciones cinematográficas de obras como La Busca, basada en la obra de Pío Baroja (1954) (Fig. 3); la película fue dirigida por  Angelino Fons en 1966 y fue interpretada por Jacques Perrin, Emma Penella, Lola Gaos y Sara Lezama, entre otros.

En cuanto a la música (Fig. 4), aunque su actividad tuvo menos repercusión pública, no por ello su vocación en este campo fue menos intensa y entusiasta. Ya en el año 1943 compone un Solo para violonchelo y un poco más tarde, un Coral a 4 voces. También conocemos de aquella época una Marcha Fúnebre y un poema musical titulado Resurrección. Realizó una búsqueda sobre canciones y música sefardita, siendo la pionera en este campo.

Fig.4


Su interés por la música no quedó en el pasado, ya que precisamente en los últimos años de su vida, después de su jubilación, la música pasó a llenar casi totalmente el contenido de su existencia, y así consagró su tiempo y sus energías, con gran ilusión y entusiasmo, como una joven estudiante, al conocimiento y practica de las más modernas escuelas de armonía y composición, demostrando con ello que su sentido musical le era innato. De todo ello nos dio un temprano testimonio el propio Antonio Buero Vallejo cuando, al prologarle su libro de poemas El Tiempo: Cuatro poemas escenificados, dice que los ha escrito en un “estilo musical”. Y este amor a la música, que subyace siempre en Flora Prieto, es lo que justifica la concesión del legado que ha permitido instituir el premio de composición que lleva su nombre en el Real Conservatorio de Madrid y que es gestionado por su albacea testamentario José Manuel Vidal Zapater, Fundador de Hispavox.

Como se ha mencionado con anterioridad, publica un libro de poemas: El tiempo: Cuatro poemas escenificados (Madrid, T.G. Impama, 1951), siendo prologado por Antonio Buero Vallejo, y con ilustraciones de E. N. Castelo, uno de los grandes ilustradores de su época (Fig. 5).

Fig.5


En Chile se guarda una carta manuscrita de cuatro páginas, fechada en 16 de julio de 1951, dirigida a la escritora chilena Gabriela Mistral, en la actualidad solo se encuentra disponible en formato digital, estando depositada en la Biblioteca Nacional de Chile y referenciada en el texto de I. Calvo de Aguilar, Antología biográfica de escritoras españolas, Madrid, Ed. Biblioteca Nueva, 1954, págs. 655-661.

Mantuvo relaciones personales con muchos escritores y artistas de la época, entre los que se destaca a Pío Baroja Nessi; Antonio Buero Vallejo; Carmelo Alonso Bernaola; Juan Carlos Calderón López de Arróyabe; Pau Casal Delfilló; Manuel de Falla Matheu; Emiliano de Arriaga Rivero; Ana María Matute. Con muchos de ellos participaba en las míticas tertulias del Café Gijón de Madrid en el grupo que lideraba Antonio Buero Vallejo.

Entre los profesionales de la Psiquiatría de la infancia y la adolescencia ella se relacionó con José Rallo, Vicente López-Ibor, Diego Gutiérrez, Francisco Mendiguchía, no solo fue pionera, sino que era la única mujer que afrontaba el desarrollo profesional en un mundo que era de hombres y lo hacía con fuerza, decisión y solvencia.

Flora Prieto Huesca, una Psiquiatra de infancia y adolescencia que siempre se dedicó, profesionalmente, al trabajo con la infancia y sus familias, trabajó por intentar conseguir que la Psiquiatría de la infancia y la adolescencia fuera una especialidad médica reconocida. En su actividad científica fue pionera en el campo de la psicosomática de la infancia y la adolescencia y la investigación con las relaciones precoces madre-hijo y el desarrollo de las técnicas de psicoterapia en la infancia y la adolescencia, adaptadas al momento en que se vivía y dispensarlas desde los servicios sanitarios públicos. Con Flora estuvimos 4 médicos para formarnos, la primera fue Manuela Utrilla, a la que recomendó que se fuera de España para hacer la especialidad, como así hizo la Dra. Utrilla que marchó primero a Bélgica y posteriormente a Suiza. Luego, con la etapa MIR, llegamos tres a lo largo de los años: el Dr. Javier Loño Capote, la Dra. Mercedes Rodrigo Alfageme y el Dr. José Luis Pedreira Massa (firmante de este artículo).

Contaré dos anécdotas personales con Flora, ella fue la que me llamó con el diminutivo por el que me conocen mis amigos desde entonces, según Flora mi nombre era muy común entonces y mi apellido complicado, así que lo arregló a su manera, con cariño y de forma muy pertinente. La segunda anécdota se refiere a unas jornadas que organizó para despedirse de la Clínica Infantil La Paz, me asignó impartir el tema “La Familia”, para lo que le solicité bibliografía, con mucha calma me dijo: “el segundo tomo de los diarios de Anaïs Nin”, mi sorpresa fue enorme e insistí en la bibliografía, me miró con esa mirada tan suya y de forma muy lenta me dijo: “El-segundo-tomo-de-los-diarios-de-Anaïs-Nin”, me quedó claro y al elaborar el tema comprendí que Flora, una vez más, tenía razón.

Flora fue una verdadera pionera, dirigiendo la primera sección clínica de Paidopsiquiatría de los servicios sanitarios de gestión pública, primero con el INP y luego con el INSALUD. Lo hizo con dedicación y sin apenas medios. Cuando se jubiló en la Clínica Infantil se hizo un acto “sorpresa” en el Salón de Actos. Ella no supo nada hasta que entró acompañada por mí y se encontró el salón lleno y la gente aplaudiéndola. Sus primeras palabras fueron: “no sabía que tenía tantos conocidos”.

En los primeros años de este siglo intenté, evidentemente sin éxito, que en la Comunidad de Madrid existiera un aula de formación en Psiquiatría y Psicoterapia de la infancia y la adolescencia que llevara el nombre de Flora Prieto Huesca. No lo conseguí. Ya verán como llegará un adanista que se lo lleva crudo.

Sin Flora la Psiquiatría de la infancia y la adolescencia en España sería otra cosa, sobre todo en los servicios sanitarios públicos. Si ella estuviera hoy, seguro que diría una de sus frases: “esto es una pamema”.

Consultas bibliográficas:
Los tiempos de la prisa: sinopsis, argumento, guión literario y diálogos, Madrid, Casa Morell, 1954.
Flora Prieto: La alergia en la Medicina psicosomática, Valencia, Asociación Española de Mujeres Médicos, 1968.
Flora Prieto: “Una grave responsabilidad”, en Triunfo, año XXVI, n.º 472, 19 de junio de 1971, págs. 36-38.
Flora Prieto: El tiempo: Cuatro poemas escenificados. Madrid, Impama, 1951.
I. Díez Mínguez, Cuentistas madrileñas, Madrid, Ediciones La Librería, 2006, págs. 196-197.
J. L. Pedreira Massa, “Nota necrológica” en Revista Española de Neuropsiquiatría, vol. VI, 19 (1986), pág. 520.
V. Herrero Mediavilla (ed.), Índice biográfico de España, Portugal e Iberoamérica, Manchen, K. G. Saur, 2000 (3.ª ed. corr. y ampl.), II 735, 64-71.

Agradecimiento especial al Dr. Enrique Jaso (hijo), por haber puesto disponible la foto histórica del equipo inicial de su padre en la Clínica Infantil La Paz.