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12 mar. 2022 12:05H
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Un grito común que no cesa y que recorre el país como una ola enorme y veloz: la Especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias (MUE) es una necesidad. El rompecabezas que gira en torno a su creación es, para los médicos y médicas que trabajamos en Urgencias, un problema de identidad. Instituciones políticas, sociedades de medicina y personas concretas que intentan negar desde hace años nuestra identidad. Cuando estos problemas no se resuelven, siempre acaban por traen consigo malestar, frustración e irritación.


"No necesitamos un boletín oficial del estado para definirnos como urgenciólogos. Lo necesitamos para organizarnos, para reclamar nuestros derechos y concretar nuestro campo de trabajo. Nuestra lucha no es para ser, es para que nos dejen ser"



Ninguna institución política, sociedad médica o persona concreta pueden negarnos el derecho a ser por la sencilla razón de que nosotros ya somos urgenciólogos. Desde el residente que sale pletórico de una guardia y sabe que la Urgencia es lo suyo, hasta el adjunto que lleva diez años dirigiendo situaciones emergentes y salvando vidas. Esta identidad la confiere el trabajo duro, el sacrificio, las jornadas intempestivas y la presión asistencial las 24 horas del día durante los siete días de la semana durante todo el año. No necesitamos un boletín oficial del estado para definirnos. Lo necesitamos para organizarnos, para reclamar nuestros derechos y concretar nuestro campo de trabajo. Nuestra lucha no es para ser, es para que nos dejen ser.

Los inicios de Familia e Interna


Comienzos de los sesenta. Vientos de cambio desde los Estados Unidos y Gran Bretaña. Estas revoluciones llevaron, en 1978, a la creación de la especialidad de Medicina de Familia en nuestro país y culminó en la posterior época dorada de la misma como eje central del sistema sanitario. Pienso en la frustración que debían sentir los médicos de familia hasta la creación de la especialidad y en los años posteriores hasta consolidarla; estructuras obsoletas, abandono gubernamental, atomización del ejercicio profesional, falta de recursos, una formación deficiente y desprestigio e infravaloración del resto del gremio médico. Los médicos de familia entendieron la creación de una especialidad era algo necesario. Lo consiguieron a base de luchar contra personas, gobiernos y otras disciplinas que no deseaban o comprendían que la medicina de familia debía ser una especialidad.

Por otra parte, desde la primera mitad del siglo XX la formación especializada fue eclipsando progresivamente a la medicina generalista. Del vientre de lo que hoy en día es la Medicina Interna, surgieron la Cardiología, la Neumología o la Nefrología. Puedo entender la frustración de los médicos generalistas al ver cómo poco a poco iban perdiendo campo de trabajo e influencia. Medicina Interna nunca ha encajado en un sistema actual que tiende a la especialización y esa incomodidad se manifiesta en una pulsión constante por regresar a una medicina más generalista. Suelen ser los servicios hospitalarios con mayor volumen de pacientes pero no tienen el peso de antaño y en hospitales con especialidad fuertes y potentes acaban siendo un cajón de sastre de pacientes con patologías menos interesantes.

Cuando pienso en todas las dificultades por las que estas dos especialidades han tenido que pasar y todos los problemas de identidad que han arrastrado durante años, no puedo comprender su empeño en evitar la creación de la especialidad de MUE. Ellos mejor que nadie deberían comprendernos y apoyarnos y, sin embargo, las tres principales sociedades de medicina de familia y la de medicina interna, han convertido la creación de nuestra especialidad en un peligroso concurso de popularidad donde impera más la inquina y las mentiras que los argumentos veraces y la fraternidad; panfletos como las “Casi 30 razones para decir NO a la especialidad de urgencias”, el famoso y bochornoso “comunicado oficial junto con otras sociedades científicas en relación con la propuesta de creación de una especialidad de Urgencias” y las decenas de opiniones de altos cargos y personalidades relevantes de estas cuatro sociedades de medicina, siguiendo una linea destructiva, censurando y deslegitimando nuestras aspiraciones. Los principales partidos políticos de este país llevan años mostrando apoyo y prometiendo en numerosas ocasiones la creación de la especialidad de MUE. Ministros y ministras como Jose Manuel Soria, Trinidad Jiménez, Leire Pajín, Carmen Montón y Salvador Illa. La actual ministra aun no se ha pronunciado, pero una diputada de su mismo partido, Carmen Andrés, en Marzo de 2021, en su intervención de la Comisión de Sanidad, explicó, que su partido político siempre ha “mostrado apoyo a la creación de la especialidad, nos reafirmamos en este compromiso y expresamos el reconocimiento a sus profesionales”. En este escenario, solo un partido del espectro político se opone (el cuarto partido en escaños en las últimas elecciones generales). Me parece evidente que algo tiene que suceder en las cotas altas de poder, porque a pesar de recibir el apoyo mayoritario de la clase política en los últimos años se han tumbado varias proposiciones no de ley (PNL) en la Comisión de Sanidad del congreso de los diputados. Personalidades poderosas e influyentes bloquean la situación. Personas con nombres y apellidos que se diluyen en el entramado de siglas y burocracia.

Argumentos contra la especialidad de Urgencias


Uno de sus argumentos en contra es que la creación de la especialidad no se ajusta a las “necesidades reales de los ciudadanos y del sistema sanitario”. Si hablamos de las necesidades reales de nuestra sociedad, los servicios de Medicina Interna deberían ceder parte de sus plantas de hospitalización a servicios como Geriatría, apostar realmente por la hospitalización a domicilio o darle protagonismo a los cuidados paliativos. Las gerencias de Atención primaria deberían centrase en volver a ser la puerta de entrada del sistema sanitario, retomar las estrategias de prevención de la salud y potenciar el seguimiento de pacientes crónicos (que tan desamparados se han quedado durante estos años) en lugar de derrochar el dinero en ecógrafos y material de cirugía menor.

