Guillermo Fernández Vara y José María Vergeles.
Por José María Vergeles, diputado en la Asamblea de Extremadura. Presidente de la Comisión de Hacienda y Presupuestos de la Asamblea de Extremadura. Médico de Familia en Equipo de Atención Primaria de Salud de Mérida Norte. Ex Vicepresidente segundo de la Junta de Extremadura y Ex Consejero de Sanidad y Servicios Sociales de la Junta de Extremadura.
Agradezco a
Redacción Médica que me haya solicitado escribir sobre
Guillermo Fernández Vara, al que recientemente hemos tenido que
despedir demasiado pronto y cuándo gozaba de una inteligencia política, una sensibilidad social y un convencimiento socialdemócrata fuera de toda duda. No engaño al lector que lo escribo roto de dolor, pero con la posibilidad de hacer, lo que muchos extremeños y extremeñas ha mostrado estos días con sentidos reconocimientos a la figura de Guillermo, a su cercanía y a su carácter dialogante, centrado políticamente y con sentido de la responsabilidad. Expresaba hoy el presidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra en artículos de opinión en diarios extremeños, que Guillermo se equivocó cuando en la noche electoral de 2023, interpretó que los extremeños y extremeñas le habían dicho que no querían que fuera su presidente, el título del artículo es elocuente
“Sí, lo querían”.
Guillermo Fernández Vara quería que le recordaran como Guillermo, más que como Fernández Vara. Y eso lo dice todo.
El haber tenido una vida afortunadamente acomodada, en Guillermo fue un valor para desarrollar en él la ideología socialdemócrata. Y lo hizo intelectualizando la vulnerabilidad social, las desigualdades o las injusticias sociales. Es ese el proceso, que él siempre resumió como “la política es la herramienta más potente para vencer la ley que impone la cuna”. Esto, junto a la vocación de servicio público y la tradición familiar jurista hace que se decante por la especialidad de medicina legal y forense primero. Luego la política le llamó y él aceptó, afortunadamente para Extremadura y para España.
Guillermo fue mi profesor de medicina legal y forense, sus clases eran absolutamente didácticas y estoy seguro que despertó muchas vocaciones. Pero además mi promoción de medicina lo eligió como padrino de promoción, las habilidades en la formación de adultos eran impresionantes. Pronto accedió a la Dirección General de salud pública y posteriormente a ser Consejero de Bienestar Social y luego de Sanidad. Es muy importante esta etapa, ya que con él Extremadura asume las competencias del imserso primero y de sanidad después.
Y lo hizo con un desarrollo extraordinario de la atención social y sanitaria en Extremadura, siempre con un concepto muy claro del Sistema Nacional de Salud. Pero además fue un visionario, forjaba los cimientos de lo que hoy se denominan los cuidados de larga duración, que es el futuro de la atención social y sanitaria en nuestra región y en nuestro país.
Comprender qué significa el Sistema Nacional de Salud es entender que no se puede tener de todo en todos sitios, que el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud tiene que permitir la cohesión del sistema. Y que los acuerdos alcanzados en él, se tenían que respetar y cumplir. Valgan dos ejemplos, la sala internacional del Ministerio de Sanidad está próxima a los baños, Guillermo persiguió a algún consejero de entonces con sus argumentos hasta dentro del baño. En la agenda del cambio en 2015,
Guillermo propuso centralizar las competencias en determinadas materias de salud pública, los virus y las bacterias no entienden de fronteras políticas.
Cuando Guillermo llega a la Presidencia de la Junta de Extremadura en su primera Legislatura de 2007,
es el primer presidente que une las competencias de servicios sociales y sanidad en una misma consejería, entonces la Consejería de Sanidad y Dependencia, imitada por otras Comunidades Autónomas y que en Extremadura ya no se han vuelto a separar.
