Cuando el curso escolar está a punto de finalizar, parece un buen momento para reflexionar sobre el impacto positivo que tiene la presencia de enfermeras y enfermeros en los centros educativos en los que desarrollan su labor, al mismo tiempo que reivindicamos, una vez más, su presencia en todos y cada de ellos, de forma habitual y en condiciones laborales dignas, con una contratación justa y continuada. Es inaudito que todavía tengamos que exigir la incorporación plena de enfermeras en un ámbito que es clave en cualquier sociedad, como es el educativo. Y más, cuando es una figura que también reivindican padres y docentes. Y aún más, cuando parece que empezamos a pensar en el horizonte ‘post pandemia’, o al menos, de ‘pandemia controlada’.

Yendo desde lo general a lo concreto, la primera justificación que tiene la presencia de enfermeras escolares en toda la comunidad educativa es que la Salud es un derecho cuyo conocimiento debe crecer a lo largo de toda nuestra vida. Aprender a cuidar y autogestionar nuestra Salud, así como el hecho de adquirir hábitos saludables desde la infancia es un camino incuestionable para preservar nuestro bienestar, tanto individual, como colectivo. Recordemos también que una sociedad sana es una sociedad más feliz, más comprometida con su entorno social, más productiva y más responsable.

En este marco general, la enfermera es un elemento clave, puesto que es la profesional preparada específicamente para ocuparse de los Cuidados de forma transversal y en cualquier ámbito de la vida, con independencia de que estemos sanos o no. La profesión enfermera es una disciplina que siempre está sujeta a una evolución constante, basada en la evidencia científica que emana de la investigación continua que se aplica a la atención que presta.

Este argumento es aplicable a cualquier especialidad o área de especialización enfermera. Por eso, en el ámbito que nos ocupa, podemos afirmar que la enfermera escolar es imprescindible en la gestión, promoción y cuidado de la Salud desde la infancia, mediante programas para la Salud Escolar coordinados por esta enfermera en colaboración con el resto de la comunidad educativa que está formada por docentes, personal de apoyo y familias.

Pero, como decía al comienzo, hay también argumentos concretos que avalan todavía más la necesidad de que, de una vez por todas, la figura de la enfermera escolar forme parte del organigrama regular de todos los centros educativos públicos, privados, concertados, de educación ordinaria o especial, en cualquier etapa escolar.

La enfermera previene conductas de riesgo, contribuye a la integración y socialización de alumnos con problemas crónicos de salud porque ayuda en su integración con el resto de la comunidad educativa. Reduce visitas innecesarias a centros de salud, colaborando a generar una menor presión asistencial. Todo ello, sin olvidar la respuesta asistencial inmediata en situaciones de emergencia que garantizan la seguridad de todos. Esta semana publicamos una entrevista en la que la enfermera escolar Sol Usero, del CEIP Jacinto Benavente de Galapagar, explica la dinámica de su trabajo.

A fecha de hoy, y en una situación pandémica como la que atravesamos, las enfermeras escolares han sido clave en los centros educativos y en el entorno social de los alumnos. Han trabajado dentro y fuera de los centros con el objetivo de velar por el bienestar de los alumnos durante los períodos de aislamiento, además de contribuir en la detección de posibles entornos familiares de riesgo de contagio por coronavirus. También han sido fundamentales en la coordinación entre los centros educativos y Salud Pública.

Estas enfermeras, al igual que el resto de miles de compañeras y compañeros que desarrollan su labor en cualquier otro ámbito, están agotadas, se sienten poco valoradas y reconocidas, después de asumir una gran carga de trabajo adicional a sus competencias profesionales habituales, ya de por sí complicadas antes de la pandemia. Les invito a leer las reflexiones al respecto de la Asociación AMECE, que ofrece una excelente ‘foto-fija’ del estado de situación de estas enfermeras.

En definitiva, las razones generales y concretas que aquí expongo son argumentos más que suficientes para que las administraciones sanitarias incorporen enfermeras escolares en todos los centros educativos, si de verdad están dispuestos a que nuestra sociedad evolucione dentro de unos parámetros de Salud óptimos y de calidad. Solo así podremos enfrentar el mundo nuevo al que nos asomamos ya tras la pandemia. Todo ello en condiciones dignas para nuestras compañeras y compañeros a todos los niveles laborales, retributivos y profesionales. Y por supuesto, con el apoyo y reconocimiento de toda la sociedad a la que ellas cuidan a lo largo de la vida.