En su opinión, “los profesionales vía MIR (de familia e interna) han adquirido durante la realización de su especialidad una formación en conocimientos y habilidades de calidad, pertinente para resolver los problemas urgentes.” Esto no solo es falso, es un delirio peligroso porque crea una falsa sensación de seguridad y además demuestra un profundo desconocimiento del estado en el que se encuentra la formación especializada en medicina de familia e interna, en cuanto a patología urgente se refiere. Son el tipo de frases que quedan bien como eslóganes y son pronunciadas por personas que ostentan cargos importantes dentro del organigrama sanitario o de las sociedades de medicina pero que han perdido el contacto con la realidad. La formación especializada en medicina de familia e interna no otorga conocimientos o habilidades para enfrentarse con garantías a una situación de urgencia en el ámbito hospitalario o extrahospitalario, y aquellos que puedan hacerlo es porque han invertido tiempo personal y dinero de su bolsillo para realizar una formación paralela y extraoficial.


"Los pacientes están contentos porque van a Urgencias por un dolor abdominal no urgente y salen con analítica, prueba de imagen y una derivación a Digestivo. Todo en cuatro horas. El uso inadecuado de recursos nunca es una una buena atención, por muy satisfechos que estén los ciudadanos; está manera de enfocar el proceso es nocivo para nuestra sociedad hipocondriaca y que sobrelleva mal la incertidumbre"



Para ellos, el 60-70% de las consultas atendidas en los servicios de Urgencias del país son patología no urgente y los médicos que allí trabajan están perfectamente capacitados para atenderlas. Por este motivo “el ciudadano está satisfecho” y además “la percepción social está sesgada” porque en Urgencias el trabajo no son “mayoritariamente emergencias vitales de aparente complejidad”. Es el mismo tipo de argumentación que ha llevado a los servicios de Urgencias a prostituir su función recogiendo las labores de una Atención Primaria que lleva años muerta. Los pacientes están contentos porque van a Urgencias por un dolor abdominal no urgente y salen con analítica, prueba de imagen y una derivación a Digestivo. Todo en cuatro horas. El uso inadecuado de recursos nunca es una una buena atención, por muy satisfechos que estén los ciudadanos; está manera de enfocar el proceso es nocivo para nuestra sociedad hipocondriaca y que sobrelleva mal la incertidumbre. Obramos de esta manera porque la Atención Primaria ya no es la puerta de entrada al sistema sanitario; esto crea una situación asimétrica que se aborda en Urgencias. La Atención Primaria necesita volver a ser la base del sistema. Necesitamos asumir que esta muerta para crear algo nuevo. La Urgencia que nosotros queremos, la que buscamos y demandamos, se apoyaría en una Atención Primaria de calidad que gestionase ese 60-70% de patología no urgente. Una Urgencia sin salas de espera llenas y destinada para ese 30%-40% de patología urgente.

Soluciones para urgencias


Su solución a nuestras demandas es la creación de un Área de Capacitación Especifica (ACE) para la MUE. Esta solución es al mismo tiempo una prueba que revela la verdadera razón de su oposición a la creación de la especialidad de MUE: evitar por todos los medios perder influencia y poder. Es la conclusión inevitable cuando la argumentación es tan visceral y carente de lógica. Las ACE son humo, pero les permitirían no perder áreas de contratación e influencia, una zanahoria al final de un palo: una estrategia de poder que representa todo lo que queremos cambiar.

La especialidad de MUE, nuestra especialidad, es necesaria para asegurar una atención de calidad y garantizar la seguridad de los pacientes que acuden con problemas urgentes o emergentes. Es necesaria para aliviar la fuga masiva y anual de residentes de familia hacia la Urgencia que contribuye a la falta de personal médico en la Atención Primaria de todo el país. La Atención Primaria debe volver a ser fuerte y nuestra demanda de especialidad no solo es compatible con esta misión; ayudaría a conseguirlo. Es necesaria para definirnos a nivel administrativo, legal y laboral; sin un marco legal establecido, estamos desprotegidos frente a los abusos laborales que se aprovechan un muchas ocasiones de este limbo administrativo. Es necesaria para delimitar y unificar nuestro campo de estudio y trabajo y de esta manera acabar con las relaciones desiguales con las demás especialidades.

Es necesaria para dotarnos de una formación de calidad, consensuada y equilibrada, y que pueda paliar los deficit y carencias de una formación especializada deficitaria. Es necesaria para reconocer el trabajo de cientos de compañeros y compañeras que llevan años ejerciendo su labor con profesionalidad. Estas son nuestras razones, las razones reales, las de las personas de a pie, alejadas de los círculos de poder e influencia, que trabajamos a diario en Urgencias y Emergencias, las razones derivadas de una necesidad intima y de un problema de identidad. Las razones de nuestro compromiso y respeto con nuestros pacientes y sus necesidades.

Hace unas semanas asistí a un curso de formación en el hospital donde me formé como médico especialista durante mi residencia. Me reencontré con muchos compañeros y compañeras que hacía tiempo que no veía. En un descanso, coincidí con uno de mis adjuntos en Urgencias. Hablamos sobre el estado de la especialidad y las ultimas noticias. Me di cuenta de que le faltaba ese brío y ánimo tan suyos cuando hablaba de todo este problema. El pesimismo y el cansancio le invadían. Más de veinte años trabajando en la Urgencia, formando a residentes y salvando vidas de pacientes. Recuerdo una de sus frases: “espero ver la especialidad de MUE antes de jubilarme”. Yo también espero que la vea.