Laboratorio médico.
Las dudas salen a relucir. La
vitamina D, que está tradicionalmente asociada a su obtención mediante la exposición solar o la ingesta de determinados alimentos y suplementos, ha pasado a rodearse de incertidumbre. Y es que un estudio publicado a finales de agosto pone en
entredicho sus efectos contra el Trastorno del Espectro Autista (
TEA). De hecho, en la publicación, a la que ha tenido acceso
Redacción Médica, los investigadores no han hallado apenas evidencia de que la
vitamina D sea eficaz contra el autismo en diferentes etapas analizadas (que van desde los menores de 6 años hasta los mayores de 20).
Este estudio, titulado ‘Medicina complementaria, alternativa e integrativa para el autismo: una revisión general y una plataforma en línea’, ha sido publicado en
'Nature Human Behaviour' a finales de este mes de agosto. Además, ha contado con la
participación de distintas organizaciones, entre las que se encuentran la Universidad Paris Nanterre (Francia), la Universidad Paris Cité (Francia) y la Universidad de Southampton (Reino Unido). Estas han sido las encargadas de realizar una evaluación de más de 248 metaanálisis, incluidos
200 ensayos clínicos en los que participaron
más de 10.000 personas.
De esta forma, los investigadores se centraron en el estudio de la eficacia y la seguridad de las medicinas complementarias, alternativas e integrativas (CAIM) dirigidas al tratamiento del Trastorno del Espectro Autista (TEA). Para ello analizaron hasta
19 tipos de tratamiento, entre los que se incluyeron intervenciones asistidas con animales, acupuntura, fitoterapia,
musicoterapia, probióticos y vitamina D.
La vitamina D, ¿ineficaz contra el autismo?
Esta última ha sido una de las más representativas en la publicación. Y es que los investigadores han establecido una serie de tablas en las que realizan comparaciones de resultados primarios y secundarios de cada uno de estos indicadores. Así, en el caso de la
vitamina D, los gráficos muestran que
no se ha hallado evidencia de que tenga efectos contra el autismo.
La publicación cuenta con varios
diagramas de dispersión. De esta forma, los investigadores han resumido los principales resultados a través de un sistema de puntos. Con ello, por ejemplo, si el color del punto es gris, el efecto es ausente; si es verde el efecto es positivo o beneficioso; y si es rojo significa que es negativo o perjudicial. Además, en el caso de que sea un efecto estadísticamente significativo, se coloca una estrella negra junto al punto.
Otra de las claves de esta leyenda es el nivel de calidad de la evidencia. En este caso, si no hay círculo, esta es muy baja; si es claro es baja; y si es grueso es moderado. A ellos se suma el ancho del punto, que indica el tamaño del
metaanálisis (es decir, a más ancho, significa que ha contado con más estudios o participantes).
El caso de la vitamina D es uno de los más llamativos en estas representaciones. En el primer escenario, el de los
menores de seis años, este tipo de tratamiento no dispone de ningún color ni círculo. No es así en el del análisis de los pacientes
entre seis y 12 años, donde se alternan principales el gris, donde el efecto es ausente, y el verde en positivo (de una forma muy desdibujada). Los
siguientes tramos, comprendidos por un lado por pacientes entre los 13 y los 19 años y por mayores de 20 años por otro lado, tampoco disponen de ningún círculo ni color.
Con todo ello, este estudio de 'Nature Human Behaviour' deja en entredicho la eficacia de la vitamina D contra el autismo.
Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.