José Antonio Luengo analiza en su libro ‘El dolor adolescente’ por qué los jóvenes sufren y cómo se les puede ayudar

Luengo: "Es necesario incorporar la Psicología en Atención Primaria"
José Antonio Luengo, psicólogo y autor del libro 'El dolor adolescente'.


20 mar. 2023 12:30H
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Desde 2020, tras la pandemia que cambió completamente nuestra vida, la salud mental ha pasado de ser un tabú, a convertirse en tema de conversación público y en una de las preocupaciones de los españoles. Entre estas cuestiones, son especialmente alarmantes los datos de suicidios en menores. Entre 2020 y 2022, se registraron 1.949 intentos de quitarse la vida entre este sector de la población, según datos de la Fundación Anar.

José Antonio Luengo, Decano del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y vicepresidente primero del Consejo General de la Psicología de España y catedrático de Enseñanza Secundaria, analiza en su libro ‘El dolor adolescente’ por qué los jóvenes sufren y qué podemos hacer para aliviar ese sufrimiento.

¿Por qué es importante hablar del dolor adolescente? ¿Cree que es algo que infravaloramos en comparación con el dolor de los adultos?

Escribiendo "El dolor adolescente" he pretendido trasmitir las muchas cosas que he ido aprendiendo en el trabajo que vengo desarrollando en los centros educativos y en las muchas conversaciones con adolescentes relacionadas con su estado psicológico, su manera de ver la vida, su manera de interpretarla y también, a veces, con su dolor y con su desesperanza.

El libro pretende, sin ninguna pretensión de crear doctrina, resaltar muchas de las narrativas que ocurren en el interior del alma de nuestros adolescentes, en el interior de su mente, y que no salen a la luz frecuentemente.

Tras el fin del confinamiento y las restricciones por la pandemia, ¿cómo se encuentra la salud mental de los jóvenes? ¿Ha mejorado o seguimos igual que en 2020/2021?

Lo que vemos en la actualidad nos está asustando, es cierto. Los centros educativos no han vivido esta situación nunca. No pretendo decir, ni mucho menos, que nos encontremos en una ola de incremento del trastorno psicológico, de la enfermedad mental. Pero, aunque muchas de las cosas de las que estamos siendo testigos vienen de lejos (la investigación viene ya advirtiendo de la prevalencia del trastorno mental en la infancia y en la adolescencia desde hace mucho), el confinamiento y la pandemia han hecho aflorar desajustes que, en número, y en ocasiones, por razón de relevancia clínica, a veces colapsan la capacidad de respuesta de acompañamiento y atención de los centros educativos con los recursos con los que cuentan en la actualidad.

Probablemente, el confinamiento y la pandemia han aumentado la franja de población vulnerable y, seguramente, ha incrementado la vulnerabilidad de la misma. Y, en efecto, parece que han saltado las costuras de las defensas psicológicas de muchas personas, que conviven mal con un malestar que parece colapsarlos...

Vemos con preocupación el incremento de demanda de ingreso y atención en los servicios de Psiquiatría y Psicología hospitalarios. Pero llama especialmente la atención el gran número de solicitudes relacionadas con la emergencia de crisis adaptativas, de orden sociofamiliar en muchos casos. Los procesos de desajuste en estos contextos y, en todo caso, la presencia creciente de síntomatología ligada a la ansiedad y a cierta pérdida de sentido, llaman, en efecto, la atención y deben alertarnos.

Además, ahora los jóvenes hablan con más facilidad de lo que les pasa. Nunca hemos tenido tanta demanda de chicos y chicas que nos piden ayuda desde el punto de vista psicológico. Pero poder poder conocer y escuchar sus solicitud de ayuda no es una mala noticia, más bien al contrario. Lo preocupante es que la inquietud no se exprese, no aflore. pedir ayuda no lo es todo, pero es el mejor comienzo.

¿Cómo podemos adelantarnos a que surja un problema? ¿Cómo podemos detectar que un joven está sufriendo y qué podemos hacer para aliviarlo?

Hemos de plantearnos que seguramente hay muchas cosas que como organización social llevamos ya años haciendo regular; o mal, para ser más claros. No es normal que muchos de nuestros jòvenes expresen con tanta rotundidad percepciones relacionadas con la pérdida del sentido. "No sé muy bien qué hago aquí, qué se espera de mí, qué voy a ser capaz de hacer y ser..."

Hay muchos jóvenes que están muy desilusionados ante la perspectiva que tienen por delante. A pesar de haberse formado, de tener estudios, de haberse preparado. Hay una perspectiva para la población joven ciertamente oscura de cuál es su futuro.

Además, las franjas de pobreza se siguen ampliando. Insisto, algo estamos haciendo mal. No estamos repartiendo bien la riqueza. Un mundo marcado tan profundamente por el capital deja muchas cosas (y personas) en el camino. Tal vez debamos "detener máquinas" y mirar hacia atrás. Y observar quién se está quedando, quién es incapaz de seguir esta estela y este ritmo. No creo que estemos generando entornos que favorezcan el bienestar psicológico, la seguridad emocional, la capacidad de afrontamiento de las inseguridades y zozobras en nuestras franjas de población más jóvenes.

¿Qué rol deben tener los padres y los educadores?

Esto nos concierne a todos, como sociedad. pero, claro el papel de los adultos implicados directamente en los procesos educativos es inexcusable. Padres y madres no lo tienen fácil. No es cuestión, ni mucho menos de cargar contra ellos. Como no lo tiene sencillo tampoco el profesorado. Hemos creado un mucho basado exclusivamente en las necesidades del mundo adulto. Y podemos llegar a creer que, gestionando recursos que ocupen el tiempo de nuestros hijos e hijas es suficiente. pero esto, lamentablemente, no es así. Educar no es fácil, nunca lo ha sido. 

