Ignacio Quirós, experto en preparar estudiantes para la prueba, cree que será el más complicado desde la pandemia

La PAU 2025 "va ser el examen más duro y exigente" para entrar a Medicina
Ignacio Quirós frente a su instituto, el IES Avenida de los Toreros.


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La edición 2025 de la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), que empieza celebrarse durante la próxima semana inicial de junio, marcará un punto de inflexión en la trayectoria reciente de este examen. Así lo sostiene Ignacio Quirós, profesor de Matemáticas y ex jefe de estudios con más de 14 años de experiencia en la preparación de alumnado de segundo de Bachillerato: “Va a ser la PAU más dura y exigente desde la pandemia”, asegura en conversación con Redacción Médica.

Durante los cuatro años posteriores a la irrupción del Covid-19, los exámenes de selectividad ofrecieron un formato más flexible, con múltiples opciones de respuesta para adaptarse a la interrupción educativa. Este enfoque permitió a los estudiantes esquivar bloques enteros del temario sin que ello afectara a sus calificaciones. “Podías saberte la mitad de la materia y aun así sacar un 10”, resume Quirós. A su juicio, esta dinámica generó una “sobreabundancia de dieces” y disparó las notas de corte, especialmente en titulaciones con alta demanda como Medicina.

Con el regreso del modelo previo a la pandemia, el panorama cambia drásticamente. “Las opciones de elección se han reducido drásticamente. Los alumnos volverán a tener que responder a preguntas de todos los bloques. Ya no se pueden dejar nada sin estudiar”, advierte el docente. Esta exigencia añadida podría tener un impacto directo en los resultados de la prueba, provocando una caída significativa de las notas de corte en carreras como Medicina, donde unas décimas pueden marcar el acceso o la exclusión definitiva.

El profesorado y los orientadores educativos ya han empezado a preparar al alumnado con este nuevo enfoque en mente. La necesidad de abordar la totalidad del temario implica no solo una mayor carga de estudio, sino también una transformación en las metodologías de enseñanza, más centradas en garantizar una preparación global y sin lagunas. En este contexto, Quirós insiste en que “muchos estudiantes no están acostumbrados a este nivel de exigencia porque han cursado toda su etapa académica con márgenes de flexibilidad”.

Reforma a partir de 2026


Este endurecimiento se produce, además, en vísperas de una reforma profunda del sistema. A partir de 2026, el Ministerio de Educación implantará una PAU común para todos los distritos universitarios, con estructuras de examen homogéneas y criterios de corrección unificados en 30 de las 35 materias. Esta armonización busca evitar desigualdades territoriales que puedan beneficiar o perjudicar el acceso a estudios como Medicina.

Desde el punto de vista de los aspirantes a Medicina, esta unificación resulta especialmente relevante. En la actualidad, las diferencias entre comunidades autónomas en la estructura y corrección de los exámenes pueden suponer una ventaja competitiva para ciertos estudiantes en función de su lugar de residencia. Con el nuevo modelo, los aspirantes de toda España deberán enfrentarse a una prueba de igual dificultad y criterios uniformes, lo que, previsiblemente, hará aún más exigente el acceso a las titulaciones sanitarias.

¿Un modelo alternativo?


Ignacio Quirós considera que esta estandarización puede ser positiva si se gestiona con equilibrio, aunque expresa dudas sobre la justicia del modelo actual, especialmente en lo que respecta al peso del expediente académico. “Las notas del Bachillerato no se pueden mejorar. Si hiciste mal primero, te has condenado para siempre”, afirma. En su opinión, basar una parte tan importante del acceso universitario en un expediente que no se puede revisar ni repetir introduce un elemento de rigidez que perjudica a muchos estudiantes.

Como alternativa, propone un modelo más equitativo: un primer curso común para todas las carreras de un área (como las biosanitarias), tras el cual se establezca la selección en función del rendimiento real. “Sería más justo que decidir el futuro profesional de alguien por un examen aislado o por unas notas condicionadas por el centro educativo”, concluye.

El debate sobre cómo debe ser el acceso a la universidad no es nuevo, pero cobra especial relevancia en un contexto en el que se prevén cambios estructurales de gran calado. La experiencia acumulada por docentes como Quirós evidencia la necesidad de revisar los criterios de equidad y exigencia del sistema. Para muchos estudiantes que aspiran a una plaza en Medicina, 2025 será una prueba no solo académica, sino también de adaptación a una nueva realidad evaluativa.

Con todo, los expertos insisten en que el reto no solo está en el examen, sino en todo el proceso que lo precede. “Hay que trabajar desde primero de Bachillerato con una planificación adecuada y realista. La PAU no es un obstáculo insalvable, pero sí exige constancia y una preparación sin fisuras”, recalca Quirós.
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