Diccionario de enfermedades

Tiroiditis de Hashimoto

¿Se puede prevenir la tiroiditis de Hashimoto?
La tiroiditis de Hashimoto es una destrucción del tiroides debida al ataque de las defensas del propio organismo (anticuerpos contra el tiroides propio), las cuales se equivocan y lo consideran un elemento extraño al cuerpo. Es, por tanto, un tipo de enfermedad autoinmune. Como consecuencia de la destrucción progresiva del tiroides aparece un hipotiroidismo.

Es una enfermedad muy frecuente, sobre todo en mujeres. Se estima que cada año 4 de cada 1000 mujeres y 1 de cada 1000 hombres desarrollan la enfermedad, con una edad de presentación de aproximadamente 60 años.

Causas de la tiroiditis de Hashimoto


Como en la mayoría de las enfermedades autoinmunes, existe una predisposición genética sobre la cual inciden factores ambientales no bien identificados, que llevan a que se fabriquen una serie de anticuerpos (llamados anticuerpos TPO) que destruyen el tiroides propio.

Estos pacientes tienen con frecuencia otras enfermedades autoinmunes como vitíligo, diabetes mellitus tipo 1, enfermedad de Addison o anemia perniciosa. La tiroiditis de Hashimoto es más frecuente en personas con síndrome de Down y con síndrome de Turner.

Síntomas de la tiroiditis crónica


Los pacientes con tiroiditis de Hashimoto suelen desarrollar un bocio en fases iniciales que, según evoluciona la enfermedad, va desapareciendo, quedando una atrofia del tiroides. En los pacientes en los que el hipotiroidismo es sintomático suele producir de forma lenta alguno de los siguientes síntomas:
  • Cansancio y debilidad muscular.
  • Piel seca.
  • Caída del pelo.
  • Tendencia al frío.
  • Tendencia a ganar peso.
  • Estreñimiento.
  • Hinchazón de piernas y de párpados.
  • Enlentecimiento del corazón (bradicardia).
  • Voz ronca.
  • Disminución de la audición.
  • Alteraciones de la menstruación o pérdida de la misma.
  • Depresión, dificultad para concentrarse, alteraciones de la memoria y otros síntomas psiquiátricos.
  • Síndrome del túnel del carpo.

¿Cómo se diagnostica la tiroiditis de Hashimoto?


El diagnóstico de la tiroiditis de Hashimoto se realiza mediante un análisis de sangre en el que se determinan la TSH y las hormonas tiroideas. Cuando hay un hipotiroidismo, la T3 y la T4 están bajas en sangre. Normalmente esto se asocia con una TSH muy alta que indica que la hipófisis intenta compensar mandando más TSH para animar al tiroides a trabajar.

Es muy frecuente el hipotiroidismo subclínico que consiste en que la TSH está alta con unas hormonas tiroideas (T3 y T4) normales. Esta alteración indica que el tiroides ya ha empezado a alterarse pero que continua funcionando adecuadamente (T3 y T4 normales) gracias a que, desde el cerebro, se le está mandando una cantidad exagerada de TSH (TSH alta) para que trabaje.

En más del 90% de los pacientes con tiroiditis de Hashimoto se detectan anticuerpos antitiroideos en la sangre, lo que indica que es una enfermedad autoinmune.



¿Es hereditaria?


La tiroiditis de Hashimoto es más frecuente entre miembros de una misma familia, por lo que es probable que existan factores hereditarios no bien identificados en su desarrollo.

¿Se puede prevenir?


La tiroiditis de Hashimoto no puede prevenirse.

¿Cuál es el pronóstico?


El hipotiroidismo autoinmune no se cura y es irreversible. Sin embargo las personas que lo padecen puede llevar una vida totalmente normal con el tratamiento sustitutivo con hormonas tiroideas.

Tratamiento de la Tiroiditis de Hashimoto


El tratamiento del hipotiroidismo es la administración de hormonas tiroideas por boca durante toda la vida. 

En personas con problemas de corazón y en pacientes de edad avanzada se debe de comenzar con dosis muy bajas. Posteriormente la cantidad de hormona tiroidea debe incrementarse lentamente, ajustándola a la concentración de TSH en sangre. Generalmente los cambios en las dosis se hacen cada 4 semanas.

Se debe ir aumentando la cantidad de hormonas tiroideas hasta conseguir que la TSH alcance valores normales. Una vez iniciado el tratamiento, la mejoría de los síntomas puede tardar varios meses en producirse.

En determinadas situaciones asociadas con el estrés y, por tanto, con mayores necesidades de hormonas tiroideas, el médico puede aumentar la dosis. Estas situaciones incluyen cirugías, infecciones graves, etc. En el embarazo se suele necesitar aumentar la dosis hasta en un 50%, regresando a las dosis previas tras el parto.

En relación a la toma de hormonas tiroideas deben tenerse en cuenta los siguientes factores:
  • Las hormonas tiroideas deben administrase en ayunas, idealmente 1 hora antes de comer cualquier alimento. Tradicionalmente se indicaba que se tomaran por la mañana, media hora antes del desayuno, pero estudios recientes indican que es igual tomarlas antes de la cena.
  • Nunca se debe suspender la medicación aunque el paciente se encuentre bien. Si se olvida la toma de alguna dosis, se debe de tomar junto a la dosis del día siguiente.
  • Si se modifica la marca comercial de hormona tiroidea debe avisar al médico dado que puede ser necesario ajustar la dosis.
  • Algunos alimentos pueden alterar la absorción de hormonas tiroideas, por lo que se debe comentar al médico si ha realizado algún cambio en la alimentación que haya incorporado mucha cantidad de soja o una alta cantidad de fibra.
  • No se deben tomar las hormonas tiroideas junto a suplementos de fibra, calcio, hierro, multivitamínicos, antiácidos o resinas.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.