Campaña de vacunación en un centro público.
A pesar de su comprobada eficacia, la
aceptación de las vacunas no siempre es inmediata ni automática. De hecho, uno de los mayores desafíos para
lograr una alta tasa de vacunación radica en la actitud de los pacientes frente a las recomendaciones médicas.
Así lo ratifica un
experto de la industria farmacéutica, especializado en vacunas, que en declaraciones a
Redacción Médica destaca la importancia de la concienciación en
la eficacia de las campañas. Subraya que, más allá de los datos y la ciencia, hay un componente emocional que juega un papel fundamental.
Educación y proactividad
El experto señala que la
percepción general de la población "puede cambiar de sentido, a la hora de debilitar la confianza en futuras campañas".
"En el fondo, es algo educacional", explica. Y es que, la falta de confianza puede ser causada, no solo por la ausencia de información positiva, sino también por la presencia de información negativa, especialmente a través de las redes sociales.
En este sentido, desde la industria destacan la
responsabilidad de los profesionales sanitarios en la recomendación activa de las vacunas. "La proactividad del médico y de la enfermera en recomendar la vacunación de sus pacientes de riesgo es crucial", afirma el experto.
"Si un médico no menciona la vacunación a un paciente que pertenece a un grupo de riesgo, la probabilidad de que se vacune disminuye". Esto se debe a que, según el especialista, cuando los pacientes no reciben un empuje directo de su médico, suelen dudar y, en algunos casos,
terminan no vacunándose, incluso si pertenecen a grupos vulnerables, como los diabéticos, pacientes cardiovasculares o respiratorios.
El componente emocional se acentúa cuando se habla del
ejemplo de los profesionales sanitarios. "Si el propio médico o enfermera se vacuna, esto genera un efecto dominó, porque los pacientes suelen seguir el ejemplo de sus profesionales de confianza", apunta el experto.
Al final, la confianza que se deposita en los médicos se ve afectada por la
falta de coherencia entre lo que se recomienda y lo que se practica. Por ello, la vacunación del personal sanitario es esencial no solo por su protección, sino como un acto de confianza hacia los pacientes.
El embarazo, un ejemplo sensible
Un claro ejemplo de cómo el componente emocional puede influir en la vacunación es el caso de las embarazadas. Desde hace unos años, se ha
fomentado la vacunación de las mujeres embarazadas, especialmente contra la gripe y la tosferina, para proteger a los recién nacidos. "Si tú tienes una campaña institucional dirigida a las embarazadas y los profesionales están concienciados, el impacto es mucho mayor", señala el experto.
La vacunación de las embarazadas tiene un componente emocional poderoso, ya que
la protección del bebé está en juego. "Es una estrategia para proteger a los niños pequeños, quienes no reciben la primera dosis de tosferina hasta el segundo mes de vida", explica. "Si la madre se vacuna, puede transferir los anticuerpos al niño, asegurando que esté protegido durante los primeros meses de vida".
Desde la industria, el experto recuerda que,
durante la pandemia de Covid-19, el miedo al contagio jugó un papel crucial en la alta tasa de aceptación de la vacunación. "Al principio, el componente emocional jugó mucho en las decisiones de vacunarse, impulsado por el miedo al virus. Pero, cuando ese miedo disminuye, la gente tiende a perder el interés por vacunarse".
"Si no tienes ninguna sensación de riesgo, la vacunación se convierte en un tema distante. Eso es lo que pasa ahora con la gripe, por ejemplo, o incluso con la tosferina.
Las personas ya no sienten esa urgencia", incide el experto.
Es por ello que el componente emocional puede ser crucial para aumentar la aceptación de las vacunas.
A través de la educación, la proactividad de los profesionales sanitarios y la apelación a las emociones, como la protección de los seres queridos, las campañas de vacunación pueden ser mucho más efectivas.
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