Marina Morato, coordinadora nacional de Nutrición Oncológica en la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).
Los Ministerios de Sanidad y Derechos Sociales han anunciado recientemente un nuevo Real Decreto para
garantizar la alimentación saludable en residencias y hospitales. Con ello, se pretende blindar las exigencias nutritivas de pacientes vulnerables o con necesidades especiales. Así, esta iniciativa se vuelve aún más relevante para los pacientes oncológicos. Marina Morato, coordinadora nacional de Nutrición Oncológica en la
Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) defiende en
Redacción Médica “que comer bien no tiene que ser lujo, sino que
es parte del tratamiento”. Además, asegura que es uno de los condicionantes que va a interferir en el éxito de este último.
Morato insiste en que los
pacientes oncológicos son especialmente vulnerables. La combinación de fármacos y los propios tumores, unido a factores personales como el síndrome del intestino irritable, tiene efectos directos en su estado nutricional. “Si no adaptamos correctamente la alimentación, la persona con cáncer se va a ir debilitando, va a empezar a tener un estado nutricional peor y más alterado y eso lo que hace es
empeorar totalmente la respuesta al tratamiento, que muchas veces incluso hay que pararlo”, explica.
Ante esto, Rebeca Lozano, secretaria científica de la
Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y oncóloga médico del Hospital Universitario de Salamanca, explica a este periódico que entre el 30 y el 60 por ciento de los pacientes con cáncer puede desarrollar malnutrición o sarcopenia (pérdida de masa y fuerza muscular), “lo que a su vez
puede aumentar las toxicidades y el riesgo de infecciones u hospitalizaciones. Por ello, en determinados casos, es importante realizar un cribado nutricional precoz con herramientas específicas o derivando a los pacientes al especialista correspondiente”. Por esta razón, afirma que los menús hospitalarios deben ofrecer variedad de sabores, texturas y temperaturas, adaptándose a la disgeusia y cubriendo las necesidades proteico-calóricas de los pacientes.
Cómo adaptar la alimentación de pacientes oncológicos
Por su parte, Gloria Lugo, miembro del área de Nutrición de la
Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), sostiene que la nutrición es una “terapia complementaria al tratamiento oncológico”. De esta forma, los consejos dietéticos cobran especial importancia a la hora de mantener
un adecuado estado nutricional. Así pues, subraya la necesidad de evitar dietas alternativas sin evidencia científica que pueden inducir déficit de calorías, proteínas y micronutrientes. “Se debe incluir el control y manejo de síntomas secundarios al tumor y a los tratamientos”, explica. De este modo, y aunque en los hospitales se opte por un menú basal basado en los patrones dietéticos de la
dieta mediterránea, es necesario adaptar la alimentación a la fase ya la situación en la que se encuentre cada paciente. En palabras de Morato, “hay que intentar dar platos más nutritivos, enriquecer más los platos, intentar que sean apetecibles, pero dentro de lo que es saludable. Al final la alimentación va a ser
parte de ese proceso de recuperación”.
Tal y como explica la nutricionista, la alimentación es la que va a ayudar a recuperar y a reponer todo “lo que se ha ido ‘muriendo’. Es la que se encarga de ayudar al cuerpo a reponerse durante y después de tanto sufrimiento. Por eso, también tiene un carácter preventivo para disminuir
el riesgo de posibles recidivas” . Eso sí, adaptar la alimentación pasa por adaptarse a las situaciones concretas de cada persona. En este contexto, muchos pacientes oncológicos aseguran sufrir alteraciones en el sentido del gusto o describen un sabor a metálico a la hora de probar comidas. Rebeca Lozano, afirma que esto se debe a un proceso denominado disgeusia, que se produce por varios motivos: el contacto directo del fármaco con los receptores gustativos, alteraciones de las vías de transducción del gusto o un daño directo en las papilas gustativas.
Ante esto, Morato explica que técnicas como marinados, adobos, utilizar zumos de limón en la propia técnica o el uso de especias van a hacer que se potencien más los sabores e incluso se vayan amortiguando otros que sepan mal. Además, Gloria Lugo recomienda tomar los alimentos a temperatura ambiente o frío y evitar alimentos con aromas intensos como el café, el pescado o la coliflor. En esta misma línea, se puede recurrir al
empleo de cubiertos que no sean metálicos para evitar potenciar el sabor metálico. Todo ello con el único fin de salvaguardar el bienestar de los pacientes. Tal y como remarcan los expertos, los pacientes cuanto más y mejor nutridos estén, mejor van a responder al tratamiento, menos complicaciones van a sufrir y
más posibilidades de éxito van a tener.
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