Pacientes con este trastorno presentan patologías asociadas y requieren un tratamiento dietético adaptado y específico

Tres especialistas explican en Redacción Médica como elaborar una pauta dietética médica a pacientes con TCA
María Elena Cantero, miembro del Grupo de Trabajo de SoMaMFyC; y Esther Bautista, psicóloga clínica en la Unidad de TCA infanto-juvenil.


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En España, alrededor de 400.000 personas sufren algún tipo de Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA). Estas patologías pueden dañar el corazón, el aparato digestivo, los huesos, los dientes y la boca, además de derivar en otras enfermedades. En este contexto, el seguimiento de alguna dieta es un factor de riesgo para su desarrollo. No obstante, tal y como explican a Redacción Médica María Elena Cantero y Aleydis Viñas Calvo, miembros del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Madrileña de Medicina de Familia y Comunitaria (SoMaMFyC), muchas personas con TCA presentan además cuadros médicos asociados como diabetes, enfermedades endocrinas, trastornos digestivos, celiaquía, sobrepeso u obesidad. Por ello, puede ser necesaria la elaboración de una pauta dietética. Ante esto, el trabajo en equipo entre Nutrición y Familia se vuelve impresicindible.

Estos casos se vuelven especialmente complejos, ya que la restricción dietética y la dificultad para adherirse a planes terapéuticos aumentan, dificultando el manejo clínico e incrementando el riesgo de complicaciones orgánicas graves. Esther Bautista, psicóloga clínica en la Unidad de TCA infanto-juvenil y portavoz de la Sociedad Española de Psicología Clínica (ANPIR), insta a “evitar recomendaciones dietéticas estrictas o restrictivas: en casos sospechosos, no se deben hacer cambios drásticos sin una evaluación completa y sin la supervisión de un especialista en salud mental”. En este sentido, es esencial saber cómo actuar en consulta ante este tipo de situaciones.


Cómo elaborar una pauta dietética a un paciente con TCA


El tratamiento nutricional en pacientes con trastornos de la conducta alimentaria con necesidades dietéticas especiales requiere un enfoque adaptado, integral y centrado en la salud mental y física del paciente. Así lo subrayan María Elena Cantero y Aleydis Viñas Calvo, quienes ofrecen una hoja de ruta para construir este abordaje integral. Entre las pautas clave destacan la individualización del tratamiento y el abordaje interdisciplinar, coordinando la intervención entre profesionales médicos, psicológicos y nutricionales. Además, insisten en que es fundamental evaluar miedos alimentarios, hábitos restrictivos o conductas compulsivas que puedan interferir en el tratamiento.

La educación nutricional se presenta como una herramienta central para corregir ideas distorsionadas sobre la alimentación, desmitificar creencias erróneas y promover hábitos sostenibles. A esto se suma la necesidad de normalizar patrones alimentarios, reintroducir alimentos excluidos y consensuar los objetivos con el paciente y su entorno. En consecuencia, una pauta dietética adecuada debe priorizar el estado nutricional sin descuidar el impacto del TCA. Dietas rígidas o restrictivas pueden agravar la situación. En este sentido, la psicóloga clínica Esther Bautista advierte que “si la pauta dietética se diseña sin tener en cuenta el TCA se puede caer en el error de reforzar comportamientos disfuncionales, como restricciones excesivas o conductas compensatorias, aumentando así el riesgo médico y mental”.

Por otro lado, ignorar la presencia de un TCA, especialmente cuando la persona tiene conciencia del problema alimentario o emocional, puede aumentar el riesgo de que el paciente se sienta incomprendido o no apoyado, generando sentimientos de abandono que agravan su malestar psicológico. Esta falta de reconocimiento intensifica emociones como frustración o ansiedad y dificulta identificar las causas profundas del sufrimiento, muchas veces vinculadas a traumas, conflictos o duelos no resueltos. “Sin un enfoque integral, estos factores quedan sin abordar, comprometiendo la recuperación a largo plazo”, aseguran. Finalmente, es fundamental una vigilancia continua para detectar recaídas y prevenir riesgos asociados a cambios dietéticos no controlados.


Limitaciones y desafíos en el tratamiento de pacientes con TCA

Aunque existe consenso entre los expertos sobre la necesidad de un tratamiento integral y personalizado para los trastornos de la conducta alimentaria,  en la práctica aún persisten importantes carencias en la coordinación entre especialidades. En este contexto, la psicóloga clínica Esther Bautista destaca el papel fundamental del médico de Familia, tanto en la detección precoz como en el acompañamiento a las familias, que en muchos casos son las primeras en solicitar ayuda.

Desde las consultas de Atención Primaria y nutrición, existen herramientas útiles para identificar los TCA en fases tempranas y evitar su progresión. Entre ellas, se encuentran cuestionarios de detección rápida como el SCOFF, entrevistas clínicas con enfoque holístico que evalúan desde los hábitos alimentarios hasta el estado emocional y los estresores actuales, así como la insatisfacción corporal. “Es necesario que los profesionales de Atención Primaria y nutrición estén formados en la identificación de señales de alerta y síntomas de TCA, así como en el abordaje sensible y empático de los pacientes”, subraya. Además, insiste en la necesidad de contar con protocolos de derivación claros hacia especialistas en salud mental o Unidades de TCA ante la sospecha de un caso.

Para mejorar el abordaje en estos entornos, la experta propone medidas concretas: mayor formación específica, más concienciación, ampliación del tiempo en consulta para una valoración integral, acceso a herramientas de evaluación rápida y espacios reales de colaboración multidisciplinaria. “Reforzar estos señala, es esencial para garantizar una atención eficaz y humana desde el primer nivel asistencial”, asegura. El tratamiento específico será responsabilidad de las unidades especializadas, una vez realizado el primer abordaje.

Por otra parte, las redes sociales se han convertido en un nuevo reto para los especialistas debido a su influencia negativa en la percepción de la imagen corporal y en la formación de creencias erróneas sobre alimentación y ejercicio físico. La exposición constante a cuerpos que encajan con ideales poco realistas, perfiles retocados y dietas extremas puede fomentar comparaciones dañinas, especialmente entre adolescentes y personas con necesidades alimentarias concretas, condicionando el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria.

En la práctica clínica, María Elena Cantero y Aleydis Viñas Calvo subrayan la importancia de evaluar el impacto de estas plataformas durante la valoración del paciente, preguntando sobre los contenidos consumidos y los referentes seguidos para identificar áreas de riesgo. Además, trabajan en la alfabetización digital, fomentando un pensamiento crítico que desmienta mitos sobre la perfección física y promueva la selección consciente de contenidos positivos. La intervención también se extiende a familias y educadores para crear un entorno de apoyo y diálogo abierto. Durante la recuperación, se supervisa la influencia de las redes y se potencia una autoestima basada en valores más allá de la imagen externa.
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