La VII Convención de la Psicología marca la hoja de ruta para ampliar la presencia profesional en múltiples ámbitos

"Psicología ha de entrar en el mundo de la IA sin anular sus competencias"
Rosa Ramos, vicesecretaria del COP, en la previa de la Convención.


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“La expectativa inicial era que, tal y como decía el eslogan de la convención, Transformando vidas. Construyendo futuro, salieran muchas cuestiones a tener en cuenta para nuestras líneas de actuación futuras. Y realmente se ha cubierto el objetivo”. Así resume Rosa Ramos, vicesecretaria del Consejo General de la Psicología (COP), su visión sobre los principales temas que han emergido en la VII Convención de la Psicología, celebrada en Pamplona entre el 12 y el 14 de junio.

Según Ramos, en este encuentro se han puesto sobre la mesa aspectos cruciales en las cinco grandes áreas de la Psicología: educativa, intervención social, jurídica, clínica y de la salud, y la organizacional. “En todas las áreas se ha visto claramente que tenemos que seguir avanzando mucho también a nivel legislativo. Estamos muy condicionados por las leyes que aparecen y que nos permiten o no adentrarnos en las administraciones para hacer nuestro trabajo con la mejor formación”, señala.

Una de las mayores preocupaciones compartidas ha sido la dificultad para acceder a determinados puestos de trabajo por limitaciones normativas, especialmente en intervención social: “Necesitamos estar en la Atención Primaria de las personas que recurren a estos servicios para hacer una buena evaluación, un buen diagnóstico y ver qué tipo de programas de intervención son más eficaces para esa familia que tiene un déficit de recursos o se encuentra en una situación de desprotección”.

Alarmas en el ámbito educativo


El ámbito educativo también genera preocupación: “A raíz de la pandemia hubo un pico de desajustes emocionales y psicológicos en las personas que luego se vuelven a ajustar naturalmente. Pero ha habido una repercusión, sobre todo en la población infanto-juvenil, que ha llevado a que en el ámbito escolar aparezcan respuestas de desajustes psicológicos importantes”, advierte.

Ramos enumera algunas de las señales de alarma: “Ha habido un aumento de autolesiones, de ideación suicida. Sigue apareciendo la violencia entre iguales. Y el personal del ámbito educativo muchas veces carece de formación suficiente para enfrentarse a esta realidad”.

Por ello, insiste en la importancia de reforzar el sistema con psicólogos educativos: “Consideramos que la figura del psicólogo educativo sería clave. Hasta ahora esta figura se vinculaba exclusivamente a problemas de aprendizaje y orientación profesional. Pero creemos que puede hacer también una labor de prevención y de detección temprana desde los centros educativos”.

A su juicio, este cambio de enfoque requiere también que las administraciones reconozcan el potencial de la Psicología: “Nuestro papel, por nuestra capacitación y nuestras competencias, va mucho más allá de lo que se aplica hoy por normativas y reglamentos”.

En el ámbito judicial, Ramos advierte de un reto creciente: “Cada vez hay más demanda por parte de los jueces para que aportemos periciales que les ayuden a tomar decisiones. La problemática social es más compleja y hace falta que nuestra presencia se vea y se considere necesaria”. Para ello, también hace falta “una formación específica”, lo que conecta con otra de las preocupaciones tratadas en la convención: la formación universitaria.

“El sistema universitario no está del todo preparado para formar a los psicólogos en algunos de los ámbitos en los que luego van a trabajar. Se está estudiando cómo crear una unidad en la formación que nos capacite de forma básica para las distintas demandas sociales. A partir de ahí, como en muchas profesiones, se debe seguir formando a lo largo de la vida”, sostiene.

Aunque reconoce el avance en el ámbito clínico gracias a la formación PIR (Psicólogo Interno Residente), critica que “se ha puesto poco empeño en que haya también una formación específica en otros ámbitos”, algo que, a su juicio, debería abordarse desde la universidad o desde las propias administraciones.

Inteligencia Artificial y Psicología


Por último, la inteligencia artificial (IA) ha sido otro de los grandes temas abordados en el encuentro. “La conferencia de clausura fue impartida por Jesús de la Fuente Arias, catedrático de Psicología de la Educación de la Universidad de Navarra, y fue muy interesante porque nos hizo ver qué nos viene. No vamos a poder evitarlo”, advierte Ramos.

Aunque asegura que la IA “nunca va a poder sustituirnos en lo que es nuestro trabajo”, alerta de que “está yendo muy por delante de nuestros análisis” y que ya hay empresas desarrollando programas para la salud mental “que no están validados ni sujetos a la evidencia científica”.

Ramos lo ejemplifica con un caso ocurrido en Estados Unidos: “Un adolescente se suicidó porque hablaba a diario con un avatar que le ofrecía apoyo emocional. Cuando ese contacto falló, él no pudo soportarlo. Es evidente que estaba sujeto a un cuadro depresivo, pero ese tipo de hechos van a volver a repetirse si no tenemos cuidado”.

Por todo ello, aboga por una regulación clara: “Tenemos que ser lo suficientemente inteligentes para darnos cuenta de que tenemos que avanzar y adentrarnos en este mundo. No tiene por qué anular nuestras competencias, pero sí va a haber empresas que hagan marketing y publiquen aplicaciones que no están sujetas a ningún control. Y todavía hay una falta de legislación a nivel ético y científico. Es un mercado que está funcionando libremente”.

Para Ramos, la solución pasa por una intervención activa del colectivo: “Tenemos que crear nuestros propios programas, supervisados por profesionales e investigadores de la salud mental. Somos nosotros quienes podemos hablar con claridad sobre hasta qué punto algo puede beneficiar o perjudicar a una persona”.
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