La labor de un sindicato es denunciar los problemas que afectan a un servicio público tan importante como la sanidad. Del mismo modo, también es tarea de este no crear una alarma social en el ejercicio de esa función, así como informarse bien antes de poner el grito en el cielo. Pasos, estos dos últimos, que no ha entendido el sindicato LAB, capitaneado por Garbiñe Aranburu, que ha forzado a Osakidetza a tranquilizar a todos los enfermos crónicos vascos, asegurándoles que la previsible época gripal no va a lastrar la calidad de su asistencia sanitaria.