Guillermo es un profundo municipalista, creo que su cercanía casi le obligaba a ello. Desde mi humilde opinión fue el “Alcalde” de Extremadura,
decía que su teléfono era el 113, era el más conocido tras el del 1-1-2. Guillermo felicitaba personalmente a los vecinos, y les daba el pésame cuando era necesario.
Afrontamos juntos la pandemia, sufrió mucho emocionalmente, pero ese sufrimiento lo convirtió en acuerdos políticos, acuerdos y diálogo social, en participación en las soluciones de algo que venía sin manual de instrucciones. Su vocación salubrista fue un faro guía para actuar desde la Junta de Extremadura con profundo respeto a la separación de poderes. Se vació emocionalmente.
Respetó todas y cada una de las decisiones que tuve que tomar como Consejero de Sanidad y Servicios Sociales, pero siempre supo ser un líder. El liderazgo no te lo da el poder, te lo da la autoridad. La autoridad se consigue con esfuerzo, con entrenamiento, con empatía y con escucha activa tomando decisiones. Las urnas te dan la confianza, pero la autoridad te la tienes que ganar día a día. Y Guillermo supo hacerlo siempre.
Si a Extremadura se le escuchó en España no fue por el tamaño de su población, fue por la autoridad que supuso Guillermo Fernández Vara. A veces se le tildó de blandito, cuando él siempre decía que tenemos dos orejas y una boca para escuchar el doble que lo que hablamos, cuando escuchaba los argumentos de las partes, decidía desde la humildad. Eso, lamentablemente es tan infrecuente en la política actual, que lo más fácil es tildar a alguien de blandito.
"Si a Extremadura se le escuchó en España no fue por el tamaño de su población, fue por la autoridad que supuso Guillermo Fernández Vara"
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Extremadura y España han disfrutado de una excelente persona, de un político irrepetible con un estilo honesto, transparente y dialogante. Ahora vamos a disfrutar de su legado y de su ejemplo.
Pero no me puedo permitir terminar sin reconocer los sacrificios familiares para que los demás hayamos podido disfrutar de Guillermo. Cuando hablamos de políticos o políticas solemos deshumanizarlos y comenzamos por olvidar a sus familias o su entorno cercano. Ellos y ellas sufren sin poder hablar, renuncian a muchas cosas sin poder actuar, se tienen que adaptar y tienen que ser tremendamente generosos. Por eso le otorgo mucha importancia y agradezco a la familia de Guillermo que nos lo haya cedido durante tantos años, lo expresa muy bien su hijo Guillermo en su libro titulado
“El desafío del cambio. Relato de un político y padre de familia”
Termino pidiendo
respeto por el legado de Guillermo, siempre dijo que su mejor homenaje no era un nombre en una plaza o en una calle. El mejor homenaje era una fotografía de él encima del televisor –ahora es difícil poner la foto por el tamaño de las pantallas- era una muestra que Guillermo formaba parte de la historia de nuestras familias.
Me comprometo desde el papel de oposición, que ahora tenemos, en defender su legado y su brillante trayectoria política, aunque esté más de moda el relato que el comportamiento. Pero respetarlo no es patrimonializar su memoria. La memoria nos pertenece a todos los extremeños y extremeñas como hemos demostrado en los homenajes sinceros de estos días.
El PSOE pierde un gigante político que supo comprometerse con el futuro de su tierra con talante y con acuerdos, pactando hasta los desacuerdos. Pero la política en general en nuestro país pierde una referencia para entenderla como una herramienta de transformación, donde importan los argumentos, la autoridad cultivada y convencer en lugar de vencer. Ahora que el márquetin ha convertido la política en ganar el relato, se nos va quién nos mostró y demostró que la política es emoción, compromiso y vocación de servicio público.
Estoy roto de dolor, pero me considero un tipo con mucha suerte por haber vivido en primera persona la política de la mano de un gigante humilde, del “Alcalde” de Extremadura, gracias por tanto, amigo del alma, maestro y jefe por todo. Cuidaremos tu legado, que la tierra te sea leve.
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