Paradójicamente, parece que lo tenemos todo para gestionar bien nuestras responsabilidades, pero no creo, sinceramente, que sea así. Educar requiere tiempo. Tiempo de calidad, pero también en cantidad suficiente. Y no lo tenemos. Y tampoco parece que la perspectivas sean favorables. En una generación han cambiado tanto las cosas en nuestras vidas, y a tal velocidad, que no hemos sido suficientemente conscientes del proceso vivido. 

Educar es una cosa de todos, de "la tribu"... Y hoy, aquí, ahora, la tribu está más en las pantallas de los dispositivos que en el cara a cara. En la mirada cálida, en el tiempo para estar, hacer y vivir juntos. 


"En el Consejo General de la Psicología de España trabajamos por la creación de una especialidad de Psicología educativa en el Cuerpo de profesores de Enseñanza Secundaria"



¿Cómo pueden los padres y educadores crear un espacio seguro para los jóvenes sin entorpecer su ansiada necesidad de independencia?

Es un difícil equilibrio, pero hay experiencias de éxito muy contrastadas. Ya hay centros educativos muy eficaces en este sentido, auténticas comunidades educativas donde padres, profesores y alumnos trabajan para elaborar proyectos participativos basados en el diálogo, el consenso, los procesos colaborativos. Y van a surgir conflictos, claro que sí, pero enfocados desde ópticas restaurativas, no esencialmente punitivas. El centro es la convivencia pacífica, la ayuda entre iguales, el trabajo y las prácticas compartidas. Y evaluadas. Ahí, la psicología educativa es esencial también.

Insisto en que esto, hoy en día es una realidad en muchísimos centros: equipos directivos dinámicos, que debaten de forma colaborativa, que crean proyectos consensuados, que tienen en cuenta a sus alumnos en los procesos de toma de decisiones.

Y contamos ya con propuestas y materiales para que los centros educativos puedan construir una hoja de ruta que habilite el desarrollo de propuestas estables para la promoción del bienestar psicológico y la prevención de desajustes emocionales del alumnado. Con la participación de todos, padres y madres, profesorado y alumno.

La cobertura de atención psicológica en el Sistema Nacional de Salud español es escasa. ¿Qué modelo debería instaurar nuestra sanidad para hacer más accesible la Psicología?

Desde el punto de vista de abordaje preventivo, la Psicología aporta mimbres insustituibles en el ámbito de la intervención social, con poblaciones social y económicamente desfavorecidas, del trabajo con poblaciones especialmente vulnerables, como pueden ser las personas mayores, con discapacidad, las mujeres, personas con enfermedades graves, y también en la infancia y adolescencia … Pero además de esta intervención en el ámbito social, es necesaria una intervención educativa. Es el espacio donde más podemos hacer para lograr una buena prevención, detección y primera intervención.

Tenemos a todos los chicos y chicas de manera obligatoria durante muchos años, días y horas en los centros educativos, y esto te permite la posibilidad de planificar y hacer con tiempo, criterio, sentido. Y con la evidencia científica en la base de nuestras acciones.

Y, por supuesto, es necesario incorporar la Psicología de manera estable, estructurada y con ratios adecuadas de profesionales, en los centros de Atención Primaria; la población necesita ese espacio de atención en un contexto privilegiado como es el comunitario, esencial en el desarrollo de políticas preventivas y de promoción de la salud. Muchas personas piden ayuda en estos espacios y, seguro, la medicación, no puede ser la única respuesta. Hablamos de planes que han mostrado suficientemente la costoeficiencia y, especialmente, la mejora del bienestar de las personas. En este ámbito, en la atención primaria.

¿Qué sistema de atención psicológica es, a su criterio, el óptimo dentro de los centros educativos?

Claro. Desde el Consejo General de la Psicología de España, venimos trabajando intensamente para que desde la Administración educativa se tome definitivamente en consideración la creación de una especialidad de orientación psicológica o Psicología educativa en los cuerpos de profesorado de enseñanza secundaria. Representa una acción política imprescindible, que permitiría a las administraciones autonómicas escalar progresivamente la convocatoria de plazas en los procesos selectivos.

Actualmente contamos con una especialidad de Orientación educativa, de gran relevancia sin duda, que necesita, asimismo, un impulso en recursos. pero hoy esta estructura no es suficiente. Con la incorporación de la Psicología educativa no se pretende introducir una clave de intervención clínica en el sistema educativo. Pero sí esencial en los procesos de detección, prevención y primera intervención, en los contenidos que son de referencia en esta entrevista.

Y, por supuesto, tomando en consideración la labor de formación y asesoramiento al profesorado, trabajo con las familias y coordinación con los servicios externos especializados.

¿Y el papel de la Psicología en Atención Primaria y su relación con los centros educativos?

Hablamos de planes de acción en un ámbito esencial, que es el comunitarios, de amplio impacto preventivo. Lógicamente podrían tener un nexo de coordinación con los servicios educativos de la zona. Estamos hablando fundamentalmente de programas que se puedan desarrollar en el ámbito preventivo, con toda la población de un distrito, de una zona, de una localidad. Algo que se pueda hacer de manera coordinada.

Tenemos que revisar el sistema, recuperar la acción comunitaria, la intervención preventiva, en especial en los niveles primario y secundario. En insistir en la acción colaborativa, participada, que haga sentir a la ciudadanía que hay opciones de atención más allá de la atención especializada. Trabajar en el ámbito de los determinantes sociales de la salud y de la salud mental es una responsabilidad ineludible. Y el papel de la psicología, en el contexto de equipos de trabajo interdisciplinares, entendemos que imprescindible en el momento que nos toca vivir.
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